Tormenta política por publicación de libro de Abimael Guzmán

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El último fin de semana fue presentado el libro de memorias del cabecilla terrorista Abimael Guzmán. El manuscrito, titulado “De puño y letra” y que consta de 400 páginas, fue presentado por su abogado, Alfredo Crespo, quien señaló que la obra contiene la estrategia de defensa legal del criminal. La publicación ha sido catalogada como “apología al terrorismo” por parte del ministro de Justicia, Aurelio Pastor.

Sin embargo, a pesar de la denuncia ya interpuesta contra este delito por parte del procurador Julio Galindo, la oposición ha hecho críticas al gobierno, por considerar que dicho texto no debería haber salido de la Base Naval del Callao, centro de reclusión del senderista, lo cual genera suspicacias sobre negligencias. De otro lado, además de la denuncia, se ha abierto una investigación para descubrir la fuente de financiación del polémico manuscrito.

Tomando como origen el comentario del padre Gastón Garatea, en el sentido que “los partidos políticos deben combatir ideológicamente a Sendero”, si bien la democracia supone libertades como las de opinión, no es menos cierto que todas aquellas ideas que atentan contra la democracia y el Estado de derecho, en especial las ideas violentistas, deben ser desterradas porque no permiten el avance de la sociedad; muy por el contrario, socavan valores fundamentales de las personas y las comunidades. Sigue leyendo

El roche de aquel año (parte dos)

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(viene de la parte uno)

Era una tarde de setiembre de clima cálido que el profe de Literatura anunció la primera edición de un concurso de declamación. Yo me inscribí, confiando demasiado en mis “dotes” de poeta y esperando ganar no sólo jugosos puntos en el promedio general del curso, sino también la fama y gloria de gran recitador de la clase y del colegio entero.

“¿Qué escribes?”, me preguntó Celeste, la chica que me cortaba el aliento de sólo mirar sus ojos, aquellos profundos ojos del color de su nombre. Como era entonces un chiquillo inexperto, oculté rápido el papel y sólo le respondí que escribía mi tarea. Pero ella fue más astuta y buscó sacarme el secreto del papel. “Déjame leerlo y te daré un beso”, dijo con malicia. Cual pobre iluso, acepté el trato.

Su cara cambió, en instantes, de una sonrisa pícara a una mueca de extrañeza. “Bueno, aún no está terminado”, me disculpe nervioso, “pero espero que cumplas tu parte”. Me acercaba ya cuando el “tengo que comprar algo” detuvo mi ansiedad. Me devolvió el escrito, y pasaron cinco, diez, quince minutos. La campana sonó, devolviéndome a la realidad, y subí al salón con el alma cansada.

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11-S: a ocho años de la tragedia

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Una mañana absolutamente normal se convirtió en un infierno cuando cuatro aviones comerciales fueron secuestrados por fundamentalistas islámicos. Dos de estos impactaron contra las torres gemelas del World Trade Center, un tercero contra el Pentágono y el último se estrelló a tierra tras la valerosa reacción de sus pasajeros.

El posterior derrumbe de los dos edificios dejó una estela imborrable de muerte y desolación. Los Estados Unidos entendieron, de forma trágica, que no vivían en una burbuja de seguridad. A la par que se comenzaba con las labores de rescate, se buscó culpables a los cuales castigar con todo el peso de la ley.

Sin embargo, las formas no fueron lo suficientemente éticas. Tras derrocar al régimen talibán del gobierno afgano, por sus vínculos con la red terroristas Al-Qaeda, las falsas pruebas de arsenal nuclear en Irak, llevaron al fin de la dictadura de Saddam Hussein pero sentaron endebles bases democráticas en el desangrado y violento país árabe.

Con la guerra impopular, los cuestionamientos cada vez más críticos y el recorte de derechos de la ley Patriota en nombre de la seguridad, el liderazgo estadounidense perdió credibilidad en el mundo. Diversos líderes, impulsados por la influencia de sus recursos energéticos o armas de destrucción masiva, han atacado el argumento de la hegemonía americana y quieren configurar una primera etapa de poder multilateral.

Pensar que esta situación no hubiese ocurrido de no ser porque personas como George W. Bush hubieran actuado no sólo con firmeza sino también con el compromiso de guiar esta lucha contra el terror bajo parámetros de confianza. Sin embargo, la política de “conseguir sin importar el costo” hizo que perdiera la oportunidad histórica de consolidar una buena política exterior.

Corresponde, entonces, a los ciudadanos del mundo entender que los cambios venideros deben pasar por restablecer la confianza perdida en el alma humana y utilizarla en beneficio de las generaciones de esta nueva era. Sigue leyendo

Llorar por los pies: Congresista Sasieta enfrenta acusación de maltrato

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Tras la denuncia propagada el fin de semana, la parlamentaria por Acción Popular, Rosario Sasieta, también conocida como “Señora Ley”, ha sido citada por la Comisión de Ética del Legislativo para que manifieste sus descargos por el despido y los supuestos maltratos físicos y psicológicos que habría sometido a su ex colaboradora María Medianero.

