Preparándome pal lunes (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

Kike retorno a su casa como a los quince minutos. Su madre ya lo esperaba en la puerta, pensando que se había escapado a otro lado. “Había una colaza, má”, se excusó la muchacho con su masticada pronunciación. Ella quería creerle pero un pensamiento se lo impedía.

“Vete a bañar”, zanjó finalmente la breve conversación. Él quiso poner peros, mas su mamá le alcanzó la toalla y el jabón para que de una vez, faltándole poco a la buena mujer para empujarlo dentro de la tina con todo y ropa.

“Ok, ok”, reclamó el muchacho, y la señora lo dejó solo para que se duche. Fue casi un renacer para Kike, a pesar que demoró como una hora allí y pensaba la familia si se había caído y golpeado en la bañera. Finalmente, salió y se dirigió a su cuarto a cambiarse.

Ya secado y vestido, trató de recordar qué tenía que hacer aquel sábado. Buscó en su organizador, viendo cada actividad del día, “salida al cine con Vane”, “chupeta con el chato”, etcétera, etcétera. Uno de los papeles se resbaló y vio el día lunes. Sus ojos se abrieron enormes. “¡No!”, la exclamación rotunda y prolongada se hizo escuchar en toda la casa.

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Los tiempos de Joel (capítulo diez)

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(viene del capítulo anterior)

“Ven, pasa”, le dijo Alexia sonriente. Sin embargo, Joel se puso un poco reacio, aunque trató de disimularlo. “No puedo, aún tengo muchas cosas que ordenar”, él se excusó. Como ella se desconcertara, Joel le besó muy cerca de sus labios, de forma apasionada.

“La próxima vez tendré más tiempo”, se lo prometió mirándola con ternura. Ella bajó del auto y se dirigió a la puerta, mientras él se retiraba de allí. Fernando abrió la puerta con mucha prontitud. “Vaya hermanita, veo que ya tienes enamorado”, dijo fastidiándola.

“¡Qué pesado eres!”, le reclamó Alexia, “es el chico nuevo de la clase”. Pero él la siguió fastidiando y ella, ni corta ni perezosa, se defendió a las manos, trenzándolas con las de su hermano. Al oír el alboroto, su madre apareció.

“¿Qué pasa Fernando?”, le preguntó Sofía a su hijo. Él la soltó y le explicó a su madre: “nada, sólo que Ale tiene novio”. “Basta”, le reclamó la joven y luego le dijo a Sofía, “es sólo un alumno nuevo”.

Sofía se extrañó de la actitud de su hija, puesto que muy pocas veces veía compañías masculinas con Alexia. “¿Y cómo se llama?”, preguntó su madre. “Joel”, respondió ella retirándose a su habitación.

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La noticia inesperada (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

Para Darío, eso fue como un shock, se paró, y empezó a revivir poco a poco las imágenes de aquel fatídico día. Sintió una debilidad en el pecho e hincó una de sus rodillas en tierra para o caerse del todo. “No puede ser”, exclamó con hondo pesar.

Se seguía repitiendo que no era cierto, que no era posible. “¿Cómo es posible que el doctor y las enfermeras me vieran?”, preguntó esperando una esperanza. Entonces, Rodríguez apareció inmediatamente, terminando con sus dudas: “Maté a las enfermeras y me suicidé”.

“Siento haberte confundido”, se disculpó. Terminó por convencerse, miró a su abuela y la abrazó con mucho más fuerza. Luego, volvió la vista a José, su tío. “Necesitaba el tiempo para redimirme”, explicó con cierta ambigüedad, ahora ya podemos irnos todos juntos”. “Esperen”, los detuvo Darío.

Luis se levanta de la cama y va al baño. De pronto, camina discreto hacia una de las ventanas de la pared del comedor. Sus padres, medio somnolientos, van a darle el encuentro y observa que Luis está riendo. “¿Qué te pone tan contento?”, preguntó su padre. “Nada, papá”, dijo el niño negrito y volvió a mirar a la pared, despidiéndose con un guiño risueño.
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Los tiempos de Joel (capítulo nueve)

[Visto: 880 veces]

(viene del capítulo anterior)

Joel aceptó encantado. Para cuando terminó la clase, salieron juntos del salón. Alexia, con la excusa de explicarle más sobre el trabajo, se dirigió con él hacia una de las bancas y disfrutar un rato más de su compañía.

En eso estaba cuando recordó la llamada de su hermano. “Sorry, ya te diré bien otro día, me tengo que ir a mi casa”, se despidió la joven, pero Joel la detuvo. “¿No quieres que te lleve a tu casa?”, preguntó mirándola fijamente.

Aquel extraño magnetismo volvió a sentir en ese momento y dijo que sí. Él la condujo hasta el estacionamiento, donde el viejo auto azul lo esperaba. “Wow, ¡qué lindo auto!”, exclamó ella, pero se sorprendió aún más cuando Joel le confesó que había sido de su padre.

“No te creo. ¡Parece nuevo!”, le comentó Alexia emocionada. Subieron al coche y se dirigieron a su casa. “Aquí es”, señaló ella al llegar. Joel no tuvo dificultad en reconocer la casa, a pesar del cambio de color de las paredes.

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La noticia inesperada (capítulo dieciséis)

[Visto: 828 veces]

(viene del capítulo anterior)

Cuando llegaron al sitio, José no dijo nada. Sólo sacó la llave del contacto y abrió la puerta para salir. Darío, por su parte, sí estaba extrañado: alrededor suyo observó un extenso campo verde cuyo horizonte no alcanzaba a divisar.

“Tu abuela está más adelante”, le habló su tío, “ve, que te está esperando”. El joven lo miró con alegría y luego corrió por el pasto en línea recta. Tras un par de minutos, pudo ver una zona donde las personas conversaban en bancas.

Era toda una vista blanca y conmovedora, abrazos, besos y saludos se sucedían por doquier. De pronto, Darío divisó a su abuela y fue a su encuentro. Se arrodilló ante ella y la abrazó de la cintura, mientras la buena señora le acariciaba los cabellos.

“Te extrañé tanto”, dijo emocionado entre sollozos, “pero ahora voy a poder llevarte a casa, porque ya estás conmigo”. “Más bien, tú estás conmigo”, le corrigió su abuela. Darío se desconcertó ante la respuesta. “Es cierto, ocurrió cuando te dieron la droga experimental”, explicó José al llegar, “tu cuerpo no lo resistió”.

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Preparándome pal lunes (capítulo dos)

[Visto: 838 veces]

(viene del capítulo anterior)

No sabe cómo logró tomar una combi a luca en medio de su tambaleante andar. Tampoco cómo logró abrir la puerta del cuarto. Cuando ya entraba a hurtadillas hacia el cuarto, resbaló y cayó. “¿Quién es?”, preguntó desde el otro cuarto una voz femenina.

Kike trató de levantarse, pero se sentía muy pesado. “Veste muchacho, ¿estas son hora de llegar?”, le recriminó su madre apenas lo vio en ese estado. Él trató de excusarse, mas lo cortaron: “anda a comprar el pan”, le ordenó ella.

Kike logró ponerse de pie, con algo de dolor, y salió del recibidor hacia la calle. Era lo que menos quería hacer en ese momento pero no tuvo opción. Cuando llegó a la panadería, se encontró con una cola larga, tan larga que exclamó: “¡qué salado!”.

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Los tiempos de Joel (capítulo ocho)

[Visto: 762 veces]

(viene del capítulo anterior)

Joel avanzó luego por las escalinatas del foro, encontrando un espacio vacío, justo al costado de Alexia que, ruborizada, no sabía qué hacer. Miró un momento hacia el otro lado, como queriendo sacar un cuaderno de la mochila.

El joven se dio cuenta de la maniobra; sin embargo, no dijo nada, y se quedó esperando con la cara fija. Ella volteó la cara y se quedó a pocos centímetros de besarlo accidentalmente. Retrocedió casi por instinto y casi se cae, de no ser porque Joel reaccionó a tiempo y la sostuvo del brazo.

“¿Siempre te caes cuando hay un chico nuevo junto a ti?”, preguntó él con una sonrisa muy expresiva. Alexia rió brevemente, y terminó por eliminar cualquier desconfianza que tuviera sobre él. Recordó entonces una tarea que les había dejado el profesor. “Hay un trabajo grupal por hacer”, dijo ella animada, “¿te unes a mi grupo?”.

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La noticia inesperada (capítulo quince)

[Visto: 782 veces]

(viene del capítulo anterior)

Eran como las nueve y José aún dormía. Darío no se lo tomó a mal y ya había a preparar el desayuno hace un buen rato. Unos minutos después, el tío apareció en el comedor, vestido con el pantalón del terno y una camisa blanca. “Qué bien sobrino”, se alegró José, “¿quieres que compre algo?”.

“Luego tío, primero come”, se excusó el joven, dejándolo sin alternativa. Porque la contestación había desilusionado a José e hizo incómodo el silencio posterior. Finalmente, con los platos recogidos y lavados, tío y sobrino salieron de la casa.

Ya dentro del Volkswagen escarabajo beige y tras haber recorrido un par de cuadras, José miró a su sobrino con un gesto melancólico, como si conociera la respuesta: “¿a dónde quieres ir?”. “Llévame donde mi abuela”, respondió Darío decidido, y su tío enrumbó a las afueras de la ciudad.

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Los tiempos de Joel (capítulo siete)

[Visto: 800 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alexia estaba a punto de ingresar a su clase cuando su teléfono empezó a vibrar. Era Fernando, su hermano. “Hola Fer, ¿cómo te va?”, le respondió ella con alegría, alegría que se desbarató cuando su hermano le comentó lo que le pasó a su mamá.

“No Fer, yo voy para allá”, amenazó ella con ir a la casa, pero Fernando la tranquilizó diciéndole que ella ya se sentía mejor. Aún así, Alexia le aseguró que terminando su clase iría para allá. “Lindo mi bro”, habló bajito la joven una vez dentro.

“Señores y señoritas”, habló el profesor a la clase, “tenemos novedades: un nuevo estudiante se integra”. Y a continuación, hizo pasar a un joven de mirada sobria y sonriente. Al mirarlo, Alexia sintió de pronto un irresistible magnetismo que no sabía cómo controlar. “Hola a todos. Me llamo Joel”, dijo el recién llegado.

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La noticia inesperada (capítulo catorce)

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(viene del capítulo anterior)

“No, no te haré caso”, dice Darío tratando de volver a dormir, “tú no eres real”. Luis se molestó un poco pero, en vez de retirarse, se sentó sobre la cama. El joven pudo sentir sus pies chocar contra la espalda del niño.

Esto terminó de convencerlo y decidió levantarse otra vez y escucharlo. “Ella dice que no te olvides de tu promesa”, habló Luis. “¿Cuál pro…?”, iba a preguntar Darío, y recordó cuando encontró la carta, que habían acordado con su tío que visitarían a su abuela.

“Mañana iré. Lo prometo”, afirmó seguro. Luis se bajó de la cama y caminó hacia la puerta del cuarto. “¿Te volveré a ver?”, preguntó Darío dubitativo. “Yo sí quiero”, respondió el niño, y se alejó esbozando una sonrisa.

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