Estimados amigos, a propósito de mi úlltimo artículo acerca de la visita de Sebastián Piñera al Perú se produjo un interesante debate entre el Sr. Marcelo Contardo, jurista de nacionalidad chilena y el suscrito en este blog. Más allá de las posiciones esbozadas, encuentro rico el debate porque confronta también la visión del pasado desde el derecho con el método de la reconstrucción histórica y por ello lo reproduzco en una página aparte de mi Blog.
Espero sea de su agrado y por supuesto los invito a participar y enriquecerlo. Desde luego mi agradecimiento al Sr. Contardo por su importante participación en nuestros foros.
Cordialmente
Daniel Parodi Revoredo
Será capaz algún día Perú de asumir que al tomar la decisión de brindar apoyo político, moral y militar a Bolivia, para que esta violara el Tratado de Limites de 1874, hizo una apuesta cuyo premio era la victoria sobre Chile, que suponía obligarlo afirmar un nuevo tratado de límites con Bolivia que satisfaciera los intereses de Perú, a que se refería Riva Aguero, y que dicha apuesta llevaba implícito el riesgo de perder y tener que asumir las consecuencias. El propio Basadre consigna una reunión entre el Presidente peruano y el embajador de Chile, en la cual el Mandatario le reconoce que la conducta boliviana infringe el Derecho. No es Chile el que debe pedir perdón, pues no fue Chile el que brindó su apoyo a Bolivia para que esta violara un tratado en perjuicio de Perú.
Publicado por Marcelo el día vie, 03 de diciembre, 2010 a las 08:53:16
Estimado Señor:
En el artículo que Ud. comenta he señalado que las causas de la guerra son discutibles y que cada país tiene su propia interpretación, la historia es eso, versiones y no verdades absolutas.
El Perú no apoyó la violación del tratado de 1874 como Ud. indica. Sin embargo, el mayor error de la administración peruana fue no declarar la neutralidad -al menos es mi punto de vista- cuando ésta le fue solicitada, máxime si el Perú se ofreció como mediador.
Por otro lado, el aumento en el impuesto (10 cts. por quintal de salitre) era mínimo pero contradecía un acuerdo privado (1874) entre Bolivia y la compañía salitrera de Antofagasta (no entre los estados boliviano y chileno -ojo-).
En tal sentido, la reacción del Estado chileno me parece totalmente desproporcionada, una guerra de conquista que supone la anexión de Atacama, Tarapacá, Arica, Tacna, la invasión del 80% del territorio del Perú, la capital Lima, el saqueo sistemático, la devastación de la rica zona agroindustrial del norte, la usurpación de las islas guaneras. etc.
Particularmente no encuentro ninguna proporcionalidad entre las discutibles causas de la guerra -como el impuesto de los 10ctvs violatorio del tratado de 1874- y una guerra como la desplegada por Chile. Y en ese aspecto también los chilenos deberían autocriticarse ¿o la historia chilena no es susceptible de error alguno?
En todo caso, son discursos y puntos de vista, de eso trata la historia.
Gracias por su participación y espero sigamos debatiendo alturadamente.
Atentamente
Daniel Parodi Revoredo
p.d. le ruego identificarse, en este blog existe una rigurosa moderación desde la premisa del respeto a todoas las opiniones si son alturadas.
Ate.
DPR
Publicado por Daniel Parodi el día vie, 03 de diciembre, 2010 a las 15:50:27
Señor Daniel Parodi Revoredo.
El alza de impuestos decretada por Bolivia infringía el artículo IV del Tratado de Límites de 1874 que señala “Los derechos de exportación que se impongan sobre los minerales exportados en la zona de terreno de que hablan los artículos precedentes, no excederán la cuota de la que actualmente se cobra, i las personas, industrias y capitales chilenos no quedarán sujetos a mas contribuciones de cualquiera clase que sean que las que al presente existen.
