Archivo de la categoría: Relatos por Entregas (serie uno)

Relatos literarios escritos por entregas

El amigo imaginario (capítulo cinco)

[Visto: 797 veces]

(viene del capítulo anterior)

Roberto empezó a salir con más frecuencia con Mónica. Clara se dio cuenta de ello y le permitía salir todo lo que quisiera, aunque ya no se acercó al closet cuando iba a hacer dormir a Mateo. Más que preocuparle el horrible episodio que vivió, se pregunta si su hijo ha sido todo lo sincero con la joven.

Así que una mañana, luego que él se levantó tarde por la resaca, ella fue al grano: “¿están teniendo relaciones?”. Roberto le contestó afirmativamente. “¿Le contarás de tu operación?”, Clara disparó de nuevo. Roberto se quedó callado. Se llevó las manos a la cintura y trató de retirarse.

“Debes decírselo”, reiteró la señora. Roberto hizo una mueca de desagrado. Siente que justamente por preservar el dato en secreto, su relación está funcionando. No ve con buenos ojos poner en riesgo lo que está viviendo con Mónica. Trata de excusarse pero es inútil: Clara se mantiene firme en sus conceptos.

Harto de la presión que su madre ejerce, Roberto toma una drástica decisión. “Mamá, gracias por todo, pero ahora velaré todo el tiempo por Mateo”, respondió él con molestia. Ella le preguntó qué pasará cuando saliera con su novia. “Mónica viene a vivir aquí”, señaló Roberto ofendiendo a su madre.

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El amigo imaginario (capítulo cuatro)

[Visto: 790 veces]

(viene del capítulo anterior)

Pronto, la vida social de Roberto comenzó a desenvolverse. Sus amigos iban a visitarlo, a conversar largo rato con él y a pedirle que salga de juerga con ellos. Roberto asentía bien a lo primero y lo segundo, pero aún rechazaba las salidas por temor a dejar a Mateo solo.

Una noche, sin embargo, su madre se ofreció a cuidar al niño, así que Roberto aprovechó y salió de casa. Cuando llegó la hora de dormir, Clara subió al cuarto y escuchó las voces. Tocó la puerta y, dentro, rápidamente el niño corrió y se subió a su cama.

Clara vio que Mateo estaba sentado sobre él, pero no demoró mucho tiempo en convencerlo porque estaba cansado. Así que cuando cerró los ojos, abrió el cubrecama, colocó a Mateo entre la sábana y el colchón y lo terminó de abrigar.

Lo besó en la frente y caminó hacia la salida, cuando percibió un extraño ruido que venía del closet. A medida que se acercaba, el ruido empezó a crecer, y los tímpanos le dolían horrores. Se tapó los oídos con sus manos y salió de la habitación escaleras abajo.

Por la rapidez de la huida, Clara pisó mal, tropezó y cayó de bruces faltando un par de escalones. “¡Mamá!”, exclamó sorprendido Roberto, quien venía llegando. “Ay hijito, ¡hay un ruido espeluznante!”, gritó la señora fuera de sí.

“No escucho nada, mamá”, fue lo único que él atinó a decir, luego de cargarla en sus brazos. La recostó en el sofá de la sala y le pidió que descansara. Fue entonces que su madre se percató de la guapa joven que esperaba en la puerta. “Ella es Mónica, una nueva amiga”, dijo Roberto al presentarla.

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El amigo imaginario (capítulo tres)

[Visto: 756 veces]

(viene del capítulo anterior)

Pasaron algunos días. A Roberto nunca le inquietó el comportamiento de su hijo porque, siendo muy unido a él, siempre le había hecho caso. Sin embargo, desde el episodio del jardín, empezó a notar demoras y conversas.

Al principio no pareció preocuparle mucho. Tras un aviso o dos, Mateo salía de su cuarto y se sentaba en la mesa para almorzar o comer. Pero comenzaron a hacerse más largas, y eso le genera un fastidio creciente.

Al fin esa tarde, luego de llamarlo cinco veces y no verlo llegar, se dirigió a su cuarto y entró dando un portazo. “¿Por qué no vienes, Mateo?”, gritó indignado ante el pequeño, quien nunca había visto tan ofuscado a su papá.

Mateo empezó a llorar, y Roberto reparó en su actitud. Se acercó a él y quiso abrazarlo. En un primer momento, Mateo lo rechazó, pero al final dejó que su papá lo estrechara en sus brazos. “¿Por qué no vienes hijo?”, le preguntó otra vez Roberto, ya más calmado.

