La escalera de Chronos (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

Chronos se acercó hacia el fuego del oráculo y le explicó así: “Tengo un problema: una vez un hombre pidió un deseo, ser joven por siempre. Al hacerlo, abrió la posibilidad de crear humanos inmortales, privilegio reservado a los dioses. Quiero saber si acabaré con él”.

“Es raro verte, y mucho más aún verte dudar”, replicó Pitia con sarcasmo. Aun así, fue a buscar las hierbas mágicas, las que arrojó el fuego del oráculo, y cerró los ojos. Se acercó a aspirar los vapores emanantes durante varios segundos, luego de los cuales, abrió los ojos.

Mirando sin pupilas, la vidente le confesó al dios: “Una gran vida se perderá. Si quieres ganar, convoca a las Moiras. Ellas están prestas a ayudarte”. Luego de hablar así, Pitia cerró y abrió otra vez los ojos, volviendo a la normalidad. Chronos le dejó diez monedas de oro en el piso y salió de la misma forma que entró.

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Recuerdos de la oscuridad

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El anciano trata de descansar en la mecedora. A diferencia de otros sábados en su apacible casona, este día fue particularmente agotador. No era para menos: sus dos hijos vinieron a visitarlo por su cumpleaños, con sus esposas y sus nietos.

El viejo hombre tuvo que esforzarse más para escuchar las anécdotas de Víktor y Vladimir, sus vástagos, así como jugar en algunos momentos con los pequeños. Cayendo la tarde, pudo escapar hacia el balcón. Allí estaba su mecedora, aquel compañero de innumerables sueños y pesadillas.

Se dispuso a cerrar los ojos. “Sígueme, sígueme”, escuchó la voz infantil a un extremo de la sala. Medio somnoliento, avanzó hacia dentro de la casa unos cuantos pasos. Y no pudo más: se desplomó sobre el piso con estruendo.

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2011: Un año de transición

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Sin lugar a dudas, el signo más saltante del año que acaba de pasar fue la vorágine que yo como autor tuve que pasar al tener que enfrentar el último año de estudios en la universidad. Esto condujo a que las horas de escritura se redujeran, con lo cual la duración de las historias se hiciera más extensa, y eso no siempre fue un beneficio.

De hecho, ocho historias en una temporada parece una cifra poco halagadora. Aún así, desarrollar un relato como “Los tiempos de Joel” (27 capítulos) resultó ser una experiencia importante para entender el relato de largo aliento y “no morir en el intento”: su segunda parte para este 2012 no será tan extensa pero permitirá cerrar el final inesperado y exótico que a todos sorprendió.

La nueva temporada ya comenzó y agradezco a los lectores su empatía y lealtad a este, su blog. Sin ustedes, a pesar de la dificultad antes mencionada, este espacio no hubiera tenido casi 100,000 visitas el año anterior, lo que levantó nuestro posicionamiento del lugar 192 al 164 de los blog más visitados entre la esfera Blog PUCP. Muchas gracias a todos ustedes y, como ya es costumbre, los dejo con el repaso de los diez artículos más vistos y los diez de mejor promedio.

Los diez artículos más vistos

1. El hombre en la capucha: Que Dios te perdone, Ciudad Tejeda [208 visitas]

2. Los tiempos de Joel (capítulo tres) [178 visitas]

3. La noticia inesperada (capítulo dos) [178 visitas]

4. La noticia inesperada (capítulo final) [162 visitas]

5. La noticia inesperada [162 visitas]

6. El hombre en la capucha: Que Dios te perdone, Ciudad Tejeda (capítulo siete) [149 visitas]

7. La noticia inesperada (capítulo siete) [146 visitas]

8. El hombre en la capucha: Que Dios te perdone, Ciudad Tejeda (capítulo final) [145 visitas]

9. El hombre en la capucha: Que Dios te perdone, Ciudad Tejeda (capítulo cuatro) [142 visitas]

10. El hombre en la capucha: Que dios te perdone, Ciudad Tejeda (capítulo seis) [141 visitas]

Los diez artículos de mejor promedio

1. La guerra de los oráculos (capítulo quince) [1.6842 visitas diarias]

2. El amigo imaginario (capítulo final) [1.5714 visitas diarias]

3. El amigo imaginario (capítulo seis) [1.2647 visitas diarias]

4. Los días de un hombre invisible (capítulo seis) [1.1219 visitas diarias]

5. La guerra de los oráculos (capítulo catorce) [1.0426 visitas diarias]

6. El amigo imaginario (capítulo cinco) [0.9546 visitas diarias]

7. Los días de un hombre invisible [0.9438 visitas diarias]

8. Los días de un hombre invisible (capítulo cinco) [0.9322 visitas diarias]

9. La guerra de los oráculos (capítulo final) [0.90 visitas diarias]

10. El amigo imaginario (capítulo cuatro) [0.8868 visitas diarias] Sigue leyendo

La escalera de Chronos

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Atendiendo con diligencia y misterio, Pitia dicta su suerte uno a uno a los hombres que se acercan a Delfos, el mítico santuario del oráculo griego. Esa mañana, tan iluminada por el sol, pronto el cielo se oscureció y la lluvia copiosa ahuyentó a los empapados peregrinos.

