Archivo de la categoría: Relatos por Entregas (serie uno)

Relatos literarios escritos por entregas

La caída de Toño

[Visto: 479 veces]

Mi escondite se siente más frío y húmedo. Aunque intenté dormir, la sensación de que no pasaría de esta noche hizo que estuviera sobresaltándome a cada rato. Me puse a recordar días felices de un lejano pasado. “Cuánto cambió todo”, me puse a pensar en uno de esos momentos de insoportable insomnio.

Tras muchas veces de cerrar y abrir los ojos, me levanté del colchón y empecé a caminar en ese espacio que no me otorga ningún calor. Mis manos frotan mi cuerpo queriendo quitarse de una vez esa sensación gélida y desamparada, pero no es suficiente. Desesperado, vuelvo a acostarme en el colchón y cubrirme con la vieja frazada.

Son quizá las cuatro, o las cuatro y media de la mañana. Ya no lo sé con certeza. Lo que sí es cierto es que vi luces alumbrando por entre rendijas y llegan hasta mí. Es más: oigo el murmullo de unas voces que, bajitas, se comunican evitando vanamente que ecuche. No me importa hacerles caso. Sé que están cerca y pronto darán conmigo.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo final)

[Visto: 503 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alonso fue hasta su cuarto y recogió el peluche. Volvió hasta la sala y le pidió a Yarek que le entregara el atrapasueños. El juguetero no dudó de sus intenciones y se lo dio con sumo cuidado. El niño se sentó y amarró el hilo azul del amuleto en el cuello del peluche. Un inusitado viento se propagó desde allí hasta todos los rincones de la casa.

Sólo Yarek pudo interpretarlo: “Está contento”. Alonso también lo está y no deja de abrazar a su peluche. El juguetero decide que el peluche se quede con ellos. Alfredo le pregunta preocupado si ocurriría de nuevo un evento como el vivido. Yarek fue contundente: “Ya no. Tu hijo ya conoce el corazón del mío”.

Los miró con simpatía y salió de la casa dibujando en su rostro una sonrisa. Aquella noche, cuando se fue a acostar, el niño tomó en peluche en sus brazos y se durmió con él. Alfredo vio ese gesto y respiró aliviado: sabe que, a partir de ahora, su hijo tendrá un mayor aprecio por sus regalos.

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El misterio del atrapasueños (capítulo quince)

[Visto: 481 veces]

(viene del capítulo anterior)

Yarek caminó con el atrapasueños entre sus manos hasta llegar a la sala. Allí lo esperaba Nora, quien quería una explicación a lo sucedido. “Le fallé a Muchek, le fallé”, dijo el viejo y comenzó a llorar sentado en un sillón. Alfredo y Alonso se acercaron hasta él. El padre le preguntó por qué decía eso.

“Muchek fue mi hijo. Cuando él era un niño, yo me preocupe más de mi tribu y no de prestarle atención”, contó Yarek cuando estuvo más calmado. Él señaló que le regaló el atrapasueños para protegerlo, pero sólo fue una excusa para descuidarlo. Un día, el niño desapareció y sólo encontró en las tierras áridas las dos partes del amuleto partido.

Unas noches después de la desaparición, el espíritu de Muchek se le presentó en su casa y comenzó a atormentarlo. El juguetero no encontraba la forma de que se fuera, hasta que logró encerrarlo en el oso de peluche. “Yo les regalé el oso con la esperanza que pudieran cuidarlo”, terminó Yarek con notorio descontento. Alfredo lo miró condescendiente, cuando Alonso se le adelantó: “creo que sé lo que hay que hacer”.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo catorce)

[Visto: 458 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alfredo entró en la habitación y corrió hasta Alonso. “¡Hijo, hijo!”, exclamó el padre con desesperación al ver al niño tan pálido. “Ve y tráeme un poco de agua en un vaso”, le dijo un cansado Yarek. Como no le hiciera caso, el viejo tuvo que gritarle para que reaccionara Alfredo. 

El hombre salió y se dirigió hacia la cocina donde sirvió un vaso con agua y se lo llevó hasta la habitación. Una vez en sus manos, Yarek pronunció una letanía en su idioma nativo y le devolvió el vaso al padre. “Dale que beba un par de sorbos”, afirmó el juguetero aún sentado en el piso.