La estipulación contenida en este artículo durará por el término de veinticinco años.”; tal artículo impone a Bolivia una obligación de no hacer, y se la infringe sin atender al monto o entidad del impuesto que se estableciera dentro de los 25 años, ya sea del 1% o del o,oo1%. La violación de esa obligación, contenida en el Tratado de Límites de 1874, fue amparada por Perú, y basta observar el texto del Decreto peruano boliviano de 6 de abril de 1879, por medio del cual se hace efectiva la Alianza prevista en el Tratado de 1873, para advertir que Perú no emite pronunciamiento alguno respecto de la violación que Bolivia hace de un Tratado de límites en perjuicio de Chile, y que por el contrario, le brinda su apoyo, a pesar de que el Mandatario peruano reconoció al Embajador chileno que Bolivia actuaba al margen del Derecho.
Difícil que Perú pudiese obrar como mediador si estaba ya ligado a Bolivia por el Tratado de 1873; si, como lo señalara su Canciller Riva Agüero, Perú no podía permitir que Bolivia perdiera Antofagasta porque en tal evento volvería a colocar sus ojos sobre Tacna Arica, y si mientras ofrecía sus “buenos” oficios, simultáneamente gestionaba la adquisición de armamento y el ingreso de Argentina a la Alianza, cuya existencia su embajador en Chile negaba.
La Campaña de Lima es posterior a la Conferencia de Arica, en la cual Perú y Bolivia rechazaron el ofrecimiento de paz realizado por Chile, y la ocupación de la capital fue antecedida de dos batallas, luego de las cuales no hubo por parte de quien detentaba el poder en Perú manifestación de intención de aceptar las consecuencias de la guerra.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
Publicado por Marcelo el día dom, 05 de diciembre, 2010 a las 18:20:33
Estimado Señor Contardo:
Le agradezco su nueva réplica y saludo encontrar en Ud. a una persona formada en derecho o con importantes conocimientos en el área, lo cual, no obstante, se presenta también como el sesgo fundamental a través del cual se desarrolla su enfoque. Así pues, desde esa perspectiva la historia es el tribunal del pasado y éste consiste en la mera presentación y contra-presentación de pruebas. Yo, por el contrario, considero que en análisis histórico admite muchas más aristas.
Respecto de lo puntual; un par de precisiones:
1.- Sostiene Ud. que el decreto peruano-boliviano del 06 de abril de 1879 demuestra el apoyo peruano a la política salitrera boliviana, pero no considera Ud. que el 05 de abril Chile le declaró la guerra al Perú, con lo cual el conflicto ya se había iniciado y el decreto que Ud. Señala es reactivo a dicha declaratoria.
2.- Respecto del incumplimiento boliviano del tratado de 1874 -que es la piedra angular de su argumento para achacar la responsabilidad del conflicto a los países aliados y de eso modo exonerar a Chile- éste efectivamente es revisado al plantearse en impuesto de los 10 cts. De allí desprendo que su punto es que la imposición de dicha carga –contra lo convenido por el susodicho convenio- justifica–per se- la realización chilena de una guerra de conquista cuyas principales consecuencias he ya comentado en mi anterior respuesta.
Desde mi perspectiva es allí donde radica la mayor limitación de su argumento; diferentes países en diferentes contextos históricos han contravenido tratados internacionales o contratos privados –como el caso que aquí analizamos- y ello no ha dado lugar a agresiones militares como la que aplicó Chile a Bolivia y el Perú. Así por ejemplo, el Estado chileno no dio cumplimiento en 1893 a la realización del plebiscito en Tacna y Arica, tal y como lo estipulaba el tratado de Ancón, tampoco lo hizo en los años subsecuentes, pero de esa flagrante violación de un acuerdo internacional no se derivó ninguna guerra
Por otro lado, – y a manera de ejemplo- en 1968, el gobierno peruano de Juan Velasco Alvarado nacionalizó las instalaciones petrolíferas de la IPC, norteamericana, y ello tampoco supuso el inicio de un conflicto bélico, más si la indemnización a la empresa afectada, que es lo que suele hacerse en estos casos, aunque reconozco que las nacionalizaciones no son –al día de hoy- el mejor camino para el desarrollo. También hace pocos años el estado boliviano nacionalizó las instalaciones de Petrobras y no ha habido ninguna guerra entre ese estado y el Brasil.
