Preparándome pal lunes (capítulo siete)

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(viene del capítulo anterior)

Después del décimo vaso, Kike entró en piloto automático: olvidó por qué estaba allí, brindaba a cada rato, bailaba exageradamente, hasta que ya no pudo más y se derrumbó sobre uno de los cómodos sofás de la sala.

La mañana lo despertó, o fue más bien Edson quien, haciendo una intempestiva zamaqueada, lo asustó y tuvo que abrir los ojos para saber qué pasaba. “Tamare broder”, dijo enojado el soñador, “pensé que era un temblor”. Edson le explicó que tenía que irse porque su familia no tardaba en levantarse y ver el desastre que había ocasionado.

“¿Y las notas de Fabi’?”, preguntó insistente Kike. Su amigo esbozo una sonrisa nerviosa: “Pucha broder, te mentí pa’ que vinieras”. Kike tenía ganas de pegarle, pero el cansancio de anoche sólo le permitió derramar lisura a granel mientras se alejaba por el largo pasadizo que daba hacia la puerta.

(continúa)

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