Sin barro ni gloria

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Son las 9 de la noche. Constante y contante, el tiempo que pasa por tus piernas se escurre como la pelota que discurre. En la primera del partido, Xiu te hace gambeta por izquierda, giro, gambeta por derecha, y cuando quieres quitar, el balón salió limpio para adelante, recibiendo Trinchu quien -¡tremendo cañonazo!- deja pagando pato al Gordo Rubio.

“Ta mare”, murmuras para ti, tratando una y otra vez de desentrañar el toque en primera que te hace correr mucho y obstruir poco la construcción de jugadas del rival: otra vez Xiu gambetea, pero con el pase atrás que Papita, ni corto ni perezoso, se anima a dirigir -slalom incluido- como un sablazo sobre el pórtico. La pelota va al parante y luego adentro. “Por dos”, grita el Trinchu, convencido que ya la apuesta es suya.

Mas por amor propio que otra cosa, Manuel se pone el equipo al hombro y lo empuja a buscar el empate. No es necesario ser tan sutil: la dividida que a duras penas gana El Nero es un poco ortodoxo pase casi cayendo al ruso Boyeski quien tiene que porfiarla ante Xiu y su intento de gambeta. Confiado en el arquero, el habilidoso jugador tira atrás y Manuel se adelanta para fusilar. La red se infla, inquieta por el tosco disparo.

Por uno, y Manuel ya no quita la marca de Xiu, a pesar del cansancio de casi 20 minutos ininterrumpidos de impacable lucha en la cancha de cemento limitada por los jardines barrosos mojados en la mañana. El cabezazo del ruso es recibido de bolea por El Nero quien dispara directo: el Trinchu lo para a duras penas y El Malandro, de rebote y con cachita, logra empatar el partido. “Iguales”, señala Manuel, confiado que en el alargue confirme la remontada.

Manuel está exhausto por el ritmo del juego y el Cabezón le pide que se quede arriba para el contragolpe mientras él contiene a Xiu en mediocampo. No broder, contesta, estoy bien: ¿estoy bien? Vaya si estaba viendo otro partido, porque apenas cogió el balón, el Trinchu te hizo una guacha que terminó en los pies de Papita quien pasó a Xiu. No te queda otra que ir con todo si quieres evitar el desplome de la defensa.

Haciendo un último esfuerzo, Manuel larga la pierna contra Xiu, quien decide ir hacia fuera de la cancha y su cuerpo cae sobre el barro. La pelota queda picando sobre el borde, pero antes que el Cabezón pueda rechazar, Xiu se impulsa y empalma el tiro hacia donde está el Trinchu: Rubio sale a la apurada, y le puntean apenas el balón por debajo, que Papita define en arco vacío. El alargue termina sentenciando tus dos lucas.

Xiu se yergue sobre el barro que lo unge a pesar del mugroso color. Camina en dirección a Manuel, que se ha quedado tirado en el piso, le extiende la mano y lo levanta, mirándolo con una sonrisa a flor de piel. “La luchaste bien”, dice el habilidoso, “pero te quedaste sin barro, ni gloria”. Tiene razón: tu pena es absoluta, y no hay más que decir. Te alejas de la cancha pensando que, a veces, un piscinazo en el barro no hace daño.

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