La vidente iba a guarecerse en los aposentos del templo cuando una presencia la detuvo. Parado junto a la entrada, hay un forastero que viste una túnica gris con capucha, la que sólo permitía ver la barba blanca que sobresalía de su oculto rostro.

“Váyase ahora, que la lluvia arrecia”, le dijo ella con miedo en la cara. “¿Es que acaso no reconoces el poder del Tiempo?”, preguntó el forastero. Pitia, que en principio lo había ignorado, volteó hacia el peregrino.

No pudo ocultar su sorpresa: Chronos, Señor del Tiempo, se quitó la capucha gris, dejando ver su envejecido rostro. “¿Qué te trae por acá, dios remoto e inalcanzable?”, dijo la vidente recuperándose del inicial asombro.

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El amigo imaginario (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

Mateo sintió cómo luego de un rato se calmaron las cosas. Eli volvió a ingresar al cuarto pero ya no al closet. “Me tengo que ir. Adiós Mateo”, se despidió mientras abrazaba al niño. Mateo le regaló un tierno ósculo. Eli le agradeció y saltó de la ventana hasta el primer piso.

El cielo se puso claro, como si fuera de mañana, por unos segundos. La luz, que tan fuerte iluminó esos instantes, se desvaneció tan repentinamente como apareció. Sólo Mateo pudo comprenderlo: “Adiós Eli”, dijo el niño mirando hacia la ventana, y se durmió.

Pasó cerca de un mes. Mónica, que tan vital había estado al empezar a vivir en la casa, había decaído un tanto en su ánimo y decidió ir al médico. Preocupado, Roberto le preguntaba qué tenía. Ella le contestaba que los médicos seguían haciendo análisis.

Una noche ella volvió contenta. Le contó a Roberto que los médicos no encontraron nada malo. “Por el contrario, es la mejor noticia de mi vida”, le dijo muy contenta. Al escuchar de sus labios que está embarazada y que iba a ser padre, Roberto puso cara de “¿qué?”.

El joven padre se agarró los cabellos, masajeándolos con desesperación. Mónica le preguntó por qué se ponía así. “¡Me hice la vasectomía!”, gritó Roberto furioso por la noticia. Ambos escucharon unos pasos en la escalera. Era Mateo quien iba a su encuentro.

Se acercó a Mónica y le abrazó su abdomen. Ella lo acarició y le agradeció su gesto. Dirigiéndose a su papá le dijo: “Hermanito o hermanita, quiero que lo llames Eli”. Sigue leyendo

La guerra de los oráculos (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

“Manuel fue alzado en brazos por los desérticos, quienes no imaginaban una victoria así de contundente. Menteuté mismo lo felicitó y lo nombró como su consejero, y le pidió que se mantuviera en su corte.

El joven, héroe pero modesto al fin, tomó la decisión de apoyar al rey, pero también de no estar cerca suyo. “Déjame vivir en el templo de Yilal”, le suplicó el salvador de su pueblo. Como pocas veces, Menteuté se mostró magnánimo y le concedió su deseo, no sin antes nombrarlo Yetro”.

“Abuelo, ¡ese es tu nombre!”, dijo el pequeño nieto mientras se mostró maravillado por el final del relato. “Sí, perdona, es que a veces uno se entromete en sus historias”, sonrió el anciano y sonrió también el niño.

El menor le preguntó cuándo volvería su padre. “No lo sé, pero creo que llegará pronto”, afirmó con una sonrisa. El pequeño se animó, lo abrazó y salió de la estancia. El anciano se acercó hacia las columnas del templo. Mirando al cielo, exclamó: “Hijo mío, espero que regreses pronto del futuro”. Sigue leyendo

Los días de un hombre invisible (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

“Suéltame”, grito Angie, pero Gómez la golpeó y la tiró al piso, hiriéndola. Ezio trató de defenderla en vano: Gómez también lo golpeó y lo dejó medio aturdido. Luego tomó a Angie de la cabellera y la amenazó con su pistola. A pesar de ello, ella gritó a su amigo por ayuda: “Ayúdame Ezio”.

“Ignórame, por favor”, le suplicó Ezio en una frase que a ella le sonó absurda, “ignórame y te salvaré”. Ella no sabía qué hacer. Se quedó callada mientras su agresor la desvestía. Cerró los ojos y se concentró en olvidar el horror que vive.