Actualmente, como usted bien sabrá, los estados de diferentes países del mundo, entre ellos el chileno, han comenzado a aplicar un impuesto a las sobre-ganancias mineras lo que en principio modifica –o viola- contratos previos pero asimismo se sustenta en acuerdos a posteriori entre las partes y todo ello se realiza sin violencia.
Hace poco he publicado un libro que precisamente comenta la versión chilena de la Guerra del Pacífico y estoy pronto a publicar su análogo de la versión peruana. Quizá mi mensaje a Ud., en estas líneas, es que no hay una sola verdad en la historia, sino diferentes interpretaciones. Pero para acercarnos más hay que comenzar por revisar nuestros propios discursos, en los que creímos a fe ciega desde siempre, porque nos los inculcaron en la escuela, a manera de historia oficial. ¿Se ha planteado Ud. que es posible algún error de Chile en la realización de la guerra?. Porque de los errores peruanos, como el tratado de alianza de 1873 ya estamos conversando. ¿Cree Ud. que existe una sola verdad y que ésta está necesariamente del lado de Chile? ¿O será más bien que en Chile se ha escrito un relato –discurso- sobre la guerra sumamente perfeccionista en el que diese la impresión que todos sus actos son justificables?
Siempre presto al buen debate, cordialmente
Daniel Parodi Revoredo
Publicado por Daniel Parodi el día dom, 05 de diciembre, 2010 a las 19:56:10
Estimado Señor Contardo, le paso link del libro que le indico
Cordialmente
DPR
http://blog.pucp.edu.pe/ite…
Publicado por Daniel Parodi el día dom, 05 de diciembre, 2010 a las 20:33:11
Señor Daniel Parodi Revoredo.
Conocía ya su frase “la historia es el tribunal del pasado …” porque Usted la empleó en la respuesta que dio al señor Juan Carlos Herrera Tello, a propósito de un artículo sobre Piñera. Como no tengo la formación necesaria para hacer análisis histórico no pretendo incursionar en esa área, pero ello no me impide que cuando se cita un hecho que admite calificación jurídica, me atenga a ella y a sus consecuencias.
La declaración de guerra efectuada por Chile es posterior a la realizada por Bolivia, y ciertamente Chile declara la guerra a ambos estados luego de que el embajador peruano reconociera la existencia del Tratado de 1873, que previamente negó en más de una ocasión, y de que Perú se rehusara a declararse neutral, posibilidad que el artículo III del mismo le concedía. He citado el decreto de 6 de abril para referirme al hecho de que Perú, como Estado, no emitió condena alguna al hecho de que Bolivia violara el Tratado de 1874, y que por el contrario terminó dando su apoyo a tal violación.
La obligación impuesta a Bolivia de no imponer nuevos tributos, formaba parte de un tratado internacional de límites, no de un convenio privado, y ese tratado no era susceptible de “revisión”, porque las cláusulas de un tratado no pueden ser modificadas por la exclusiva voluntad de uno de los estados partes, de manera que no es correcto señalar que el impuesto de 10 centavos importa su revisión, pues lo ajustado a Derecho es señalar que ello importa la infracción de la obligación con la consiguiente nulidad del tratado. No se trató del primer incumplimiento boliviano, pues Bolivia ya había vulnerado el Tratado de 1866.
Respecto de los ejemplos que Usted cita, en el siglo XIX la guerra era el mecanismo usual, aplicado en Europa y en América; tengo la impresión de que se la proscribe, por así decirlo, luego de finalizada la 2ª Guerra Mundial, lo que no ha evitado que se hayan desarrollado guerras desde 1945 a la fecha.
