“En el Perú, el presidente tiene un poder: no puede hacer presidente al que él quisiera, pero sí puede evitar que sea presidente quien él no quiere. Yo lo he demostrado”. Con estas palabras, dichas en una reunión con banqueros latinoamericanos, el presidente Alan García armó todo un revuelo en el ambiente político durante la semana que acaba de terminar. De hecho, no son pocos los que, llevados por la ambigüedad de la frase, han terminado por concluir que la soberbia del enunciado del primer mandatario refleja un ánimo dictadorial.
En ese sentido, connotados líderes de la oposición, arrastrados por el oportunismo, han configurado el significado de la expresión presidencial con la derrota electoral que sufrió el Frente Democrático FREDEMO de Mario Vargas Llosa ante Alberto Fujimori, de Cambio 90, en las elecciones generales de 1990. Para Lourdes Flores, lideresa de Unidad Nacional, le queda claro que hay una voluntad manifiesta de impedir el triunfo de ciertos candidatos contrarios al modelo económico en el 2011. Por su parte, Alejandro Toledo, antecesor de García en el puesto, sugirió que se estaría orquestando un plan para que el político aprista sea sucedido en el cargo por Keiko Fujimori, hija del hoy reo ex gobernante.
El principal aludido con la declaración, el ex candidato presidencial Ollanta Humala, fue más allá, y señaló que existe una manifiesta voluntad de torcer la voluntad popular y que el gobierno ya inicio un plan para generar un fraude que le impida llegar al más alto cargo de la nación. Por ello, invocó a la sociedad civil y a las Fuerzas Armadas a estar atentas y defender en las calles el veredicto del pueblo en caso, obviamente, el resultado de la venidera elección presidencial le sea desfavorable.
Lo cierto es que el presidente de la República hizo una rápida precisión sobre sus palabras -“El presidente no puede imponer a un candidato, pero trabajando bien y logrando resultados efectivos, sí puede evitar que se vote en contra del modelo que defendió”-, lo cual no hace más que dejar las suspicacias electorales de un lado y proponerse, en un segundo plano, otro tipo de consultas: recuérdese que, siendo joven, el entonces constituyente sufrió mucho por la muerte de su mentor y líder Víctor Raúl Haya de la Torre, a tal punto que tuvo que ser sometido a tratamiento con litio. Surge, entonces, como posibilidad que este arrebato verbal pueda deberse a este mismo factor.
Lo cual nos lleva a la pregunta de esta semana: