Archivo por meses: junio 2015

Tatuajes y sombras (capítulo trece)

[Visto: 310 veces]

(viene del capítulo anterior)

Luego de unos minutos Flores despertó de su inconsciencia. Se encuentra echado en el asiento posterior de un carro. Delante, Laura está sentada como copiloto mientras uno de sus guardias está conduciendo a velocidad media.

Ella se percata que el detective está despertando. “¿Por qué me buscas?”, le increpó la mujer con mucho fastidio. “Tú sabes bien que es por los tatuajes”, señaló Flores reponiéndose de a pocos del letargo. Laura se lo negó y el detective decidió sacar las fotos.

Con cuidado, le mostró las fotografías que tenía en su saco. Laura miró con detenimiento las imágenes pero las descartó de plano. “Son trucadas, yo no tengo esos tatuajes”, respondió con tal convicción que el detective le pidió revisar su piel. “Bien, se mira pero no se toca”, dijo ella con harto desparpajo.

(continúa)

Durante el tercer año (capítulo catorce)

[Visto: 313 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Quiero tu respuesta”, insistió Luis al ver que ella no respondía. Mónica comenzó a derramar algunas lágrimas pero repuso a medias su compostura y dijo sí. Seguido, ella trató de explicarle que si bien se había quedado dormida, no había sucedido nada.

Luis sacó un celular y fue a la sección de fotos. “Me cuesta mucho creértelo”, señaló él y le mostró las imágenes. Mónica se dio cuenta que se trata del celular de Sofía, quien había aprovechado su alcohólico estado para captarla en varias fotos.

Ella no pudo ocultar su estupor al ser captada de esa forma. Pero Luis ya no está para excusas. “Veo que ya encontraste alguien mejor. Esto se acabó”, fue lo último que dijo antes de irse dejando a Mónica con el corazón destrozado.

(continúa)

El rey Azul (capítulo trece)

[Visto: 371 veces]

(viene del capítulo anterior)

La noche se le hizo eterna a Eduardo. Encerrado en una de las carpas del campamento, no puede intentar siquiera una fuga, porque está extremadamente vigilado por los centinelas que hacen guardia fuera.

Luego de algunas horas, el cansancio lo venció y se quedó dormido sobre el suelo. Para cuando despertó, ya era cerca al mediodía. Azul apareció en escena y el destronado rey le preguntó si acaso se había arrepentido. “No, sólo que no era justo que yo durmiera lo suficiente y tú no”, se excusó el rebelde y le amarró las manos con una soga.

Tomó la atadura y lo jaló fuera de la carpa hasta un claro en medio del denso bosque. Eduardo fue desatado y le entregaron una espada y un escudo. Las reglas de la lucha eran simples: el primero que hiriese mortalmente el otro será el ganador del duelo.

Azul tomó también su escudo y espada, y se preparó para esperar el primer golpe. Tras el saludo protocolar, los dos hombres se miraron con severa furia. Eduardo se abalanza sobre su oponente. El golpe de espadas rompe la calma del denso bosque.

(continúa)

Momento sencillo

[Visto: 342 veces]

Que tibio se siente

este aguardar tranquilo

en la arena poco fina

de la playa silente.

Aunque he caminado

sin ningún problema

para llegar a este lugar

que me parece tan familiar.

No pretendo volver,

no pretendo dejarlo,

aún si la marea sube,

aún si el frío arrecia.

No tengo nada que esperar,

no trazo otro destino,

sólo vivo otro momento sencillo

que quiero recordar.

Tatuajes y sombras (capítulo doce)

[Visto: 378 veces]

(viene del capítulo anterior)

Los dos guardias se acercaron hasta Flores. Le pidieron que los acompañara fuera del local pero, como el detective diera su negativa, ellos pretendieron sacarlo a la fuerza. No contaron con que Flores se avivaría y sacaría su pistola eléctrica para derrumbarlos.

Se arma un pequeño tumulto, el mismo que Laura aprovecha para escapar por la puerta de los camerinos. Algunos borrachos se acercan para golpearlo, pero lo peor está por venir: aparece el hombre tatuado causando estragos entre la gente que huye.

Flores siente que el ser sobrenatural lo está buscando, así que se acerca hacia los camerinos. Está ingresando cuando le rocían un líquido en la cara. Su rostro se le queda ardiendo y da alaridos de dolor por unos segundo. Luego, recibe un golpe en el estómago y otro en la cabeza, cayendo inconsciente al piso.