Alfredo recostó la cabeza de su hijo en su mano y con la otra le dio de beber los dos sorbos de agua. Alonso recuperó la vivacidad en su piel y, unos segundos después, abrió sus ojos. “Estás aquí papá”, habló el niño y lo abrazó con mucha fuerza. Él también lo abrazó y dejó caer algunas lágrimas. Viendo la escena, Yarek recordó algo y salió fuera de allí.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo trece)

[Visto: 486 veces]

(viene del capítulo anterior)

Apenas salieron de la casa del vecino, los dos hombres vieron a Nora correr hacia ellos. “Alonso entró en la casa y se encerró en su habitación”, dijo sintiéndose confundida por la situación. “Nuestro hijo está secuestrado, pero vamos a salvarlo”, le explicó Alfredo mientras Yarek se adelantó y entró en la casa.

El juguetero caminó hasta la puerta, mientras el atrapasueños brilla tenuemente. Acciona la manija y abre la puerta. El niño, poseído por Muchek, está sentado al costado de la cama, jadeando por el cansancio producido. “Te pido por favor que abandones a este niño y regreses a tu descanso”, le pidió Yarek desde la entrada de la habitación.

“¡Jamás!”, gritó Muchek y se abalanzó contra el juguetero, quien no tuvo otra opción que levantar en sus manos el atrapasueños. El cuerpo del niño cayó al piso y empezó a convulsionar, mientras Yarek vio cómo el espíritu salió del niño y es absorbido por el resplandeciente artefacto. “Está hecho”, clamó el juguetero y se arrodilló en el piso.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo doce)

[Visto: 444 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alfredo le preguntó al juguetero si se siente bien. “Sólo un poco cansado, pero bien”, responde Yarek y saca de su bolsillo el atrapasueños que le había regalado. Alfredo se inquieta un poco por ver él objeto y le inquiere por qué lo sacó de su casa. “El atrapasueños sólo era un instrumento para calmar a Muchek”, respondió el viejo.

Le explicó que, en su estado actual, el atrapasueños sólo funcionaría si él y su hijo mantenían el interés en el peluche pero, al descuidarse, hicieron que el espíritu se enfadara y ganara más fuerza y poder. Entonces, Yarek sacó de su otro bolsillo una pluma azul oscuro atada a un hilo grueso. “Lo que sucedió es que siempre estuvo incompleto”, afirmó el juguetero.

Yarek ató la pluma al círculo principal, y ambos hombres percibieron un sorprendente resplandor que los dejó enceguecidos unos segundos. Alfredo no puede ocultar su asombro al descubrir el portento que acaba de ocurrir. “Ahora está completo, ahora Muchek no podrá escapar”, sentencia Yarek y se levanta en busca del poseído.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo once)

[Visto: 453 veces]

(viene del capítulo anterior)

Aunque los dos hombres se apresuraron en llegar a la casa del vecino, lo cierto es que una tormenta sobrenatural se desató dentro de la vivienda. Cuando quieren entrar por la puerta, ven el agua salir con mucha fuerza, impidiéndole poder derribarla. Utilizando más fuerza de la imaginada y, tras resbalarse varias veces, Yarek y Alfredo logran abrir la puerta y se adentran en la casa.

La sala está vacía y los focos apenas si alumbran el espacio inundado. “¡Alonso, Alonso!”, llama Alfredo a su hijo mientras avanza corriendo por las habitaciones. Por su parte, Yarek camina con mayor cautela, hasta que consigue escuchar un gruñido de oso. Se dirige hacia dónde proviene el sonido y encuentra al peluche tirado en el piso.

Yarek agarra el peluche, pero este no se mueve para nada. “¿Me buscabas?”, pregunta Muchek y se aparece como quería: posesionado del cuerpo de Alonso. A pesar de la sorprendente situación, el juguetero mantiene la calma y empieza a cantar una letanía en su idioma nativo. Alonso empieza a retorcerse de dolor y tiene que huir de allí para evitar desmayarse.

