Archivo de la categoría: Fragmentos literarios

Breves creaciones literarias del autor

Caminos

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Por los caminos
que conduce la vida
no son siempre llanos
y fáciles de recorrer.

Los hay barrosos
y complicados de badear:
son fango maldito
con tentación a caer.

Los hay divergentes
y ambigüos para escoger,
esconden muchas sorpresas
desagrables por doquier.

En el camino que hoy comienzo
todo es proclive a suceder:
esperanza, alegría y dolor
se mezclan en continuo revolver.
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Acoso

[Visto: 1014 veces]

Son las diez de la noche y recién voy para mi hogar. Camino sin apurarme, pensando en todo lo bueno y lo malo ocurrido en el día. Aletargado por mis propios comentarios, empiezo a sospechar que alguien me sigue de cerca. Miro a diestra y siniestra: sólo un camino llano que me conduce a mi próxima parada. Es entonces que la veo en su completa dimensión, es una sombra.

Aquella sombra que se camufla con los edificios, se encuentra frente a mí, silente, oscura, poderosa. Corro, y corro, y corro más rápido, intentando que no me alcance, pero es inútil: es sombra y conoce mis movimientos. Por segunda vez, cara a cara, decido no huir y vencer a este espectro en su propio juego; cara a cara nos enfrentamos y lo sostengo, asfixiándola lentamente. Mas estoy exhausto, y caigo rendido…

José despierta sobresaltado y corre una última vez para ponerse a buen recaudo en una bodega que aún está abierta. Mientras toma una gaseosa para recuperar el aliento, Alicia entra en la tienda y lo saluda, y de pronto ella se perturba: los ojos de José se ven brillantes y penetrantes. Agobiada, disimula el miedo, y le pregunta cómo está. Con voz suave pero firme, él contesta: “mejor que nunca”. Sigue leyendo

Sin barro ni gloria

[Visto: 960 veces]

Son las 9 de la noche. Constante y contante, el tiempo que pasa por tus piernas se escurre como la pelota que discurre. En la primera del partido, Xiu te hace gambeta por izquierda, giro, gambeta por derecha, y cuando quieres quitar, el balón salió limpio para adelante, recibiendo Trinchu quien -¡tremendo cañonazo!- deja pagando pato al Gordo Rubio.

“Ta mare”, murmuras para ti, tratando una y otra vez de desentrañar el toque en primera que te hace correr mucho y obstruir poco la construcción de jugadas del rival: otra vez Xiu gambetea, pero con el pase atrás que Papita, ni corto ni perezoso, se anima a dirigir -slalom incluido- como un sablazo sobre el pórtico. La pelota va al parante y luego adentro. “Por dos”, grita el Trinchu, convencido que ya la apuesta es suya.

Mas por amor propio que otra cosa, Manuel se pone el equipo al hombro y lo empuja a buscar el empate. No es necesario ser tan sutil: la dividida que a duras penas gana El Nero es un poco ortodoxo pase casi cayendo al ruso Boyeski quien tiene que porfiarla ante Xiu y su intento de gambeta. Confiado en el arquero, el habilidoso jugador tira atrás y Manuel se adelanta para fusilar. La red se infla, inquieta por el tosco disparo.

Por uno, y Manuel ya no quita la marca de Xiu, a pesar del cansancio de casi 20 minutos ininterrumpidos de impacable lucha en la cancha de cemento limitada por los jardines barrosos mojados en la mañana. El cabezazo del ruso es recibido de bolea por El Nero quien dispara directo: el Trinchu lo para a duras penas y El Malandro, de rebote y con cachita, logra empatar el partido. “Iguales”, señala Manuel, confiado que en el alargue confirme la remontada.

Manuel está exhausto por el ritmo del juego y el Cabezón le pide que se quede arriba para el contragolpe mientras él contiene a Xiu en mediocampo. No broder, contesta, estoy bien: ¿estoy bien? Vaya si estaba viendo otro partido, porque apenas cogió el balón, el Trinchu te hizo una guacha que terminó en los pies de Papita quien pasó a Xiu. No te queda otra que ir con todo si quieres evitar el desplome de la defensa.

Haciendo un último esfuerzo, Manuel larga la pierna contra Xiu, quien decide ir hacia fuera de la cancha y su cuerpo cae sobre el barro. La pelota queda picando sobre el borde, pero antes que el Cabezón pueda rechazar, Xiu se impulsa y empalma el tiro hacia donde está el Trinchu: Rubio sale a la apurada, y le puntean apenas el balón por debajo, que Papita define en arco vacío. El alargue termina sentenciando tus dos lucas.

Xiu se yergue sobre el barro que lo unge a pesar del mugroso color. Camina en dirección a Manuel, que se ha quedado tirado en el piso, le extiende la mano y lo levanta, mirándolo con una sonrisa a flor de piel. “La luchaste bien”, dice el habilidoso, “pero te quedaste sin barro, ni gloria”. Tiene razón: tu pena es absoluta, y no hay más que decir. Te alejas de la cancha pensando que, a veces, un piscinazo en el barro no hace daño. Sigue leyendo

Insensible presencia

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Mi piel se eriza
con el implacable frío
y suda goteras
con el tórrido calor.

