Y ese era el problema

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Y uno de esos días te fuiste,
raramente uno que era radiante,
uno en el que quería respuestas
y callado me quedé.

Pasaron uno y diez meses
en que la vida no fue la misma,
en que el abismo de un vacío
desapareció todo en lo que creía.

Al cumplirse el año te vi de nuevo,
celebrando los días, viviéndolos bien.
Me miraste y te acercaste
con esa mirada entumecida.

Antes de irte tan indiferente
dejándome mudo y afligido,
muy segura confesaste:
que me amaste locamente.

Que me convertiste en eternidad,
que me pensaste con honda necesidad.
y terminado el idilio,
aún te decías si volverás.

Concluiste que no,
no había espacio ni había tiempo,
no había forma, no era dable,
que no existe otra oportunidad.

Entendía entonces que eras simple,
que eras buena para mí,
que no tenías ningún problema:
y que el problema era yo.

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