Sintió que la soltaban, unos puños golpeándose, un disparo sonar en el aire. Abre los ojos: el policía está en el piso, la cabeza totalmente ensangrentada. No se mueve. Al otro lado, Ezio aparece de la nada, la levanta del piso y la abraza.

“Gracias Ezio”, dice Angie con lágrimas bajando sus mejillas, cuando se percata que algo mancha la zona de su abdomen. Se da cuenta que Ezio está herido en el costado. Se sujeta de ella pero es infructuoso: cae sobre el piso y dirige su rostro pálido hacia su novia. “Gracias por confiar en mi”, le dijo sonriendo, mientras ella llora desconsolada, y murió.
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El amigo imaginario (capítulo seis)

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(viene del capítulo anterior)

Mateo no comprendía por qué su abuela se iba de la casa. Tampoco por qué llegaba esa joven linda que le tocaba la cabeza. Y menos por qué, luego que su papá lo despedía a la hora de dormir, escuchaba fuertes gritos en el cuarto contiguo. Todos esos pensamientos lo tenían desconcertado.

Aquella noche, Eli escuchó los pesares del niño, y le dijo que no se preocupara. Haciéndose invisible, salió del closet y caminó fuera del cuarto. Al mismo tiempo, Roberto salió sudando de su habitación.

Al pasar por el cuarto de Mateo, sintió un leve escalofrío en la espalda. Aun así, bajó hasta el primer y entró en la cocina, cerró la puerta, abrió la refrigeradora y se hizo un sándwich. Se dio su tiempo para masticarlo y saborearlo.

Luego de comerlo, subió otra vez hacia su habitación. En su cama, Mónica lo esperaba desnuda y jadeante. “¿Continuamos?”, le preguntó al verla así. Ella se abalanzó sobre él. Sorprendido por las tremendas ganas de su novia, Roberto se dejó llevar.

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La guerra de los oráculos (capítulo quince)

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(viene del capítulo anterior)

Manuel empezó por limpiar el palacio de los espías: cientos de ellos murieron ejecutados en la siguiente semana. Mientras, se abocó a la tarea de armar una gran trampa alrededor de la casa de Menteuté, y enseñó a la guardia real una serie de estrategias para enfrentar mejor al enemigo.

Yendrá tampoco se quedó quieto: animado por la noticia de la muerte de Yilal, se puso a la cabeza de su ejército y, junto con Nerjad, encaminó hacia Tebes. Aquella mañana de tenue sol que entró en la ciudad, la encontró desierta.

Sin resistencia a la vista, avanzó hacia el palacio de Menteuté, listo para saquearlo. Pero cuando ingresaron en la explanada, el suelo se sintió mover. Caballos y hombres lucharon por sus vidas mientras el terreno se los tragaba.

Fue entonces que los vio: los arqueros del rey-dios se habían apostado en las zonas altas del palacio y en su retaguardia, y fulminaron la última resistencia del ejército invasor. Los lamentos se transformaron en silencio mientras Yendrá y Nerjad veían a Manuel desbaratar a los heridos con los rayos salidos de su arma.

“Hoy les entregaré Tebes”, había vaticinado el falso oráculo al pueblo de Saut antes de salir a su final. Y ahora sólo le quedaba morir: Yendrá cerró los ojos al desaparecer sobre el terreno.

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Los días de un hombre invisible (capítulo seis)

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(viene del capítulo anterior)

Luego de quedar herido, Ezio faltó a clases. Angie intentó comunicarse con él, pero su celular estaba apagado. Tras varios días en que no supo nada, Ezio apareció de la nada otra vez frente a ella. De hecho, Angie notó la ligera cojera en su pierna derecha.

Ella le preguntó el porqué de su caminar, pero él se excusó diciendo que sólo había sido una resbalada en un piso mojado. Angie decidió creerle y, sobretodo, ayudarlo a que se pusiera al día en sus cuadernos. Ezio sonrió y siguió sonriéndole durante todo el rato que estuvieron juntos ese día.

Se siente contento de saber que no le queda ninguna duda sobre ella, que podrá confiarle siempre todos sus secretos y miedos porque estaría siempre para apoyarlo. Con ese pensamiento se llenó su tiempo y su espacio, tanto así que no se dio cuenta que ya habían salido de la universidad y caminan por una calle a oscuras.

Ezio la detiene un momento. Angie voltea y se le queda mirando. Ezio toca suavemente su pelo con una de sus manos, mientras ella se sonroja y parece esquivarle la mirada. Al final, le devuelve la mirada, toma su cara entre sus manos y lo besa con demasiadas ansias.

Ambos están demasiado contentos, hasta que los faros de un auto vienen a interrumpir el momento. Para ingrata suerte de ellos, el hombre pelirrojo baja rápidamente del patrullero y detiene a Angie por el brazo.

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