Archivo de la categoría: Fragmentos literarios

Breves creaciones literarias del autor

El rey Azul (capítulo tres)

[Visto: 484 veces]

(viene del capítulo anterior)

En el castillo, el rey Eduardo mira desde lo alto de la torre que corona la estructura de defensa. Uno de sus consejeros, sorprendido por su actitud, se le acerca a saber sobre su ánimo. “Mi señor, ¿está todo bien?”, pregunta el consejero con cierto temor. Eduardo se queda unos segundos callado, gira la cabeza para ver quién le habla y vuelve a mirar la noche.

“La guerra llegará a su fin pronto, pero algo aun me inquieta”, respondió Eduardo de forma ambigua. El consejero le inquirió qué asunto lo tenía tan desconcertado. “Sé que ganaré la guerra, pero no sé si mi gemelo vivirá”, señaló el rey y miró a su interlocutor con cierta tristeza. Se siente perdido: no es fácil que aquel con quien has crecido, de pronto se oponga a tus ambiciones.

“El príncipe se rebeló a tu deseos y es un traidor a la causa…”, argumentó el consejero para preparar su recomendación, “sin embargo, te sugiero prepares una comitiva para que los que quieran rendirse puedan volver a sus casas”. El rey agradece la sugerencia y el consejero se retira. Eduardo se toma la cabeza entre sus manos y enuncia compungido: “ay Azul, hermano, si me hubieras sido leal…”

(continúa)

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El rey Azul (capítulo dos)

[Visto: 366 veces]

(viene del capítulo anterior)

Edoren y Azul montaron sus caballos y cabalgaron bosque adentro hasta encontrar el claro donde acampa la mayor parte de su ejército. Edoren desmontó y se dirigió a los líderes para conversar en la carpa del campamento. Ellos esperaban una decisión final sobre la guerra: han combatido durante más de tres años y era obvio que, a pesar de algunos éxitos, no consiguieron la victoria final.

De hecho, su pensamiento se inclina más por la disolución del ejército y el éxodo hacia otras comarcas. Además, Edoren compartía esa misma opinión. Por eso se sorprendieron cuando Azul enunció su veredicto. “Pasaremos a la ofensiva y ganaremos la guerra”, señaló el impetuoso y joven caballero. Los líderes comenzaron a reir ante lo que consideraron un desvarío de Azul.

Edoren lo llamó aparte. “¿Qué carajos estás diciendo?”, le recriminó  con dureza al no entender lo que acaba de escuchar. Azul rió, desconcertando aún más a su segundo, y se dirigió a los presentes: “Eduardo el Rojo cree tenernos acorralados… pero eso no es así. Dentro de tres días se los demostraré”, dijo el caballero totalmente convencido.

Los líderes se miraron uno a uno intentando tener un consenso: levantaron sus espadas en señal de respaldo a Azul. Entonces, el joven miró a Edoren con gran confianza y le respondió: “Hagamos la estrategia”.

(continúa)

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El rey Azul

[Visto: 436 veces]

“Es otra mañana en el bosque. Aunque he despertado ya hace mucho, a mis ojos los siento cansados. Será que la huida ha terminado por derrumbarme, y ahora sólo queda hacer frente a la última amenaza. Esa que dice que la batalla decisiva se encuentra por venir. Doy media vuelta hacia la frondosa vegetación, esperando que mis amigos tengan algo que decir”.

Este es el pensamiento que dirige a Azul hasta donde están sus huestes. Es verdad que la mayoría son buenos jinetes y arqueros, pero no es menos cierto que están diezmados. Hace apenas una semana salvaron la vida con las justas luego de la ofensiva del rey Eduardo el Rojo. “Apenas si somos mil quinientos valientes”, le informó Edoren, su fiel lugarteniente.

Para Edoren, la suerte está echada: divisó un ejército de cerca de cinco mil hombres acercándose hacia la llanura. Pero Azul no está dispusto a rendirse. “Quizás seamos menos, pero esta guerra no se ganará por número sino por inteligencia”, respondió con mucha confianza y le pidió reunirse con los líderes para afinar una estrategia.

(continúa)

 

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La duda de Jorge (capítulo final)

[Visto: 420 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Roberto, mira, quiero decirte que…”, empezó a decir Jorge antes de verse interrumpido por un furioso derechazo que lo lanzó al piso. “Qué carajos tienes que explicarme, ¡no te quiero ver más!”, respondió Roberto totalmente triste y molesto y, antes de retirarse, tiró algo al costado de Jorge.

Él se incorporó con dificultad y miró lo que había dejado caer: era su cuaderno de anotaciones. Se dio cuenta que el ardid tramado por Nati fue una excusa para sacarlo de su casa y poder buscar las pruebas de su cambio de actitud. “Pero, ¿cómo pudo conseguirlo si estuvo conmigo?”, se preguntó confundido antes de ver pasar a Nati con Viviana paseando “de casualidad” por allí.

