Archivo por meses: agosto 2013

La cueva del duende (capítulo seis)

[Visto: 510 veces]

(viene del capítulo anterior)

Rosa avisa al líder del grupo que Jorge ha desaparecido. Los escaladores se reúnen y empiezan a buscarlo. “Comencemos por la cueva donde se perdió la primera vez”, dijo ella sintiendo una corazonada.

Una vez que se encontraron en la entrada de esa caverna, Arturo, el líder del grupo, pregunta cuántos de ellos tienen linternas. Sólo siete de ellos tienen. “Los demás vuelvan al campamento por ayuda”, ordenó Arturo.

El escalador dejó a uno de ellos esperando en la entrada y se adentró con los otros cinco en la cueva. Rosa grita en medio de la oscuridad, pero sus gritos se distorsionan con el eco generado. “¡Rosa!”, escuchan un grito que viene de lejos. El grupo avanza hacia donde está la voz: encuentran que el camino se bifurca en dos entradas.

(continúa)

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Disputa en Los Robles (capítulo diecinueve)

[Visto: 490 veces]

(viene del capítulo anterior)

Cada vez que tenían práctica de tiro, Lucho y el capataz se quedaban conversando cerca de media hora mientras hacían un lento caminar hasta la casa grande. Unas semanas más tarde, Rodolfo le avisó a González que iría a la ciudad.

“¿Y llevarás a Lucho? Ya lo veo listo”, le preguntó el capataz tanteando su respuesta. “Bien, él nos acompañará”, respondió el patrón y le pidió que se retire a sus labores. Lucho y González no se vieron sino hasta aquella noche en las caballerizas.

“Mañana es el día”, dijo el capataz muy convencido. “¿Y si no resulta?”, preguntó el joven con ciertas dudas. “Resultará, sino no podré recuperar a mi hija”, respondió González con tristeza, mientras se acomodaba el sombrero y se iba de allí.

(continúa)

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Tiempo de venganza (capítulo siete)

[Visto: 522 veces]

(viene del capítulo anterior)

En medio de su despertar, Eduardo escuchó la voz de Ricardo que le decía: “No soy quien crees que soy”. Para cuando leyó el papel, habían pasado varios minutos desde que su pupilo salió de aquella habitación vacía: el efecto del sedante fue muy fuerte.

Cuando se sintió más pleno en sus facultades, Eduardo empezó a tantear las losetas golpeándolas o viendo si fueron quitadas anteriormente. De esa forma, fue dejando atrás las traicioneras y avanzando con mayor seguridad. Llegó a la última loseta antes de la puerta.

Hubiera preferido simplemente saltarla, pero no había llegado lejos confiando en instintos. Hizo lo mismo que con las losetas anteriores y, al ver que era seguro, la levantó. Al voltear la loseta, encontró un papel escrito: ese que contiene la verdad sobre Ricardo.

(coninúa)

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La cueva del duende (capítulo cinco)

[Visto: 544 veces]

(viene del capítulo anterior)

A pesar del sobresalto que le causó esa pesadilla, Jorge no le dio mucha importancia. Siguió con su rehabilitación física y, luego de dos meses, se sintió recuperado lo suficiente como para escalar de nuevo. Rosa se alegró con la noticia y le preguntó dónde quisiera realizarlo.

“Volvamos al sitio de mi caída”, dijo Jorge muy seguro de sí. Aunque ella no estaba muy de acuerdo con su decisión, prefirió apoyarlo. El fin de semana empacaron y se dirigieron hacia las montanas. En el campamento, los demás escaladores le dieron la bienvenida. “Espero que estés listo para el reto”, dijo uno de ellos.

“Más que listo”, respondió él. Como quisieran cuidar su integridad, lo enviaron junto con el último grupo. Tras un par de horas de subida, Rosa, que iba con el grupo de avanzada, se quiso comunicar con él. Como no recibiera respuesta, intentó con el comunicador del líder del grupo de rezagados.

“Lo estamos buscando, no tengo idea de dónde se ha ido”, respondió el escalador, creando en ella la desesperación.

(continúa)

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Mi sofá vacío

[Visto: 506 veces]

Si me fuera más fácil

permanecer de pie ante ti,

procurando escucharte

con los oídos bien atentos.

Pero no lo creo, no espero,

no existe ordinaria razón,

tan sólo un par de excusas

que me hacen alejarme

sin poderte escuchar.

Y hoy veo mi sofá vacío,

ese mismo en que una tarde

abandonada te dejé

por buscar un sueño.

Hoy lo miro de nuevo

con tanta tristeza,

añorando vitales momentos

que no sucederán.

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Disputa en Los Robles (capítulo dieciocho)

[Visto: 470 veces]

(viene del capítulo anterior)

González se quedó esperando en la camioneta, mientras los jóvenes ingresaban a las tiendas del centro comercial. Constanza y Lucho intimaron y se besaron entre pantalones y vestidos. A pesar de no haberlos visto, González se imaginó lo sucedido por la amplia sonrisa de la muchacha.

