Los dos lados del espejo (penúltimo capítulo)

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(viene del capítulo 5A)
(viene del capítulo 5G)

Quiso decirle a Leslie la verdad pero el portal lo atraía hacia la superficie del espejo. Ella intentó tomarlo del brazo, pero fue inútil: Bruno G tocó el borde del mueble. Al instante sintió que iba en una carrera acelerada dentro del portal, en una senda cónica llena de colores increíbles. No podía mirara sino hacia adelante y se fijó que frente a él aparecía otro bólido en veloz carrera.

Apenas lo tuvo suficientemente cerca para divisar que era Bruno A, el del otro lado del espejo. Lanzó un grito desesperado ante el vértigo de chocar con el otro. En un solo segundo, se miraron y se formó un estallido gigantesco. Las dos esencias se fundieron un momento, atravesándose, mezclándose y volviéndose a separar. Al segundo siguiente, el estallido se disipó y las dos veloces esencias siguieron sus caminos.

Bruno A y Bruno G abrieron de nuevo los ojos en pleno viaje mientras se alejaban en direcciones opuestas. Cada uno de ellos vio la luz del final de la senda, que se volvía de color blanca al acercarse cada vez más. Finalmente extendieron las manos y sintieron la superficie del espejo abrirse con su veloz recorrido. Salieron del mueble, cayendo exhaustos y sin sentido. “Bruno, Bruno”, escucharon decir mientras recuperaban la conciencia…

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Los dos lados del espejo (capítulo 5A)

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(viene del capítulo anterior)

Bruno A pasó ansioso dentro del dormitorio los últimos días antes de la llegada de la noche de la siguiente luna llena. Su emoción era valedera: por fin volvería a encontrarse con Leslie y terminar la cita que quedó “pospuesta” por el extraño incidente. Pero, mientras más y más se acercaban las horas, más difícil le era articular las palabras que le diría. Peor aún, no estaba seguro si su explicación sería convincente.

Además de ello, su corazón estaba confundido: ya no sabía si volver con Leslie o aferrarse a aquel sentimiento indescriptible que nacía cada vez que veía a Noelia. “¿Qué haré?”, se preguntó en silencio, mientras aparecía ella por su puerta. Noelia no dijo palabra alguna, pero era obvia su tristeza en aquellos ojos llorosos y la mirada algo gacha. “Ven conmigo”, dijo Bruno tomándola de la mano y llevándola al bosque.

“No soy de aquí”, empezó el joven la completa narración del hechizo que lo dejó al otro lado del espejo. Ella lo escuchó atenta y, cuando terminó de contar, algo decepcionada asintió con la cabeza en señal que había comprendido. Los dos se abrazaron en medio de la noche que oscurecía. El arrebato y el ímpetu fue tal que los besos y las caricias aumentaron en intensidad al tiempo que se echaban al pasto.

Luego de un rato, los dos jadeantes cuerpos se abrazaron y Noelia, mirando a Bruno, exclamó: “Si hubiera alguna forma de evitarlo”. Al instante el joven se iluminó y, a medio vestir, corrió a toda velocidad hacia la casa. Ya en el cuarto, buscó en la pequeña cómoda y halló un martillo en uno de los cajones.

Empezó a golpear con dureza el espejo pero la luz de la luna, que ya aparecía por la ventana, hechizó otra vez al mueble y su superficie lisa no podía destruirse. En la puerta, Noelia llegaba muy cansada y trató de tomar de un brazo a Bruno, que empezaba a ser inexplicablemente atraído hacia el portal. Finalmente, ella no pudo más y la mano del joven tocó la superficie…

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Admirado y resistido, Claudio Pizarro anotó su gol 133 en la Bundesliga

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Aquel exquisito taco que se coló en el arco de Frank Rost fue el broche perfecto que coronó a Claudio Pizarro, junto al brasileño Elber, como uno de los máximos goleadores extranjeros en la Bundesliga. La extraordinaria jugada terminó con la sequía de dos fechas sin anotar y las dudas de que siquiera alcance el récord durante la presente temporada.