(continúa)

Durante el tercer año (capítulo trece)

[Visto: 440 veces]

(viene del capítulo anterior)

“¡Eres un tarado!”, se envalentonó Mónica y le lanzó tremenda cachetada al atrevido. Pedro, ingratamente sorprendido, se quedó tendido con la cara ardiendo, mientras ella salía del departamento hacia la calle, donde paró el primer taxi y huyó.

Luego de decirle al taxista la dirección de su casa, buscó en su celular. Había varias llamadas de Luis, así que lo llamó. Por más que insistió, no contestó a sus llamadas. “¿Qué estará pensando?”, se preguntó al tiempo que el taxi llegó a su casa. En la puerta, encontró a su enamorado sentado en la entrada. Ella se alegró al verlo y quiso saludarlo, pero él no está de buen humor.

Mónica le preguntó que sucedía. “Anoche te llamé y no contestaste, te fui a buscar a la discoteca y tu amiga Sofía me dijo que te fuiste con Pedro a su casa. Quiero saber si es cierto”, señaló Luis con un tono de voz calmado, pero con los ojos furiosos. Una furia que hizo sonrojar a Mónica, que no supo qué decir.

(continúa)

El rey Azul (capítulo doce)

[Visto: 342 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Para contarte sobre Petreos, debo retroceder algunos días”, dijo Azul al abdicado rey. Las primeras conversaciones se dieron luego del primer acercamiento entre el líder tribal y Eduardo. Petreos no quedó muy convencido entonces y buscó asociarse a los rebeldes.

“Se le pidió una prueba de lealtad convincente y cumplió con ello”, señaló Azul refiriéndose a la emboscada donde terminó muerto el consejero real. Aquella vez, dentro de la carpa, Petreos selló su pacto con el príncipe gemelo, quien tuvo que golpearlo un poco para que aparezca como si hubiese sido maltratado como escarnio.

“Y ahora estás aquí, sin escapatoria”, sentenció Azul mientras Eduardo empieza a sentir una profunda decepción. Después el gemelo añadió: “Pero es justo que reclames el reino, así que he decidido que mañana luches conmigo en un duelo”. Eduardo se sorprendió con la declaración pero aceptó de inmediato: sabe que es su última opción de quitarle la vida a su rival.

(continúa)

Tener permiso

[Visto: 410 veces]

Quisiera tener permiso

para dichas tres palabras

expresarme con nobleza,

y para abrazarte fuertemente.

Me gustaría tener prudencia

para hablarte en un momento

de aquello que he vivido

y para administrar los silencios

de aquello que he sufrido.

En fin, yo pediría

dos minutos a tu lado,

pero hoy ya no puedo,

hoy mi mente no me deja.

Porque el tiempo de indiferencia

me ha acogido con cariño,

una vida de soltería

que hace olvidar tu ausencia.

 

Tatuajes y sombras (capítulo once)

[Visto: 326 veces]

(viene del capítulo anterior)

Nikki se acercó hasta el extremo del escenario y empezó a contornearse con sensualidad. Los excitados espectadores comenzaron a regalarle silbidos y piropos subidos de tono mientras esperan el próximo trago que les traiga la mesera.

Ella se sentía libre y desenfadada hasta que su mirada se topó con la del detective. Como uno más de los concurrentes, iba a colocar unos cuantos billetes sobre el escenario para que Nikki los recogiera, pero era tan sólo un trampa porque él ya la había reconocido.

Ella cerró su baile y bajó del escenario buscando refugiarse pronto en uno de los camerinos. No llegó muy lejos: Flores la alcanzó y le dijo que era hora que viniera con él. Laura, ya sin su peluca azul de Nikki, avisó a los de seguridad para que lo sacaran del lugar. Flores espera la trifulca que va a comenzar.

(continúa)

Durante el tercer año (capítulo doce)

[Visto: 339 veces]

(viene del capítulo anterior)

Llegó el momento en que Mónica se sintió muy cansada, y le pidió a Pedro que se fueran de allí. Lo último que recordó fue a él acomodándola en el asiento de un taxi y sentándose a su costado. Al minuto siguiente, ella estuvo completamente dormida.

A la mañana siguiente se despertó con mucha dolor en la cabeza. Su primera preocupación fue buscar la puerta del baño, pero no sabía cómo ubicarse. Sólo sabía que está en una cama y hay alguien aun durmiendo a su costado. No sólo se da cuenta que se trata de Pedro sino que ella está desnuda.

Un tanto desesperada por lo que pudo haber ocurrido, Mónica empieza a recoger su ropa, que está tirada cerca de la cama. Se viste de nuevo lo más rápido que puede, agarra su cartera y empieza a buscar su celular, cuando él se despierta. “¿Te vas tan pronto?, preguntó Pedro dibujando en su rostro una amplia sonrisa.

(continúa)