Archivo por meses: julio 2011

Los tiempos de Joel (capítulo diecisiete)

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(viene del capítulo anterior)

“No sabía que lo había conocido”, dijo Joel fingiendo sorpresa. A continuación, le pidió a Alexia si le podía ir a comprar una gaseosa de la máquina dispensadora. “Sipi”, le contestó ella y, besándolo en la mejilla, salió rauda por la puerta.

“Nunca conociste a mi padre pues me abandonó cuando pequeño, pero tú ya sabías eso”, confirmó Joel sus sospechas. “Es verdad”, habló Sofía con tono de extrañeza, “pero no sabía que mentías tan bien”. Él trató de disculparse, pero ella pasó a la ofensiva.

“No sé qué hiciste para seguir siendo joven, no me interesa”, habló Sofía en tono recriminatorio, para luego agregar, “sólo espero que no hayas tocado a mi hija”. Joel le confesó que, más allá de los besos e insinuaciones de Alexia, nada había pasado.

“Por tu bien, espero que te vayas”, le ordenó Sofía sacando fuerzas de flaqueza. Joel se acercó hasta su oreja derecha y, con la firmeza que hace 25 años no tuvo, él le susurró: “No puedo. He venido para quedarme”.

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Y es que hay un ángel (capítulo siete)

[Visto: 756 veces]

(viene del capítulo anterior)

Fue un mes intenso en que Jorge se encontró realizando labores sociales en distintos sitios. Y siempre Áurea estaba cerca suyo, supervisándolo. Él tan solo la miraba y le sonreía, de verdad. Porque, si al inicio parecía sentirse extraño, ahora se tomaba las cosas muy bien.

“Bien Jorge”, le comentó ella cuando terminó su jornada aquel viernes, “creo que ya estás listo para lo que sigue”. Él preguntó qué venía luego. “Un empleo como el que quieres”, le respondió ella. Jorge se alegró y la abrazó con mucho entusiasmo.

“¿El lunes a las ocho?”, preguntó Áurea contagiada por su entusiasmo. Él asintió, se despidió y enrumbó a su departamento para dejar todo listo. El día acordado, Jorge llegó puntual al café pero no la encontró.

Llamó a su celular varias veces, mas no contestaban. Se dirigió hacia el edificio donde la conoció la vez primera. En efecto, la agencia de empleos seguía allí, pero la recepcionista era otra. Jorge señaló dónde estaba Áurea. “¿Quién es Áurea?”, repreguntó la sorprendida joven.

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Preparándome pal lunes (capítulo seis)

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(viene del capítulo anterior)

Kike no demoró mucho rato en llegar. Tocó la puerta de la casa y espero. Salió Edson a recibirlo con un vaso de cerveza en la mano. “Habla broder”, dijo su amigo con cierta dificultad. Y es que era claro que ya llevaba algunas copas de más.

“Porfa, juégate los apuntes de Fabi”, le señaló Kike mientras recorrían el pasadizo interior y entraban en la sala. Observó que al menos había cuatro de sus amigos y amigas bebiendo licor, sentados en los dos sofás. “Sorry man”, habló algo compungido Edson, “la reu salió de la nada”.

Edson pidió un vaso para su amigo y le dejó servido en su mano. “Salud broder”, brindó con él y le dijo que se acomodara, que ya iba por los apuntes. Entró en su cuarto, y Kike comenzó a celebrar con los demás.

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Y es que hay un ángel (capítulo seis)

[Visto: 743 veces]

(viene del capítulo anterior)

Ambos entraron en un asilo de ancianos, y Jorge se encargó de ayudar, movilizar, acompañar y hablar con algunas de las personas de la tercera edad. Al principio, expresó su descontento al rehusarse un poco pero, a medida que fue escuchando y conversando, algo dentro de él cambio.

Si bien al final de la jornada no terminó del todo contento, cosa que se la hizo saber a Áurea, esbozó una leve sonrisa. “Escuché a unas personas decir que habían desperdiciado buena parte de sus vidas”, le comentó él a la joven, “incluso que quisieron suicidarse”.

“¿Te sentiste identificado?”, le preguntó ella en confianza. Jorge le contestó que sí, que desde que perdió su trabajo imaginaba que su vida había terminado. “Siempre hay baches”, le animó Áurea, “lo importante es levantarse y seguir”. “¿Y que es lo que sigue?”, preguntó Jorge con cierta alegría. “Ya verás”, dijo ella.

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Los tiempos de Joel (capítulo dieciséis)

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(viene del capítulo anterior)

Sofía abrió de a pocos los ojos. Apenas si se percataba del blanco de la habitación cuando unos brazos el rodearon el cuello. Era Alexia, quien rápidamente se acercó a ella luego de percibir que despertaba. “Hijita”, dijo Sofía con ternura mientras le acariciaba los cabellos.

Extrañada porque no veía a Fernando cerca, quiso saber dónde estaba, y su hija le comentó que él había ido a encontrarse con su padre y que ya estaban en camino. A continuación, le preguntó que pasó. Su hija le contestó que había sufrido un desmayo luego que vio a Joel.

“Sí, fue muy extraño”, explicó Sofía sus sensaciones, “casi diría que me parece conocido. ¿Está por allí?”. Ante la respuesta afirmativa, ella le pidió a su hija que lo llamara un momento. Joel entró en la habitación y Sofía lo miró bien.