Agrega Usted el calificativo de “conquista”, término que ya he leído en artículos de otros compatriotas suyos, como el señor Valle Riestra, no tengo información acerca de que el derecho internacional contemplara en 1879 tal definición o categoría. Por lo demás, la Guerra del Pacífico no tiene características excepcionales a otras guerras desarrolladas antes o después de 1879, no es Perú el único estado del mundo que ha debido pagar indemnizaciones de guerra, no es Perú el único estado cuya capital ha sido ocupada, no es el único estado que ha debido entregar territorio.
Ciertamente Chile ha cometido errores a lo largo de su Historia, antes de la Guerra del Pacífico, durante la guerra y después de ella, pero declararle la guerra a los aliados del Tratado de 1873 no fue un error, era lo que correspondía frente a la situación existente. Sugerir que el tema pudo solucionarse con una negociación, con un arbitraje o con una modificación del Tratado, pasa por alto el hecho de que Bolivia ya había violado 2 tratados y que nada garantizaba que cumpliera un tercero, además Chile, ni ningún otro estado en su lugar, estaba obligado a tener que acceder a la petición de modificación; Perú, por su parte, daba su apoyo a la violación del Tratado, porque no satisfacía sus intereses, ni tampoco el de 1866 según señala un historiador peruano, y nos mostraba su hostilidad con el Tratado de 1873, cuyo objetivo era Chile, imponerle límites que satisfacieran el “interés” de Perú. Por cierto, en las escuelas chilenas no se enseña el contenido de la documentación oficial peruana que se refiere a la negociación del Tratado de 1873, el intercambio de notas diplomáticas entre Perú, Bolivia y Argentina.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
Publicado por Marcelo el día mar, 07 de diciembre, 2010 a las 15:14:32
Señor Contardo:
A estas alturas del debate está claro que entre nuestras posiciones no va a haber acercamiento desde que Ud. considera que la calificación jurídica es la única posible; de allí desprende Ud. que la Guerra de Chile contra el Perú y Bolivia se justifica por la violación del tratado de 1874. Es decir, la guerra es la consecuencia inexorable de aquella.
No es correcto lo que Ud. señala de que en el siglo XIX el incumplimiento de convenios internacionales implicaba necesariamente la Guerra, ya le mencioné yo el incumplimiento chileno de la realización del plebiscito en Arica y Tacna –debió efectuarse en 1893- y el Perú no evolucionó militarmente por ello. Respecto del derecho de conquista, revise Ud. los oficios de los plenipotenciarios americanos en el contexto de la mediación norteamericana en la Guerra del Pacífico y verá Ud. como hacen explícita referencia a aquel, pero cuestionando la pretensión chilena en ese sentido.
Debiera Ud., asimismo, ponderar el factor político en la guerra chilena contra el Perú y Bolivia antes que ceñirse estrictamente a lo jurídico y hacer de la historia un tribunal –la frase es de Marc Bloch, gran historiador judío francés y la utilizo cada vez que los juristas irrumpen en el pasado judiciadizándolo .
La guerra no fue inexorable sino más bien la expresión de la voluntad y decisión políticas del estado chileno y de sus dirigentes de entonces, que la ponderaron más beneficiosa que otras opciones, como el pago del gravamen aumentado o la negociación. Así pues, la posesión directa de las provincias salitreras de Bolivia y el Perú, del puerto peruano de Arica – salida del comercio boliviano al océano Pacífico- y de las islas guaneras de chincha parecieron mucho más rentables a los dirigentes chilenos de entonces y desnuda una compleja y bien elaborada geopolítica que trasciende la dimensión jurídica en lo fundamental.