Mis manos palpan
los cansinos pesos
y reciben alegres
las quietas monedas.

Mis pies cansados
no ocultan su trajín
de idas y vueltas,
de tropiezos sin fin.

Mas el latente corazón
no insufla a mi ser
la vibrante alegría
ni la hosca tristeza.

Frío de indiferencia
que no es frío de calma:
es insensible presencia
que cubre mi alma.
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Sangre

[Visto: 871 veces]

El patio vacío soslaya e inquiere al imperturbable silencio: ¿Dónde están? ¿Adónde los han llevado? Lo sorprende una voz tranquila y cantarina. “No preguntes. Ya no están. Nos han abandonado”. El patio intenta ver de dónde proviene aquella voz, voz que sale desde su centro. “Soy la fuente”, dice, “yo estoy presente y ellos no volverán”. El patio se despierta y se retuerce, comienza a agrietarse: algo lo inquieta desde su ser, algo que no ve pero infinitamente siente.

“Se los han llevado los guardias negros. Se han llevado vociferando el padre, clamando piedad la madre y llorando los dos niños”. El patio se exaspera: las grietas se profundizan y alcanzan a la fuente, que siente un gran dolor. “Se los han llevado junto con otros de su condición. Sólo esperan en la cárcel el llamado del verdugo”. El patio grita y su grito se manifiesta en su piel, aquella piel que se vuelve costra. La fuente sobrevive el embate pero es aguda la pena.

“Hoy amanecieron, rezando al creador. El padre escribió una carta en que nombra a nuestro benefactor”. Las costras salen de su sitio y puede observarse la tierra debajo. La fuente, afectada en su base, apenas soporta aquel incontenible dolor, pero se jura que hablará aunque sólo emita una exhalación. “Hoy los llevaron a la guillotina. Hoy perdieron sus vidas”.

Y no pudo decir más: la base estalló y su torrente de agua se desvaneció. El patio, cansado, se echó a morir. De sus costras salió un líquido rojo a medio coagular: ¡Sangre! La sangre de sus difuntos, la sangre de sus patrones. (30.03.2007) Sigue leyendo

Resplandor de un ángel

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Has entrado a mi espacio abierto
a aquella portada sin puerta
donde reposa mi esfuerzo
y acaban mis dificultades.

Has entrado con la luz del sol
que tibia y luciente
realza tu silueta
y te muestra angelical.

Me llamas por mi nombre
pidiéndome que te siga
a absolver tus dudas,
a gozar de tu compañía.

De eso hace un mes,
ya no quiero recordar
tu rosada sonrisa
ni los ojos tan tenues.

Hoy me invade esa imagen,
la del resplandor de un ángel
que un día apareció
para nunca más volver.
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Catalepsia

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En el camino de mis sueños
no existe el fresco beso
que me devuelva el aliento
y saque de su postración
a los adormilados sentidos.

En el camino de mis sueños
no hay el abrazo fraterno
que llene de calor mi congelado cuerpo
y reanime con su ardor
los exánimes músculos.

En el camino de mis sueños
no encuentro un afectuoso saludo
ni una cálida mirada
que conforte con su dicha
mis cansados ojos.

Porque hoy que vuelvo a respirar
me asusta esta oscuridad absoluta
y el chocar de nudillos contra la madera,
cinco metros bajo tierra
y muchas lágrimas de dolor.
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Chelatina: Morning Glory

[Visto: 1021 veces]

Aprovechas para lanzar un soterrado bostezo con la manos cubriendo tu boca. Es verdad que ya son las 2 am y sientes un pequeño cosquilleo en la pierna, pero estás lo suficientemente despierto para ir al baño y despabilarte del sonido casi casi pegado a tu oreja, porque bien chico resultó el patio de improvisado escenario. Además, no tienes noción de cuántas chelas has tomado hasta ahora: un par o tal vez tres, no tratas de pensarla claro para no tener que hacer equilibrismos absurdos con tu cuerpo que se balancea.

Ya más consciente, después de miccionar y echarte un poco de agua a la cabeza, notas que algunos chicos se dirigen a la cocina y, para sorpresa tuya, están pidiendo jarras con agua. No entendí bien al inicio, hasta que vi que abrían los envases de gelatina y los vaciaban. Con la mezcla así realizada, la gente se empezó a poner aún más eufórica y a pedir el pronto retorno de la música: “estos jóvenes no conocen de la paciencia, sólo quieren disfrutar”.