A la semana siguiente, en la universidad, las noticias tampoco fueron mejores: el rumor de su experimento social fue difundido por Roberto y, sobretodo, por Nati. Las terribles miradas de desprecio que recibía a diario terminaron por minar su ánimo. Un buen día, decidió que no entraría a clases y se fue caminando sin rumbo por el campus.

No fue sino hasta que tropezó sobre un descuidado césped, que finalmente se quebró. Se rió de impotencia y naturalmente sus gestos empezaron a contraerse hasta que lloró amargamente. Lloró por Nati. Lloró por Roberto. Lloró por culpa de aquella duda que lo dejó sin nada… ni nadie.

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La duda de Jorge (capítulo trece)

[Visto: 476 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Siento que tuvieras que enterarte así, pero es la verdad”, le alcanzó a decir Nati antes que Roberto saliera corriendo fuera de la casa. De la ingrata sorpresa que había recibido, Jorge se acercó totalmente indignado hasta su ex para reclamarle. “¿Qué carajo estás haciendo?”, le gritó fuera de sí.

Ella se empezó a reir con malicia. “¿De verdad creíste que volvería contigo? Escúchalo bien: ¡Todo, todo esto fue un juego!”, le respondió Nati con dureza y a él le dolió el corazón. Cómo poder entender que había sido tan ingenuo, de poder creer que ella lo recibiría con los brazos abiertos así de la nada.

Salió de la casa con la mirada perdida, aún sin poder asimilar lo sucedido. De pronto, recordó que Roberto debía estar cerca, así que apuró el paso y empezó a buscarlo por los alrededores. Jorge no se detuvo hasta que encontró un paradero. Allí está su enamorado, tratando de disimular el dolor de la traición, esperando huir a donde no lo pudiera encontrar.

(continúa)

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La duda de Jorge (capítulo doce)

[Visto: 442 veces]

(viene del capítulo anterior)

Nati no dudó en llevarlo hasta su habitación en el segundo piso. Jorge no sabía cómo comprender lo que estaba sucediendo. Y así como ella se entregó dócilmente a él, él tampoco dejó pasar la oportunidad. Dos cuerpos desnudos se entendieron en un profundo éxtasis que duró las siguientes horas.

Una vez que se cansaron, Jorge pasó su mano por la cintura de Nati, tocándola con sumo placer. “Te amo”, susurró el joven. Ella sonrió y se le quedó mirando por varios segundos sin decir nada. “Yo también te amo”, Nati rompió el silencio y le dio un beso en los labios. Más tranquilo por esa revelación, Jorge se quedó muy dormido.

Despertó como a las dos horas. Nati ya no estaba a su lado en la cama, así que pensó que estaría estudiando en la sala. Se cambió y bajó lentamente por las escaleras. Él sueña despierto y espera poder tenerla otra vez entre sus brazos. “Hola mi…”, hace su ingreso en la sala sin imaginar que el sorprendido sería él: Nati está sentada en el sofá… junto con Roberto.

(continúa)

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La duda de Jorge (capítulo once)

[Visto: 530 veces]

(viene del capítulo anterior)

Jorge camina preocupado hacia el parque. Más allá de no saber sobre qué quiere hablarle Nati, lo más inquietante es que, sea lo que sea, no sabe qué decirle. “Sí, él ya está aquí. Hablamos luego”, fueron las últimas palabras que pronunció Nati antes de cortar la llamada que había recibido.

Ambos se saludaron con cierta reserva y , a continuación, Jorge le preguntó cómo se siente. “No estoy bien, para nada”, fue su lacónica respuesta. Nati le confirmó muchos de los rumores que Jorge ya había escuchado. Aun así, tenía dudas sobre para qué lo había llamado. “Si es tan sólo para escucharla, ella hubiera preferido una llamada, no verla cara a cara”, pensó con cierta malicia.

Así que, cuando ella terminó de contarle sus desdichas, fue directo al grano: “Comprendo tu situación, pero no sé para qué me necesitas”. Ella lo miró con cierta nostalgia y, acariciándolo, colocó sus brazos detrás de su cuello. “Para que me consueles”, fue su muy resuelta respuesta y lo besó en los labios con mucha pasión.