Por otro lado, la relativización de los daños de la Guerra que Ud. menciona forma parte del discurso chileno sobre la misma, también sistemático en ese sentido. Así por ejemplo, Sergio Villalobos sostiene que el pillaje chileno en el norte del Perú “palidece” ante las bombas atómicas de Hiroshima y Nagashaki; y respecto de lo que se enseña a los niños en las escuelas chilenas para justificar la amputación territorial de los países vecinos, los argumentos son tan conocidos como falaces:
1.- Que el desierto era en realidad chileno porque había más chilenos
2.- Que era justa la anexión del desierto porque los chilenos lo hicieron progresar
3.- Que fue beneficiosa la anexión del desierto porque ésta enriqueció a Chile
Varios autores como Galdames, León Hulaud, René Viñas, el mismo Villalobos, Vial entre otros reproducen una y otra vez el mismo discurso oficial sin una pisca de autocrítica y ese es el mismo caso de Ud. que prefiere la trinchera de la disquisición jurídica antes que abrirse a ver la guerra como un fenómenos social, político y económico susceptible de análisis y enfoques diversos. Además, la defensa cerrada de la posición propia con argumentos jurídicos es representativa de la historia positivista del siglo XIX y esos parámetros suelen convertirse en celdas intelectuales que impiden la reflexión más allá de los nacionalismos exacerbados.
Para el caso peruano, la situación no es mejor; en realidad, es lo mismo solo que al contrario, “los malos pasan a ser buenos y los buenos pasan a ser malos”. De esta manera, seguimos difundiendo versiones del pasado que en lugar de contextualizarlo o comprenderlo siguen adoptando la forma de cerrados alegatos que limitan cuando no castran la posibilidad del diálogo. Piñera y García han sostenido que su responsabilidad como mandatarios es cambiar aquello, cambiar la negativa percepción del otro y priorizar los aspectos que nos unen, esperemos que ese sea el camino.
ATE
DPR
Publicado por Daniel Parodi el día mar, 07 de diciembre, 2010 a las 16:27:54
N,
Nota: efectivamente, el tratado chileno –boliviano de 1874 fue un tratado de límites, lleva razón el Sr. Contardo en ese aspecto.
13 diciembre, 2010 at 12:35 pm
buenas tardes profesor
felicitarlo primero por la interesante informacion historica del blog. Deseaba hacerle una consulta. Queria saber si usted conoce bibliografia sobre la batalla de Miraflores en la guerra del pacifico. Soy estudiante de periodismo de la universidad (fui su alumno en EEGGLL), pero me interesa mucho este tema.
gracias
alonso pahuacho
13 diciembre, 2010 at 12:41 pm
ME PARECE MUY ENRRIQUECEDOR ESTE DEBATE, TENIENDO EN CUENTA QUE SON DOS OPINIONES DISTINTAS DE UN MISMO ASUNTO, COMO SI FUERAN DOS CARAS DE LA MISMA MONEDAD, QUIZA ESTA FRASE ES MUY RADICLA, PERO NOS ENCONTYRAMOS ANTE UN HECHO POCO COMUN , QUE DOS PAISES´POSTULEN SU VERSION DE LA HISTORIA DE LA GUERRADEL PACIFICO. EN LA EPOCA ANTIGUA ES EL VENCEDOR EL QUE HACE SU VERSION DE LA HISTORIA Y ASI SE ASUME POR IMPOSICIOON COMO LA VERDADERA. HOY, EN CMABIO, PODEMOS DISCUTIR LA HISTORIA Y NO CONFORMARNOS CON LO SE NOS SUELE DECIR. ME PARECERIA MAS INTERESANTE QUE HUBIERA UNA VERSION BOLIVIANA A TODO ESTO. QUIZA SEA UNA VERSION QUE DE MAs LUCES SOBRE LOS TRATADOS Y SE PUEDE EVALUAR MEJOR LA REACCION DE CHILE COMO LA DE PERU. SIENDO ASI, SIENTO QUE HE ADQUERIDO BUEN CONOCIMINETO DE ESTE DEBATE, AMBOS EXPONENTES BRINDAN AL LECTOR IMPORTANTES OPINIONES.