“Eli me dijo que me quedara”, respondió Mateo secando sus lágrimas. “¿Eli? ¿Quién es Eli?”, preguntó su padre intrigado. El pequeño respondió que era su amigo y que vivía en el closet. Roberto miró hacia allí, con la sensación de estar siendo observado. Despacio, se acercó a la puerta, cogió la manija y tiró rápidamente de ella hacia afuera.

Cuando iba a asestar el puñetazo, se sorprendió de no ver nada. Sólo la ropa y los zapatos de su hijo. Roberto decidió ignorar la escena y cerró la puerta. Tomó a su hijo de la mano y lo llevó para la mesa. Antes de salir del cuarto, Mateo volteó sigilosamente la cabeza en dirección al closet.

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El amigo imaginario (capítulo dos)

[Visto: 732 veces]

(viene del capítulo anterior)

Cuando entraron en el jardín interior, Roberto quedó estupefacto, una larga raya de tierra removida asomaba en medio del verde césped. “No me preguntes qué pasó que no lo sé”, le advirtió Clara a su hijo al notar su confusión.

Sólo pudo decirle que sintió un breve y leve movimiento la noche anterior al que hizo poco caso. Para cuando se despertó esa mañana y miró hacia el jardín, ya estaba allí. Roberto llamó a los policías, pero ellos poco pudieron hacer: sin algún motivo criminal que llevara al origen de esa raya, la investigación terminó antes de comenzar.

“Cuídate mucho”, le dijo su madre antes de irse ese día. Él le prometió estar bien. Cerró la puerta y fue a buscar una pala en el garaje. Entró de nuevo en el jardín y empezó a remover la tierra para emparejar de nuevo el suelo.

Mateo lo miraba a través de la ventana del segundo piso. “¿Él es tu padre?”, preguntó una ronca voz detrás suyo. “Sí… ¿quieres conocerlo?”, dio el niño con genuina inocencia. “No”, afirmó la voz mientras se ocultaba en el closet.

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El amigo imaginario

[Visto: 786 veces]

Roberto descansa tranquilo sobre la cama del hospital. Mira hacia la ventana y recuerda las palabras del doctor “la vasectomía fue un éxito”, y respiró con alivio. No fue fácil para él haber tomado esa decisión desde que perdió a su esposa y se tuve que quedar a cuidar a su único hijo, Mateo.

“No te preocupes hijo, lo cuidaré bien”, fue lo que le dijo Clara, su madre, antes de salir de su casa rumbo a la operación. Antes de irse, volteó la mirada: Mateo estaba en la puerta, triste, lloroso, como pensando que su papá tampoco volvería. “Ya vuelvo… muy pronto”, le consoló mientras lo abrazaba con gran fervor.

Y ese pensamiento lo animó durante aquel par de días siguientes que se le hicieron eternos. Y lo volvió a recordar recostado en la cama del hospital. “Ya vuelvo”, se dijo para sí. Cuando volvió, ni siquiera tuvo que tocar la puerta: Mateo salió a su encuentro y lo abrazó con muchas ganas.

“Te dije que volvería, y ya estoy aquí”, dijo Roberto abrazándolo con mucho cariño. Una vez que entró en la casa, Clara fue a su encuentro, también lo abrazó pero su semblante era algo distinto. Algo en la expresión de su rostro la mostraba aliviada pero, también, aterrada. “Quiero que veas esto”, dijo la señora guiándolo hacia adentro.

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Preparándome pal lunes (capítulo final)

[Visto: 784 veces]

(viene del capítulo anterior)

Kike se sintió como en las nubes, tanto que no se dio cuenta cuando volvió a su cuarto y se echó de nuevo en su cama. Se quedó con la mirada contenta, pero no viendo el techo, sino soñando con el beso que le daría a Fabi después del examen.

Su mente se dejó ganar poco a poco por la feliz ilusión hasta que se quedó profundamente dormido. Para cuando fue lunes, ni siquiera se despertó: lo despertaron. “¡Levántate, muchacho de miércoles, que llegas tarde a tu examen!”, vociferó su madre toda desesperada.

Él miró su reloj: son las siete y media y la prueba es a las nueve. Como resorte, salta de la cama y se va corriendo a ducharse, a vestirse, a desayunar y finalmente a alistar su mochila antes de salir disparado como cohete, dejando la puerta de su casa a medio cerrar.

Con la hora presionándolo, decide tomar un taxi para apurar el paso. Mala elección: a poco más de medio camino, el auto se atasca en el embotellado tráfico de la hora punta. Kike paga al conductor y se lanza a seguir corriendo.