Mientras la legisladora, conocida por sus causas en contra de la violencia familiar y pro derechos de las mujeres, ha señalado que despidió a Medianero por usurpar sus nombre en oficios, la presunta afectada ha relatado que, en alguna ocasión, la Dra. Sasieta le ordenó que le lavara los pies, además de golpearle con una silla y proferirle insultos.

La verdad, cuesta creer que una mujer que ha desarrollado un trabajo constante de apoyo a las víctimas de la violencia doméstica, tanto como ciudadana como miembro del congreso, actúe de una forma tan deplorable. Igualmente, cuesta creer que las lágrimas de la señora Medianero podrían ser tan sólo histrionismo puro, tan sólo para molestar a quien la dejó sin trabajo. Otra vez parece repetirse la regla de los 15 minutos, aquellos de dan efímera fama a unos y destruye la reputación de otros. Sigue leyendo

Un trato ejemplar

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Nick sale del edificio y su cara de satisfacción es elocuente. Tras la presentación ante su jefe y la aprobación del proyecto, es seguro su próximo ascenso en la compañía. “Sigue así muchacho”, lo alentó el viejo Bob mientras lo acompañaba a la puerta de su oficina.

Nick encendió un cigarrillo y se apresuró en cruzar la pista. Con una sonrisa a flor de labios, no se percató que se acercaba hacia un mendigo. Este, apenas lo divisó, comenzó un dramático ruego: “por favor señor, déme algo, no he comido en dos día”. Sin embargo, con lo distraído que estaba, el oficinista no le oyó.

El harapiento se levantó y quiso detenerlo, lo cual asustó a Nick, quien derribó al mendigo y lo dejó adolorido en el piso. El oficinista se le quedó mirando un rato, medio asombrado, medio fastidiado, para luego retirarse de aquel lugar con pasos presurosos.

Al día siguiente, Nick otra vez salió del edificio con la acostumbrada sonrisa de típico ganador, cruzó la calle y sacó el cigarrillo. Iba a prenderlo, cuando cayó en cuenta que pasaba por el mismo lugar de ayer, sólo que el mendigo no estaba. Un repentino remordimiento lo dejó fijo en aquel lugar durante un par de minutos. Finalmente, como queriendo olvidar, sacó el encendedor.

Intentó una y otra y una tercera vez sin suerte. El encendedor se había malogrado. Un tipo se le acercó con una lumbre. Cuando Nick iba a agradecer el gesto, algo le golpeó en la cara. El oficinista cayó al suelo y, aunque no tenía los ojos cerrados, podía sentir cómo era arrastrado y golpeado repetidamente en todo el cuerpo.

Nick se sentía perdido ante el cobarde ataque, el cual terminó de pronto, tal como empezó. Abrió los ojos y vio cómo las siluetas de los agresores se alejaban. Quiso pararse pero la golpiza lo había dejado sin fuerzas para levantarse. Empezó a pedir ayuda pero el callejón donde se encontraba impedía que se lo escuchara en la calle principal.

Cansado de llamar, el oficinista se derrumbó otra vez en el piso, jadeante, exhausto. Y miró cómo un harapiento se le acercaba: era el mismo mendigo que había ninguneado ayer. Nick derramó un par de lágrimas y le imploró: “Ayúdame”. El hombre lo observó, entre satisfecho y compungido, y le dijo que tenía que entender lo que necesitados como él pasaban.

“Tenías que sufrir un trato ejemplar”, concluyó el mendigo, y se alejó de la vista de Nick, desapareciendo por la calle principal. Sigue leyendo

Otorongo no come otorongo: desde el 2011 los congresistas serán 130

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Con la aprobación del proyecto de reforma constitucional y la Ley Orgánica de Elecciones, se crean los sub distritos electorales de Lima Provincias y Provincia de Lima, además que se aumenta en 10 el número de parlamentarios, los 4 del nuevo subdistrito y otros 6 a repartir proporcionalmente entre los demás departamentos. Mientras la alegría del presidente regional de Lima Provincias, Nelson Chui, y los alcaldes distritales de dicha región eran evidentes, la molestia del ciudadano de a pie también.

Y es que, con el tan pobre nivel de desempeño de varios de los congresistas, las críticas de la ciudadanía han sido durísimas, en especial en el mayor gasto que acarrearía al Estado cada uno de estas curules. Sin embargo, más allá de ese tema subsanable (recuérdese cuando habían dos cámaras, los políticos eran más profesionalizados y costaba menos), la cuestión que indigna es el nivel de calidad, en educación y formas, lo que más preocupa.

Esto significa que, dada la lamentable situación actual de nuestra representación congresal, tendrán que sugerirse requisitos previos a la inscripción de candidatos, para que los elegidos gocen de un mínino de ética, criterio y sentido común para desarrollar la legislación pertinente que permita las tan necesarias reformas dentro del aparato estatal. Sino, tendremos que soportar cinco años de bochornosos sucesos en el hemiciclo del considerado “primer poder del Estado”. Sigue leyendo

El roche de aquel año

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La sonora cachetada recibida no sólo le movió un tanto la quijada, sino que también lo aturdió un buen rato. Las chicas de la mesa comenzaron a reirse sarcásticas mientras César, con una mano en la mejilla, volvió a su sitio donde Gino y su argolla lo esperaban entre carcajadas.