Entonces, cogiste la chela que el Mooky dejó a un costado y la vaciaste sobre una jarra con la mezcla que te habían pasado para que te sirvieras. Al borde del llanto, exclamaste: “miren todos, esto es chelatina”; y probaste un sorbo de tu invención, y aunque el sabor era pasable, no parecías convencido del todo, así que disimulaste un gesto amplio de aprobación, y todos te siguieron en tu gesto, quedando asombrados que la gelatina Oasis pudiera combinar tan bien con la espirituosa bebida.

Apenas unos segundos después de tu exquisita payasada, el escenario otra vez está copado: ahora le toca a Wal y su banda demostrar que están a la altura del reto, y la entrada no puede ser más que elocuente. Los que hace un par de minutos seguían aturdidos quedaron eléctricamente cautivados con la melodiosa interpretación de Wonderwall, y tan fiel del original que los fans, enlazados por las manos en los hombros, empezaron a saltar y a chocar unos con otros:

[Because maybe
you’re gonna be the one that saves me
and after all
you’re my wonderwall]

Con sólo escuchar este último estribillo, y aún sabiendo que no puedes más, que tu cansancio ya te hace mella, que el sueño empieza a apoderarse de tus párpados, la locura de simplemente estar parado, o saltando, y cantando, vence todo lo esperado. El cielo comienza a clarear a medida que se acerca a las seis. En el olvido quedará que llegaste a tu casa y te dormiste hasta media tarde; en tu mente verás el momento que Wal aprovecha para hacer el fenomenal cierre al alba, en una “mañana de gloria en que necesitas tiempo para levantarte”:

[What’s the story morning glory
well
need a little time to wake up
wake up]
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Chelatina: Wal´s Introduce

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Son las nueve de la noche, el cielo es despejado y el paradero revienta con la movida del viernes por la noche. Coges el celular y empiezas a marcar pero ya no es necesario: Beto y Wal ya te han visto, y comienzan a caminar. Tras cinco minutos de calles polvorientas y veredas solitarias, llegan a un portón celeste. Wal toca la puerta y no le abren: llama a Diani, felizmente que adentro estaba, sino hubieramos tenido que aguantar afuera media hora más.

Nada más pasar, caes en cuenta que las sillas vacías y la batería relegada al rincón opinan que eres un tempranero y comienzas a esperar. “Ya verás cómo empiezan a llegar”, dice Beto, convencido sin duda en el poder convocante de Oasis, que hoy no estará pero sí sus bandas tributo. Mientras Wal prueba la guitarra y Beto prende la laptop, un sentimiento de comunidad crece en la pequeña sala: un par de Oasis fans te pasa la voz con un peculiar saludo, mientras te invitan un vaso de chela que apuras sin chistar.

“Supongo que tu también eres fan”, me habla el Mooky, idólatra de los británicos y coordinador de esta tocada: “entonces, créeme cuando digo que esto es fenomenal”. Y si bien no me mostraba tan optimista, sus palabras surtieron efecto: a la media hora, el improvisado auditorio está a reventar y la hermandad de desconocidos se reconoce unida en su culto a los Gallagher.

Ahora sí, la tocada está presta a iniciar, la luz del fluorescente se apaga, y la primera banda de la noche arranca el entusiasmo entre los fieles seguidores: coreando “Stand by Me” mientras algunos alzan las flamas de sus encededores, te deja la sensación de cómo el espíritu de cofradía te va envolviendo y reemplazas tu huraño aparte para “seguir a la tribuna”.

[Stand By Me – Nobody knows the way it’s gonna be]

“Y eso que has visto sólo es el principio”, recita Wal, quien desde el primer segundo ya se encuentra en estado de éxtasis de sólo oir las melódicas tonadas, tonadas que lo transportan a aquel cielo musical de los inmortales: el desenfado con que los muchachos interpretan la de por sí desenfadada “Live forever” es simplemente digna de elogiar, por una interpretación que arrulla mis oídos y me levanta de mi asiento.

[Maybe you’re the same as me
We see things they’ll never see
You and I are gonna live forever]

Ante tanto sentimiento a flor de piel de los fanáticos, y como no quiere la cosa, el Mooky pide un receso para preparar a la siguiente en su repertorio: la gente está encendida, ¿por qué cortarla así?, pienso para mí, mientras me alcanzan un vaso de chela, y me regalan una gelatina Oasis, pegada encima una foto de Liam y Noel, cual souvenir venido de las islas. Reviso el reverso del empaque y noto que no tiene autorización sanitaria. Con razón dicen que “la gelatina Oasis es la muerte”. Sigue leyendo

Te niego

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Niego las lágrimas
que derramaste en mi adiós,
porque las mías
fueron sinceras
ante tu pérfida traición.

Niego tus cortos sollozos
de segunda oportunidad,
porque los míos
fueron largos
cuando tu debilidad.

Niego tu mirada
y tu sonrisa,
porque al quitármelas
me dejaste
sin ánimo ni prisa.

Y niego tu recuerdo,
lleno de dulce querer,
aunque viva
me eres muerta
de la rabia y el oscurecer.
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