Alfredo llega donde está Yarek. Viéndolo muy cansado, le pregunta qué es lo que ha pasado. “Muchek se ha apropiado del cuerpo de Alonso: tenemos que salvarlo”, respondió el juguetero con dificultad y se sentó en el piso.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo diez)

[Visto: 492 veces]

(viene del capítulo anterior)

El juguetero entró primero en la habitación de Alonso y le dio una mirada completa. Sentía la presencia agobiante del espíritu y fijó sus ojos sobre el peluche. Éste, que se había mantenido echado sobre la cama, viró su cara hacia el viejo. “Has venido, Yarek”, fue lo que dijo la voz grave y penetrante que salió desde él.

“Muchek, cometí un error, pero ahora vengo a llevarte a casa”, señaló el juguetero con mucha precaución en sus palabras. El oso rió de una forma espantosa, y luego agregó: “¡ya estoy en casa!”. El peluche gritó un ruido amplio que se transformó en un viento imparable. Yarek y Alfredo, que se había quedado parado en la puerta atestiguando el asombro, fueron arrojados fuera de la habitación contra las paredes del pasillo.

Alarmada por lo sucedido, Nora, que se quedó en la cocina, se tiró al piso mientras las ráfagas de aire entraban a la cocina. Una vez que el fenómeno se desvaneció, ella caminó hacia el pasillo y encontró a su esposo y al  viejo tirados en el piso. Tuvo que avisarles y reanimarlos para que volvieran en sí. Una vez despierto, Yarek le preguntó a Nora dónde estaba su hijo. “Está con los hijos del vecino”, respondió ella temerosa, y el viejo se apresuró en ir hacia allá.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo nueve)

[Visto: 475 veces]

(viene del capítulo anterior)

Desconcertado por la respuesta recibida, Alfredo subió a su carro y se dirigió a la casa. Apenas llegó, le llamó la atención oír a su mujer conversar con otra persona. Al abrir la puerta, se dio con la sorpresa que ella estaba sentada junto con el viejo de la juguetería. “Señor Alfredo, ¡qué gusto verlo de nuevo!”, dijo el hombre ante el recién llegado, que aún está sorprendido con la visita.

“Él ya me contó sobre el juguete”, señaló Nora y se retiró para que pudieran hablar. El viejo agradeció el té que le invitó la señora, pero su gesto se convirtió en adusto una vez que miró a Alfredo. Antes que el padre pudiera reaccionar, el juguetero afirmó preocupado: “Muchek está molesto”.

Alfredo le preguntó quién era Muchek. “Es el espíritu que mora dentro del peluche. Se pone agresivo si es que lo maltratan o no le prestan atención”, señaló el viejo con voz calma pero firme. Como viera a Alfredo retroceder, le preguntó si había cometido alguno de esos dos errores. El padre asintió con la cabeza. “Es hora de calmarlo: sólo espero que no sea tarde”, dijo el juguetero y le pidió que lo llevara hasta el peluche.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo ocho)

[Visto: 516 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alfredo quedó estupefacto al ver los arañazos y heridas. Luego de unos segundos de mirarse en el espejo, abrió el botiquín y buscó el alcohol y el algodón. Pasó más de media hora limpiándose la sangre hasta que terminó de curar la última herida. Su cuerpo parecía medio momificado por la cantidad de gasas usadas para tapar los rasguños.

Convencido por lo sobrenatural del hecho, decidió que llevaría el oso a donde el juguetero en la mañana. Sin embargo, cuando fue a la habitación de Alonso, no lo encontró. “Creo que ha huído”, dijo el niño algo asustado. Como quiera que no había dormido bien, Alfredo deja el tema para más noche.

Saliendo del trabajo, enrumba hasta la tienda del juguetero para pedirle una explicación. Para su sorpresa, encuentra que el local está vacío. Ni los anaqueles, ni los muñecos, ni el juguetero: nada. Mirando por la ventana, lo único que puede observar es el limpio piso, sin rastro de suciedad.

Se atreve a tocar la puerta del costado para saber si le pueden dar razón del juguetero. El vecino lo atiende con amabilidad y Alfredo descubre que es el dueño del local. Ante la pregunta por el viejo hombre, el vecino responde que él se había marchado hace unas semanas atrás.

(continúa)

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