Kike llega algo exhausto y mira a Fabi esperándolo en la puerta. Ella se sorprende de verlo tan sudoroso, pero él le dice que no se preocupe, que se le pasará. Fabi sonríe: “Entonces, ¿estás listo?”. Él sonríe también y, mientras ingresan al aula, le estampa un beso en sus labios: “Ahora sí, estoy preparado”.
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Preparándome pal lunes (capítulo nueve)

[Visto: 844 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Le dije a tu mamá que me habías llamado para estudiar”, le respondió Fabi cuando Kike quiso saber cómo logró entrar en su casa. Él sonrió un poco mientras terminaba de secarse la cara. Volvieron al cuarto y comenzaron a repasar las notas para el examen.

Luego de varias horas, en las que el cansancio y la resaca casi tumban en repetidas oportunidades a Kike, finalmente el joven pudo completar de entender lo que su amiga le explicó, en ocasiones, con mucha paciencia.

A la hora que Fabi decidió marcharse, Kike decidió abrirle la puerta. “Gracias Fabi”, dijo él mirándola algo ansioso. “De nada”, dijo ella y también se le quedó mirando. Finalmente Kike dio el paso adelante y la besó con muchas ganas. Tal vez, demasiadas.

“¿Qué fue eso?”, preguntó Fabi sonriendo. “Un agradecimiento… por todo lo que has hecho”, fue lo que Kike comentó sin dejar de mirarla fijamente. “Está bien. Nos vemos”, se despidió ella mientras su sonrisa alegre acompañaba su caminar.

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Preparándome pal lunes (capítulo ocho)

[Visto: 843 veces]

(viene del capítulo anterior)

Eran las nueve de la mañana del domingo. Kike se sentía un desastre completo, no sólo en lo físico: también en lo anímico. Ni siquiera respondió a los reclamos insistentes de su madre. Sabía que se había fallado a sí mismo, y con creces.

No dudó en irse de frente a su cama y quedarse dormido. Cuando se despertó, varias horas después, no se esperaba la sorpresa que había. Sentada sobre la cama, Fabi lo miraba con una rara mezcla de ternura y compasión.

Kike se levantó y la abrazó a Fabi, quien recíprocamente le saludó de la misma forma. “Les fallé… a todos”, le dijo él lleno de tristeza. “Para eso estoy yo, para ayudarte”, respondió ella con sencillez, mientras tomaba su mano y lo lleva a lavarse la cara.

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Preparándome pal lunes (capítulo siete)

[Visto: 821 veces]

(viene del capítulo anterior)

Después del décimo vaso, Kike entró en piloto automático: olvidó por qué estaba allí, brindaba a cada rato, bailaba exageradamente, hasta que ya no pudo más y se derrumbó sobre uno de los cómodos sofás de la sala.

La mañana lo despertó, o fue más bien Edson quien, haciendo una intempestiva zamaqueada, lo asustó y tuvo que abrir los ojos para saber qué pasaba. “Tamare broder”, dijo enojado el soñador, “pensé que era un temblor”. Edson le explicó que tenía que irse porque su familia no tardaba en levantarse y ver el desastre que había ocasionado.

“¿Y las notas de Fabi’?”, preguntó insistente Kike. Su amigo esbozo una sonrisa nerviosa: “Pucha broder, te mentí pa’ que vinieras”. Kike tenía ganas de pegarle, pero el cansancio de anoche sólo le permitió derramar lisura a granel mientras se alejaba por el largo pasadizo que daba hacia la puerta.

(continúa)
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Preparándome pal lunes (capítulo seis)

[Visto: 730 veces]

(viene del capítulo anterior)

Kike no demoró mucho rato en llegar. Tocó la puerta de la casa y espero. Salió Edson a recibirlo con un vaso de cerveza en la mano. “Habla broder”, dijo su amigo con cierta dificultad. Y es que era claro que ya llevaba algunas copas de más.

“Porfa, juégate los apuntes de Fabi”, le señaló Kike mientras recorrían el pasadizo interior y entraban en la sala. Observó que al menos había cuatro de sus amigos y amigas bebiendo licor, sentados en los dos sofás. “Sorry man”, habló algo compungido Edson, “la reu salió de la nada”.

Edson pidió un vaso para su amigo y le dejó servido en su mano. “Salud broder”, brindó con él y le dijo que se acomodara, que ya iba por los apuntes. Entró en su cuarto, y Kike comenzó a celebrar con los demás.

(continúa)
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