17 diciembre, 2010 at 2:35 pm
Señor Daniel Parodi Revoredo
Accediendo a su solicitud envió mi comentario a este otro blog.
Usted critica la decisión de Chile de ir a la guerra por la violación del Tratado de 1874, y sugiere que frente a dicha violación, que Usted denominó “revisión”, estaba la alternativa de pagar el tributo o negociar. Respecto de la primera alternativa, yo le he manifestado que si se contaba con un tratado que impedía alzar el tributo no tenía sentido acceder a su unilateral modificación, que ello sería legitimarlo, enviar una mala señal; y respecto de la segunda, me he limitado a señalar que faltaba el elemento confianza, suprimido por la conducta de Bolivia, he citado el contenido de una carta de Daza, que refleja que su ánimo no es precisamente negociar sino imponer y que para esto último cuenta con invocar el Tratado de 1873, y he hecho referencia a su molestia con su propio Canciller por hacer referencia a la posibilidad de arbitraje. Lo anterior es lo que Usted califica como “argumentos jurídicos” y “reivindicación de la postura tradicional chilena”? Olvidé mencionar que fue la propia Bolivia la que en 1863 dictó una ley que autorizaba a su Presidente a declarar la guerra a Chile por el conflicto limítrofe, hecho que revela que la guerra era considerada incluso por ese estado como medio adecuado para solucionar disputas territoriales.
Señala Usted que en historia se interpreta, entonces, bajo esa directriz, cómo deben de interpretarse las instrucciones que la Cancillería peruana daba a sus representantes ante Bolivia y Argentina, de obtener de la primera que provocara a Chile infringiendo el Tratado de 1866, para que Chile rompiera relaciones, se viera impedido de sacar los blindados de Inglaterra, y se le pudiera imponer el arbitraje armado; y respecto de la segunda, obtener su adhesión a la Alianza en contra de Chile, y obstaculizar todo acuerdo entre Chile y Argentina.
Atentamente.
Marcelo Contardo Acevedo
18 diciembre, 2010 at 9:12 am
Estimado Señor Contardo:
Le estoy realmente agradecido por la manera como ha enriquecido Ud. estas páginas con comentarios bien fundamentados.
Mi observación sigue siendo la misma, a pesar de todo. Ud. me plantea un debate de argumentos y contra-argumentos basados en pruebas documentales, tratados u otros similares que es a lo que yo llamo "judicialización del pasado". A mi me parece que la historia contemporánea se ha enriquecido mucho desde los tiempos en que se enfocaba como Ud. lo hace.
Lo dejo con una cita del filósofo catalán Manuel Cruz, que expresa la problemática del acontecimiento histórico y su interpretación:
"No resulta fácil adoptar la correcta disposición, entre otras razones porque no se suele ser consciente del propio sistema simbólico. Y no se suele serlo por razones de autofundamentación: admitir la condición relativa del lugar desde el que se habla parece dejarnos, siquiera por un instante, sin lugar alguno desde el que hacerlo. Pero también, y posiblemente sobre todo, por razones de orden práctico: no nos sentimos capaces de enfrentarnos a la vulnerabilidad, a la precariedad, de esas nociones -como "realidad" sin ir más lejos- con las que creíamos tener bajo control nuestro presente.
Si superamos estas resistencias, nos introducimos en una perspectiva abiertamente cualitativa, para la que nos habrá de resultar de interés la ayuda de la categoría de acontecimiento. El acontecimiento designaría ese resultado obtenido por la aplicación de una determinada red de significaciones (…) parafraseando a Clifford Geertz, el acontecimiento es una realización única de un fenómeno general. Su comprensión, por tanto, sólo será accesible en tanto que sepamos establecer la red de significados del que extrae su sentido" (Cruz 1991:62-63)