Archivo de la categoría: Poemario

Poemas y símiles

Silencio y despedida

[Visto: 465 veces]

Me acerco hasta ti

que me esperas en la banca,

mirando hacia las flores

como viendo a la nada.

Quiero decir unas palabras

que me conecten contigo,

pero mis labios son callados

por tu índice nada furtivo.

No me atrevo a desafiar

este silencio imponente,

que me confunde y me acaba,

que turba mi mente.

“¿Seguirás actuando así

como hasta ahora?”,

preguntas directo

y a quemarropa.

Vacilo, titubeo,

dudo por completo,

tus dedos se crispan,

tus ojos no veo.

Esa es la respuesta

que no querías escuchar,

pero fui tonto al hacerlo

y me tuviste que olvidar.

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Acercarme y por gusto

[Visto: 469 veces]

Es tan sólo otro día

en el mismo paradero,

subiendo al mismo bus,

pagando igual pasaje.

Y todo aquello tan trivial,

tan cotidiano y terreno,

se vuelve relevante

cuando te veo allí.

Sentada o parada,

con anteojos o sin ellos,

me alegra el día ver

tus ojos tan bellos.

Esperé sentarme a tu lado

para verte, admirarte,

quizá una palabra,

una sonrisa arrancarte.

Y de fortuna lo logré

pero ¿para qué?

Sólo para encontrarme

cobarde y silente,

pues se trató de un simple gusto,

un acercarme y por gusto.

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Cinco panes y dos peces

[Visto: 488 veces]

Se te nota en la cara

lo que has caminado

bajo el sol abrazador,

entre arbustos muy secos.

Pero tu enorme sacrificio

te parece muy poco

pues sigues al Maestro

que predica con su ejemplo.

Y sientes que no continuarás

si no pruebas bocado,

buscando inquieto te pones

por algo de comer, de beber.

Es cuando te avisan

que el Maestro dará de comer,

pero no saben el alimento

ni tampoco el requerimiento.

“Cinco panes y dos peces”,

murmulla la angustiada gente

esperando una respuesta

de forma impaciente.

Cristo bendice

y a repartir empieza:

a cada uno le toca

y todos se alimentan.

Saciado el forastero,

sorprendido se pregunta

si esto fue una ilusión,

si no fue tan simple.

Escucha una cálida voz,

es Cristo quien le dice:

“No tendrás más hambre

pues este es pan de vida”.

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Vívida ilusión

[Visto: 481 veces]

Es de esas mañanas

que la luz del sol

se presenta tempranera

que fastidia un montón.

Son las ocho y despierto

con ganas de seguir echado,

de seguir soñando otro rato

con imágenes que ya olvidaré.

Y me duermo otra vez

con la esperanza tibia

de volver a recordar

aquella vívida ilusión.

Tu vestido retoza con el aire,

volteas a verme y sonreirme,

me haces sentir seguro

pues me invitas a seguirte.

Y vuelvo a ese momento

en que corro hasta donde estás

y me esfuerzo aún más

para poder alcanzarte.

Y llego hasta ti

para abrazarte con muchas ganas,

y llego hasta ti

para decirte que no te vayas.

Cierro los ojos por un segundo

y luego los vuelvo a abrir:

la luz del sol me delata

y ya no tengo ganas de soñar.

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Es así como lo siento

[Visto: 405 veces]

Entro en esa habitación

que parece tan vacía,

aunque estas tú sentada

en la silla tan fría.

Avanzo con pasos firmes

pero tú ni te inmutas,

esperando no verme,

deseando que me vaya.

Te miro a tu cara,

cuyos ojos me rehuyen

y tus cabellos remueves

como delgada cortina.

Pero no son tus ojos semi cerrados

los que quiero convencer:

son tus oídos algo sordos

a los que voy a señalar.

“Fue mi error, mi grave error,

y lo siento mucho,

sólo quiero que me oigas

y no que me respondas”.

Al decirlo así de frente

tan emocionado derramo

unas lágrimas sinceras

que no evitan caer.

Salgo ya de tu espacio

y me dispongo a irme,

pero tu abrazo es muy fuerte,

me desarma por entero.

Empiezo a besarte

y a quererte otra vez,

pues mi vida… tu vida,

ha vuelto a vivir.

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Descubierta la traicionera

[Visto: 484 veces]

Las dudas se hicieron reales

escuchando de casualidad,

viendo por la ventana opaca

o detrás de la puerta abierta.

Todos te esperan

sentados ante el altar,

y tu en un espacio contiguo,

sentado apenas ante la soledad.

La demora se torna evidente,

las flores blancas se secan,

las miradas se intercambian,

los murmullos aparecen.

Hasta que ella, cansada,

va hacia tu encuentro,

y ve que la corbata

ha caído ya al suelo.

Te pregunta qué pasa,

y le respondes con firmeza,

“ya lo sé todo,

no puedo seguir con esto”.

Él abandona cansino

la apacible oficina,

y ella se siente descubierta,

se siente traicionera.

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No la playa ni las olas

[Visto: 470 veces]

La playita, el sol,

el cevichito en su limón,

las olas que barren la arena

y sobre las que doy un chapuzón.

Un día genial, eso pensé,

hasta que vino el regreso,

recoger todas las cosas

y volver a la gran ciudad.

Una combi que nos queda angosta,

soportando el calor de un motor,

hasta que los espacios fluyen

y un asiento se libera.

Me dices que me siente,

te digo que te sientes,

y al final nos miramos

con ojos complices.

Me siento y te sientas,

nos vamos abrazados,

juntos hasta nuestro paradero.

Entonces recuerdo

lo mejor de esta travesía,

no la playa ni las olas,

sino vivirlo junto a ti.

 

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Sublevación contra tu tristeza

[Visto: 445 veces]

Ya no me basta con oir

los breves murmullos

que te destrozan poco a poco

en ingratas noticias.

Con los sollozos entrecortados

que se filtran por las paredes,

y tus miradas caídas

que ya no saben a dónde observar.

Simplemente no quiero

quedarme en eterno silencio,

mientras te quiebras

a cada paso que avanzas.

Hoy me levantaré convencido

y te sacaré de allí.

Hoy me sublevaré contigo

y te haré animar.

Porque esa tristeza que tienes

la conocí tiempo atrás:

hoy ya no me hace daño

y te la ayudaré a borrar.

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Espera en el calor

[Visto: 519 veces]

No necesita ser desierto

para que las gotas de agua

se evaporen tan frágiles.

Desaparecen como la paciencia,

que recorre la espera

sin saber si es accidental

o alguna maniobra dilatoria.

El calor corporal aumenta

así como la frustración interna,

pereciendo el cabello mojado

y el sentimiento de esperanza.

No podría vivir así,

seco por fuera, seco por dentro,

atormentado por una hoguera

más calurosa que una estrella.

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Fuego excelso

[Visto: 562 veces]

El solitario hombre

se esforzó tanto

en prender una fogata

en medio de la playa.

Cuando las llamas nacieron,

las miró con atención,

minuto a minuto consumían

las pocas ramas que recogió.

Y al darse cuenta

que las llamas se extinguían,

se concentró en sus pensamientos

y sin dudarlo los arrojó.

El fuego se alzó excelso,

y siguió arrojando

sus dudas, sus recuerdos,

sus ideas y razonamientos.

El incendio se hizo incontenible,

y se arrojó él también,

se hizo uno con el fuego

y al apagarse, él se fue.

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