Un tanto sorprendido, Jorge no disfrutó del beso en un primer momento, pero se dejó llevar y la besó a Nati con más ganas. “¿Qué te parece si vamos a mi casa?”, Nati dijo con total coquetería. “Vamos”, fue la breve contestación de Jorge. Salieron del parque tomados de la mano y caminando tranquilamente. También se fue un mudo testigo corriendo en dirección contraria

(continúa)

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La duda de Jorge (capítulo diez)

[Visto: 462 veces]

(viene del capítulo anterior)

Luego de tres meses de estar saliendo, Jorge sintió por fin que había consolidado algo nuevo. Los apuntes que había hecho al inicio de su experiencia habían terminado por estar inconclusos dentro de un cajón del escritorio que se encuentra en su habitación. Todo parecía avanzar bien hasta que recibió noticias de Nati.

Y es que, mientras se concentró en Roberto, también dejó olvidados los chismes alrededor de su ex. Hasta que uno de sus amigos le comentó que últimamente la vio muy entristecida. Que había peleado con la chica con la que estaba. Que la dejaron sin más explicación. Jorge escuchó atentamente y se quedó pensativo.

En principio, lo ocurrido con Nati no debería afectarlo porque hace muchas semanas que no tenía nada que ver con ella. Sin embargo, sigue considerándose su amigo y piensa que mostrarse indiferente, le supone estar de acuerdo con su desgracia. Así que decidió llamarla para ver cómo se siente y si necesita apoyo.

La voz de Nati al otro lado de la línea se llenó de emoción al escucharlo. “Por favor, te necesito a ti… a ti. Porfa, ven a verme, quiero hablarte”, dijo ella con mucha ansiedad. Jorge se quedó en silencio ante su confesión. Tras unos segundos de incertidumbre, su ánimo cambió: “espérame en el parque, ya voy”.

(continúa)

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La duda de Jorge (capítulo nueve)

[Visto: 464 veces]

(viene del capítulo anterior)

Jorge se sintió con mayor confianza para poder invitar a salir más seguido a Roberto. No importaba si sólo era ir al cine a ver una película algo aburrida o sentarse en un café a leer uno de esos soporíferos libros de ensayos. Disfruta mucho la compañía de esa persona que, siendo tan parecido a él, es tan genuino y distinto.

Pero un paso importante le hacía falta: darle un beso. Aunque Roberto se lo insinuo en un par de ocasiones, a Jorge le había costado aceptar esa situación. Y a pesar de haberle dejalo abrazarlo y recibir ósculos furtivos en su mejilla, se mostraba sutilmente reacio a emprender dicho avance. Hasta que no pudo esperar más.

“Habíamos quedado en encontrarnos en el parque. Llevo esperando a Roberto más de media hora, y los pensamientos se atoran en mi cabeza. Otra vez la sensación de decirle la verdad de mi plan, me estruja el cerebro y me golpea en lo más hondo; y sólo me queda disimular mirando en dirección a la gente que pasa de un lado a otro por la acera.

De pronto, él se aparece y se acerca. Se disculpa por el retraso, me cuenta que un imprevisto en su casa lo obligó a demorarse. Yo le perdono. Le tomo de la mano y caminamos de la mano por el parque hasta que me detengo. Roberto me pregunta por qué paramos, pero yo sólo me apresto a acariciarlo.

Para cuando se da cuenta, acerco mis labios a los suyos y le robo un beso. Él se quedó gratamente sorprendido, me sonríe y no se queda atrás. Me roba un beso… Empatados uno a uno”.

(continúa)

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La duda de Jorge (capítulo ocho)

[Visto: 468 veces]

(viene del capítulo anterior)

Son las seis y media de la mañana. La perilla de la puerta gira después de ser abierta por fuera. Jorge entra en la habitación y sus ojos cansados sólo pueden ver la cama que está delante. Como una pluma que es arrastrada por el viento, se deja llevar y cae pesadamente sobre el viejo colchón.

La una de la tarde recién le dio la bienvenida a un nuevo día. Miró su reloj y, aún incrédulo por lo sucedido, brincó de la cama y se fue al baño a darse un duchazo. Una vez repuesto de la resaca, tomo otra vez su cuaderno y se puso a escribir.

“Nos sentamos en la barra y él pidió unos tragos. Mientras esperábamos, yo miré hacia la pista de baile. Las parejas de chicos y lesbianas bailaban con total normalidad, como cuando Nati y yo éramos pareja y nuestras amigas y amigos nos acompañaban en las juergas. Al fin y al cabo, pensé también son personas.

Fue en ese momento de suprema reflexión, cuando sentí que Roberto deslizo su mano al costado de la mía. Y aunque me sorprendí, hice lo necesario para que no pareciera evidente. Como el barman demoraba, él me invitó a bailar. Acepté de buena gana y sentí que podía danzar con tanta gracia, que no importa quién sea mi pareja de baile.

Sentí que tengo una nueva actitud, un nuevo compromiso. Sentí que soy otra persona. Sentí, en fin, la verdadera libertad”. 

(continúa)

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