Aún así, siempre persiste la gran deuda que mantiene con la selección peruana, lo cual ha dado pie desde hace mucho a un amplio debate sobre por qué con la bicolor no rinde de la misma manera que en tierras germanas: que lo ponen en otra posición, que no cuenta con los compañeros de ataque ideales, que no se raja en beneficio del equipo…

La dedicatoria de su polo, “El #1 es peruano”, apunta justamente a esta reinvindicación: ganarlo todo allá no siginifica nada si no puede dar a su terruño parte de la gloria alcanzada. Con una fama a recuperar por estos lares, para bien suyo y nuestro, que tal pensamiento impere en sus últimos años de carrera deportiva y se pueda lograr aquel lejano sueño de volver a la Copa del Mundo.
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Los dos lados del espejo (capítulo 5G)

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(viene del capítulo anterior)

Bruno G disimuló una tensa tranquilidad en el trayecto de regreso a casa. Pero una vez que cerró la puerta del cuarto, se derrumbó por completo. Tirado sobre la cama, recordó todo lo vivido en ese lado del espejo, y también todo lo sufrido del otro lado. “No puede ser”, gritó desesperado mientras intentaba confiar en que el email no era otra cosa que una broma. Pero no, volvía a mirar la pantalla de su computadora y volvía a leer aquella frase amenazadora.

Decidió no salir de ahí, y se la pasó cavilando horas de horas, sintiéndose cada vez más enfermo y abatido. Ya no dormía y comía poco. Incluso a Leslie apartó de su lado a pesar de sus continuos ruegos para que recapacitara. Finalmente, la siguiente noche de luna llena llegó y pudo ver el resplandor que formaban los rayos sobre la superficie lisa del espejo.

Atónito quedó un momento antes que se alzara desafiante. “No”, gritó furibundo. Luego buscó entre los cajones de la pequeña mesa de noche y encontró un martillo. Agarrando el instrumento, asestó fuertes golpes al espejo que, a causa del encantamiento, no recibía ningún daño. “¿Qué estás haciendo?”, preguntó Leslie, quien miró hacia adentro luego de forzar la puerta un poco. Bruno soltó el martillo y caminó hacia ella…

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Los guardianes de la construcción

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Fernando escudriña el horizonte desde aquellos escombros caídos al primer piso intentando comprender por qué sigue allí. Hace apenas un mes lleva trabajando en un proyecto inmobiliario de una constructora. Habían comenzado por empezar a demoler la bella pero vieja casona para dar paso a un alto edificio de departamentos. Fue entonces que decidió quedarse a almorzar dentro del segundo piso que comenzaría a caer por la tarde.

Pensó que sería genial disfrutar de aquel ambiente antes que desapareciese por completo ante el golpe seco de las combas y las furiosas arremetidas de la maquinaria pesada. Luego de comer de su generoso taper, se sentó a observar esas finas mayólicas, que alguna vez fueron la envidia de la zona, mientras tomaba del envase plástico la infusión de valeriana que preparó por la mañana. Embelesado con lo que miraba, no tardó en quedarse profundamente dormido.

Para cuando despertó, el día se había convertido en noche. Se levantó y quiso salir, pero la oscuridad era tan densa que lo imposibilitaba ver muy lejos. Prendió la linterna que tenía en el casco y divisó la silueta de un hombre alto, que parecía un mayordomo. Se le hizo extraño porque era primera vez que lo veía, así que le pasó la voz. “Señor”, gritó Fernando pero eso sólo hizo que el desconocido se alejara.

Fernando corrió en su dirección pero, cada vez que parecía estar más cerca, el hombre alto se le escurría a velocidades inauditas. Finalmente, el obrero encontró un montículo de tierra donde estaba parado otro trabajador. Fernando pasó la voz, el otro volvió la cabeza y se quedó pálido, corriendo luego fuera de la construcción. El obrero quiso ir tras él pero el mayordomo se apareció y lo contuvo.

“¿Por qué me desconoce?”, preguntó Fernando. El mayordomo le indicó el montículo: “cava y verás”. El obrero empezó a retirar la tierra. Encontró primero un casco con linterna. Siguió sacando escombros y vio una mano. Al instante su instinto de supervivencia lo llevó a acometer con mucho esfuerzo la labor de salvar a su compañero caído mas, cuando terminó el desentierro, quedó anonadado…

El que había terminado bajo los escombros era él. Miró otra vez su cara, y vio que no respiraba. “Pero, ¿por qué…?”, empezó a decir, mientras el hombre alto lo interrumpía: “Conseguiste un nuevo trabajo. Fuiste elegido para ser el nuevo guardián”. El mayordomo dijo que había tenido esa misión pero, ante el advenimiento del proyecto, necesitaba de más ayuda… y se la otorgaron. Fernando escudriña otra vez el horizonte y, bajo su fantasmagórico manto, acepta el encargo. Sigue leyendo

Los dos lados del espejo (capítulo 4A)

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(viene del capítulo anterior)

Son las diez de la mañana y Noelia atraviesa las puertas del antiguo edificio. En el recibo la espera Bruno A. “Por aquí”, dice él mientras la dirige hacia la parte más alejada de la biblioteca, allí donde abundan en los altos estantes los libros oscurantistas y otras rarezas de la escritura y el conocimiento. Noelia pregunta por dónde comienzan. “Revisa este libro”, dice Bruno pasándole el primer tomo del primer estante.