Para cuando regresaron a la hacienda, Constanza bajó sola en la puerta de la casa. González se llevó la camioneta hasta las caballerizas, donde recién bajó el muchacho. “No sé cómo agradecer lo que has hecho”, señaló Lucho todo sonriente.

“No tienes por qué”, respondió el capataz. “Cómo quisiera que se repitiera esta vez”, anheló el joven mostrando alguna desilusión. “Si quieres estar con ella para siempre, yo te puedo ayudar”, dijo González, dejando a Lucho profundamente desconcertado.

(continúa)

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Tiempo de venganza (capítulo seis)

[Visto: 457 veces]

(viene del capítulo anterior)

Eduardo disfrutó sus días de viaje: no sólo el seminario fue un éxito, sino que le quedó tiempo de sobra para pasear o irse de fiesta por las noches. “¡Qué ricas vacaciones! Lástima que ya se tengan que acabar”, afirmó con alguna tristeza.

Tomó un taxi del aeropuerto hasta su casa. Dejó la maleta en su cuarto y se dirigió hasta la cocina para beber algo. Encontró una botella de cerveza en la refrigeradora y se la llevó a la sala para ver un rato algún programa de televisión.

Extrañamente, con cada sorbo, parecía sentirse muy cansado. Comenzó a bostezar y los ojos se le cerraban. Para cuando despertó, miró alrededor y descubrió la habitación vacía que lo cobijaba y que no reconocía. Era un hecho: lo habían drogado y secuestrado.

(continúa)

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La cueva del duende (capítulo cuatro)

[Visto: 539 veces]

(viene del capítulo anterior)

Jorge tuvo un rápido restablecimiento. El doctor, aún sorprendido por su recuperación, le dio el alta. Rosa se alegró con la noticia y personalmente lo llevó hasta su casa. Cuando ya se iba, le preguntó si la vería más noche. “Sí”, respondió ella con cierto rubor y se fue.

Y es que verla a su amiga cómo lo cuidaba todos los días desde que despertó, lo animó a ir más allá de su amistad. Aquella noche salieron a pasear y caminar por el parque. Jorge se dejó llevar por la tenue iluminación de los faroles y la besó. Rosa consintió y también lo besó, convencida que el momento propicio había llegado.

Regresaron hasta la casa. Él la invitó a quedarse pero ella se negó. “Me tengo que ir, pero nos veremos en la próxima escalada”, señaló Rosa con una sonrisa. Jorge la miró hasta que volteó en la esquina de la calle. Se apaciguó y se sintió algo cansado y pronto se durmió. Tuvo un extraño sueño donde escaló las rocas y alcanzaba la cueva donde se guareció.

Avanzó intrigado por los incomprensibles sonidos que escuchaba y una cierta fosforescencia verde a su alrededor. Finalmente llegó ante la presencia de una pequeña criatura de cara arrugada y vestida con ropajes también verdes. Se acercó para tocarlo y se dio con la sorpresa que se trataba del fondo de la cueva, ese fondo que, como espejo, lo reflejaba.

(continúa)

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Disputa en Los Robles (capítulo diecisiete)

[Visto: 491 veces]

(viene del capítulo anterior)

Pasaron seis meses. Cada día, González obligó a Lucho a mejorar su puntería. Luego de terminadas sus labores en el campo, durante dos horas el joven afinaba su puntería con el capataz. A tal punto llegó que, en un mano a mano contra su mentor, Lucho logró derribar sus blancos más rápido.

A González no le quedaba dudas que Lucho ya estaba listo para acompañar al patrón. Sin embargo, Rodolfo desconfiaba aún de la forma cómo actuaría en una situación bajo presión. Prefería ningunearlo cuando se presentaba alguna oportunidad cuando él iba a la ciudad.Constanza se dio cuenta de ello y habló con González.

Esa misma tarde, ella le pidió permiso a Rodolfo para ir a la ciudad a comprar unos vestidos. “Llévate a González para que te pasee”, aceptó el patrón de buen grado. La muchacha fue a buscar al capataz que la esperaba en la camioneta. Abrió la puerta y encontró a Lucho sentado allí. “Sube”, dijo el joven y ella sonrió.

(continúa)

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Sentimiento gris

[Visto: 546 veces]

No es otro día sencillo

ni lo espero con ansias,

camino muy lento

y obligandome a pensar.

¿Será que me acallo la voz

cuando quiero reclamar,

o es un tenue disfuerzo

que no me deja expresar?

Flojera, tristeza,

depresión o apatía,

no sé cual de ellas sea,

sólo es cierto que la siento.

Mis pies ya no me dan,

me derrumbo por completo,

esperando otro impulso

que me pueda levantar.

 

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