“Hay que ser bien monse para que se te ocurra decir eso”, lo lapidó el blanquiñoso Jared de entrada. “Hubieras sido más cauteloso”, comentó el gordo Rui. “Dejémoslo así, total, un roche lo sufre cualquiera”, quiso Gino bajarle al asunto. “Bueno, como el mío, ninguno”, bromeó el desafortunado César, rompiendo todos otra vez a carcajear con más fuerza.

“Tal vez”, dijo Gino. “¿Con una flaca?”, se interesó el gordo. “No directamente”, respondió G, “pero si quieren saber más, será mejor que me acompañen”. Y levantándose como por un resorte, empezó a caminar. “¿A dónde nos dirigimos, man?”, preguntó el blanquiñoso. Nostálgico, Gino contestó: “al lugar que un día mi roche ocurrió”.

(continúa)

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Renegociación por el gas de Camisea: Lote 88 destinado al consumo interno

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Como prometió el presidente Alan García en su mensaje de 28 de julio, luego de negociaciones con el consorcio Camisea, este grupo empresarial decidió que el lote 88 sea destinado, durante los próximos cinco años, para el mercado peruano. Medida necesaria debido al auge sostenido en la demanda nacional que, según estimados, está calculada en 204 millones de pies cúbicos.

Si bien la disposición inicial es de 150 millones de pies cúbicos, es un ofrecimiento my superior comparado con las cláusulas de la primera negociación, cuando el mercado interno no existía y, por ello, la única opción era exportar el gas. Sin embargo, la política del actual gobierno de cambiar la matriz energética, impulsada por una serie de subsidios, condujo a esta situación donde, de forma imperiosa, se necesitaba esta renegociación.

Más allá que el gas de Camisea se utilice en el mercado interno o se exporte, lo más importante es que sea eficientemente aprovechado. De hecho, varios congresistas presentaron una moción de interpelación al ministro de Energía, Pedro Sánchez, sobre las implicancias de este nuevo acuerdo. De las conclusiones a que arribe la correspondiente comisión parlamentaria se establecerá lo atinado o no de dichas condiciones. Sigue leyendo

Casa abandonada

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¿Qué son estas cosas
que hoy veo aquí?
Esta silla, unas maderas.
Esta cama, una almohada y una manta.

Apenas si diré porcelana
a esta plato de comida
y llamaré metal
a este grifo del baño.

Han perdido su sentido,
su servicio, su ser,
pues no hay hombre
que los use y maniobre.

Y aún el humano
que no viva por y para el otro
termina en objeto
que el tiempo pulveriza.

Tan sólo despojos quedan
en esta casa abandonada.
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Historia de Sérvulo (última parte)

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(viene de la parte seis)

“Soy yo”, dijo Sérvulo. Rolando volteó sorprendido la vista. Vio al menor de sus hijos vestido con aquella túnica negra, la misma con que apareció el día que le entregó el cuerpo de Legardo. Sérvulo observó el epitafio, se rió con sarcasmo, y lo criticó: “la dádiva perfecta, llevado por la escoria. La verdad, esperaba de ti una mayor tristeza”. Rolando se levantó y quiso abrazarlo, pero el príncipe desenvainó la espada y obligó al rey a ponerse en guardia. “Peleemos”, retó el príncipe.

Sérvulo embistió al rey quien, con no poco esfuerzo, evitó el envión. Rolando aprovechó para mandar un golpe de puño al príncipe, que cayó al costado de la piedra lisa. Envalentonado, el rey pateó el arma del joven y levantó la suya en dirección al cuerpo de su oponente. Quiso dejarla caer, pero Sérvulo contuvo el ataque, y aplicó un par de patadas sobre las piernas del rey, haciéndole trastabillar y hundiendo la espada en el campo. El príncipe prosiguió su ofensiva, esta vez con puñetes sobre la cara y el abdomen de Rolando.

Por fin, cansado de la golpiza, el rey cayó pesadamente sobre el terreno y se quedó respirando agitado. Entonces, Sérvulo cogió su espada y la levantó. “No harás más daño porque ya no estarás”, pronunció el príncipe, y antes que Rolando dijera algo, su cabeza rodó cercenada. Galías se acercó tranquilamente hacia el joven, quien empezaba a llorar. “Ya, hijo mío, no llores más”, lo consoló el rebelde y agregó: “Tu madre estaría orgullosa de cómo la vengaste”. Sérvulo lo sabía pero no olvidaba el sacrificio de Legardo.

“Acabaste con sus pecados y, en el camino, redimiste los tuyos”, lo animó Galías. El príncipe, confortado, levantó su cabeza y miró al cielo que empieza a ocultarse. “¿Qué harás ahora?”, le preguntó el rebelde. “El reino te lo puedes quedar. Sé que lo gobernarás bien”, asintió Sérvulo. “En cuanto a mí”, añadió, “es el tiempo de irme”. El príncipe montó en su caballo y dio un rodeo por la lápida, aquella que siempre lo habría de recordar. Sigue leyendo