Los primeros días son muy desordenados para su búsqueda, buscando desesperadamente una solución más que en las causas, hasta que Bruno recuerda los detalles del espejo y la luna llena. No tarda más que unas horas para encontrar un manuscrito polvoriento que le devuelve la esperanza: “Los portales”.

“Quien quiera pasar al otro lado para cambiar su destino, deberá esperar una noche de luna llena mirando de frente a un espejo ovalado”, leyó el joven abriendo bien los ojos para descubrir que los rayos de luna transformaron su mueble en un pasaje a otra existencia. Bruno tomó del brazo a Noelia, la jaló fuera del edificio y corrió con ella hasta su casa.

Luego que entraron al cuarto, el joven encendió la computadora y escribió un mensaje mandándoselo a su propio correo. Él creía que, así como el espejo ante la luna llena, la máquina y el espacio virtual le servirían de portal para comunicarse con el otro lado. Obviamente, Noelia no entendía nada. Mas bien se sentía asustada de verlo tan ansioso.

“¿Está todo bien?”, le preguntó cuando él terminó de escribir. “Ahora todo estará bien”, y Bruno la abrazó con fuerza. Sintió entonces una calidez sobre sus hombros: Noelia estaba llorando. Él le acarició el pelo y, mientras más la miraba, más sentía esa conexión. No se contuvo y la besó… y no fue decepcionado porque ella también le correspondió.

Una vez que separaron sus labios, las sonrisas cómplices se esbozaron, pero el momento feliz no duró mucho. Bruno A se acercó a la computadora y descubrió un nuevo mensaje: “Ya no volverás. Es ahora mi tiempo y mi espacio, y no lo podrás cambiar”. “Eso está por verse”, dijo con una mueca de disgusto mientras cerraba la sesión…

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Los dos lados del espejo (capítulo 3A)

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(viene de la parte anterior)

Bruno A comenzaba a quedarse inconsciente, mientras una sombra oscura lo sostenía de las piernas mientras intentaba quitarle la soga. Él cayó pesadamente sobre el suelo aún respirando con dificultad. Cuando se recuperó, miró con extrañeza a Noelia, la chica alta, fornida y de cabello largo amarrado que le había salvado la vida.

“Veo que estás mejor”, dijo ella con el tono ronco de su voz, viéndolo de una forma casi inexpresiva. El joven preguntó por qué lo había salvado, pero ella calló. Le extendió su brazo y lo ayudó a levantarse. Bruno se animó a seguirla mientras su cabeza continuaba pensando cómo era que aquella joven tuviera ese porte tan varonil y atlético.

Luego de salir de la casa y caminar por el bosque cercano, finalmente Noelia le señaló una pequeña cueva. Ella prendió un fuego arrojando un fósforo encendido a los papeles que había en un barril de desechos. La cueva se iluminó y Bruno descubrió algunas botellas de licor y papeles con mensajes suicidas.

“Aquel día lluvioso”, recordaba Noelia, “tú me salvaste”. Bruno tuvo entonces en su cabeza la memoria de aquella chica flaca hundida en una depresión por haber sido vejada, aquella que se había dado a la inanición y la bebida mientras intentaba terminar con su vida, y cómo la rescató de una muerte segura al llevarla al hospital cercano.

“Y esa vez, entendí que también había personas a las que les importaba”, prosiguió Noelia en su relato, pero su rostro, iluminado de súbito, volvió a su inexpresión: “pero no quería deberte el favor, así que estamos a mano”. Luego que salieron del bosque, él le preguntó si la volvería a ver. Noelia dibujó una sonrisa y asintió con la cabeza. “Búscame mañana en la biblioteca”, dijo Bruno A entrando en la casa…

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Los lobos del pueblo

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Había preparado la cama para dormir, pero el cálido clima de la zona no lo dejaba tranquilo a Pedro. Apenas hace un par de horas había hallado un pueblo escondido. Tocando puerta por puerta, parecía que la villa estaba abandonada desde hacía mucho. Sin embargo, al doblar una esquina, miró en un campo a un hombre que cavaba un foso con una lampa.

Al aproximarse, verificó que el viejo campesino arrojaba al hoyo unos pedazos de carne humana. Sólo ver la escena le provocaba un profundo estupor, pero se animó a preguntar cómo ocurrió. “Fueron los lobos”, replicó el viejo terminando de enterrar los restos, “no tuvo oportunidad de defenderse”.