“Tu rostro se me hace muy familiar”, señaló ella tras observarlo bien, “¿cuál dices que es tu nombre?”. “Joel Castro, señora, como mi padre”, respondió el joven mirándola fijamente. “Ahora entiendo”, comentó Sofía con cierta ironía, “eres idéntico a tu padre”.

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Y es que hay un ángel (capítulo cinco)

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(viene del capítulo anterior)

Se levantó temprano, con tranquilidad se alistó y se puso su mejor terno, y salió a encontrarse con Áurea en el edificio del otro día. A poco de llegar, ella lo llamó a su celular y le pidió que se dirigiera hacia el café que estaba en la esquina.

Ella lo esperaba sentada en una mesa blanca sobre la que humeaba una tasa conteniendo un caliente café. “Y bien, ¿cuál es la oferta?”, le preguntó Jorge luego de saludarla. “Aquí tienes”, sonriendo, Áurea le entregó una carpeta con unos papeles dentro.

Jorge abrió la carpeta y su mirada esperanzada pronto trucó con una mueca de desconcierto. “Vamos, anímate, es por un día y, si lo haces bien, te ofreceré algo mejor”, dijo ella en tono convincente. “Está bien”, respondió Jorge un poco fastidiado.

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Los tiempos de Joel (capítulo quince)

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(viene del capítulo anterior)

“Por fin”, dijo Alexia cuando salió del auto de Joel, listos para entrar en la casa. Fernando los recibió e invitó al joven a tomar asiento en la sala. “¿Están solos en casa?”, preguntó sin mucha convicción. “No, mi mamá está en la cocina, ya viene”, respondió Fernando sin aspavientos.

Alexia entró toda emocionada a la cocina y abrazó muy fuerte a su mamá. “Ya llegamos”, le indicó y la llevó de la mano hacia la sala. Cuando Sofía entró, se quedó sorprendida al ver ese cabello sobrio que parecía haber olvidado.

Y en el momento que Joel volteó la cara, sus ojos lo miraron con nostalgia y su corazón latió muy acelerado. Él tomó su mano para saludarla, pero fue demasiado para ella: se desvaneció en el acto. Iba cayendo al piso, cuando un brazo la sostuvo.

Sofía abrió levemente los ojos. Era Joel quien la salvó de un golpe en la caída. “Eres tú”, susurrando en voz baja, quedó inconsciente.

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Preparándome pal lunes (capítulo cinco)

[Visto: 805 veces]

(viene del capítulo anterior)

Para cuando se levantó, miró por la ventana de su cuarto. Se veía algo oscurecido, lo cual llamó particularmente su atención. Kike volvió su vista hacia su reloj, el que confirmó sus peores temores: habían pasado más de las dos horas pensadas, y esto lo desesperaba.

“¡Tamare!”, se gritó a sí mismo, mientras se agarraba de los pelos. Luego, cogió su mochila y partió raudo para la facultad a ver si se había quedado por allí. Cuando llegó allá, estuvo preguntando por Fabi a algunos amigos que encontró.

Sin embargo, parecía que la mala suerte lo perseguía. Hasta que se acordó y lo llamó a Edson. “¿Te encontraste con Fabi?”, le preguntó con ansiedad. Edson demoró un poco en responder, pero luego dijo que sí y que también le había sacado copia a su cuaderno. “Chévere man, tons voy a tu jato”, cortó la llamada y salió hacia el paradero.

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Los tiempos de Joel (capítulo catorce)

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(viene del capítulo anterior)

Joel la llevó a Alexia hasta su casa. Se despidieron con un piquito, y, luego de abrir la puerta, ingresó corriendo hacia el cuarto de su mamá. Apenas la vio, la abrazó con mucha alegría. “¡Ya viene, ya viene!”, gritó emocionada.

“¿Quién viene?”, le preguntó Sofía algo aturdida. “Joel, el chico que me gusta”, dijo Alexia. Madre e hija se miraron y se abrazaron otra vez, mientras saltaban en círculo por la habitación. Cansadas, terminaron por echarse sobre la cama tendida.

“¿Y cuándo viene?”, preguntó Sofía una vez que recuperó el aliento. “No lo sé, déjame preguntarle”, señaló su hija llamando a Joel. “En dos semanas”, contestó Alexia después de comunicarse. “Es perfecto”, dijo su madre y tomó un papel para apuntar algunas cosas.

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Y es que hay un ángel (capítulo cuatro)

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(viene del capítulo anterior)

Jorge volvió a su casa. Su rostro desencajado lo decía todo ante la soledad del ambiente. “No queda más que hacer”, se dijo mientras se quitaba la corbata y se desabotonaba el cuello de la camisa. Iba a volver a salir por la puerta, cuando sintió sonar el teléfono.

Respondió con algún escepticismo. “Jorge”, respondió Áurea, “le tengo otra oferta de trabajo para usted”. Él se quedó un momento sorprendido y anonadado. Se tomó unos segundos la cabeza antes de reaccionar: “¡Qué buena noticia! ¿Y dónde me presento?”.

Ella le dijo que lo encontraría antes en un café, para luego señalarle el empleo. “Bien, entonces, mañana nos vemos”, contestó Jorge al terminar. Esperanzado, volvió a la cocina, se preparó una cena ligera y luego se fue a dormir en medio un tenue ambiente de tranquilidad.

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