Caía la noche y Pedro decidió seguir su rumbo en su auto. El viejo lo persuadió que no lo hiciera porque la ruta era peligrosa por los continuos asaltos nocturnos. Con algunas dudas aún en la cabeza, Pedro aceptó la invitación. Y ahora estaba allí en la casa desvencijada, caminando por un poco de agua hacia una antigua refrigeradora.

Esperaba encontrar algún envase con el líquido elemento, pero se horrorizó al ver lo que allí había: miembros humanos sangrantes y destrozados. Pedro retrocedió asustado, y chocó contra una mesita al lado de la pared. Inmediatamente oyó gruñidos por toda la casa. Cuando salió, los aullidos se hacían cada vez más cercanos.

Corrió a todo lo que pudo, mas una raíz levantada de un árbol lo hizo rodar por la tierra. Cuando se levantó, vio que estaba rodeado por cuatro bestias y unos ojos amarillos que brillaban en la noche. Entonces, lo reconoció: era el mismo viejo que vio enterrar los pedazos humanos. “Gracias por la camioneta”, fue lo último que escuchó, del hombre convertido en lobo, antes de ser ferozmente devorado. Sigue leyendo

Los dos lados del espejo (capítulo 4G)

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(viene del capítulo anterior)

Abrió los ojos. Era ya de día, pero Bruno G seguía con su mente en anoche. “¿Es cierto que esto…?”, se interrumpió al descubrir que la cabeza de Leslie se apoyaba contra su pecho. Sonrió de sentir esa extrema alegría que nunca antes había experimentado. Y ella se despertó, quizá porque los latidos del corazón de quien creía su novio se habían acelerado. “Hola”, se dijeron ambos mirándose cómplices. De pronto, cuando volvían a acariciarse, golpes de nudillo sonaron en la puerta.

“Mi madre”, exclamó Leslie tratando de vestirse. Bruno, movido por la inercia, se clocó la ropa interior y recogió todas sus demás prendas, abrió un ventanal del cuarto y saltó hacia el jardín. La desesperada huida lo había dejado con algunas magulladuras en los brazos y piernas, pero con la seguridad que el alma entera estaba rebosante.

En ese estado de semiinconsciencia estuvo todos los siguientes días: no dejaba de compartir algún momento con ella, ya sea para pasear, ir al cine, leer un libro e incluso alguno tan trivial como buscar información en una computadora. Fue en una de esas ocasiones en que, tras mirarla a ella mientras actualizaba su e-mail, que volvió su cara a la máquina y vio lo imposible: un mensaje que provenía de su cuenta, pero que no recordó haber escrito.

“Sabes bien que el mundo en que estás no es la vida que te corresponde. Disfruta mientras puedas que pronto serás devuelto a tu realidad”, decía el escueto y amenazador mensaje. Bruno se quedó helado. Leslie se le acercó: “¿qué te ocurre? Estás pálido”. Él lo negó, tapando el mensaje para que ella no lo viera. “No te preocupes”, le dijo para que volviera a su sitio. Una vez que se alejó, Bruno empezó a teclear la respuesta…

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Le dio el sí: Lourdes Flores será candidata del PPC a la alcaldía de Lima

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Después de algunos meses de manifiesta incertidumbre, Lourdes flores Nano, lideresa del Partido Polular Cristiano (PPC) decidió convertirse en la candidata de su agrupación política a la alcaldía de Lima. Tras oficializarse su nombramiento partidario, dio un discurso en donde señaló que su gestión estaría enfocada en solucionar los problemas del tráfico vehicular y en apostar por los jóvenes para que laboren en su posible futura gestión edil.

En declaraciones recogidas por El Comercio, dijo que “en el actual proceso político el proyecto que desde el PPC construimos tiene que ser amplio y convocante. Por eso pido a los militantes del partido mente abierta y desinterés”, ello en probable alusión al deseo de los comités departamentales del PPC que insistían que fuese candidata presidencial en el 2011.

En las elecciones de noviembre, sin embargo, no la tendrá fácil: Alex Kouri, presidente regional del Callao, aparece como el rival de peso por las obras realizadas en su gestión en el primer puerto, a pesar que se le achacan métodos nada santos para lograr sus objetivos.

Así Flores Nano entra otra vez como favorita en una contienda electoral, y es factible que, con el equipo de trabajo que conforme pueda desempeñar una gran labor. Pero, con dos derrotas en las presidenciales a cuestas, sus partidarios esperan que haya aprendido de sus errores para que a su tercera vez sea la vencida. Sigue leyendo