Espera en el calor

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No necesita ser desierto

para que las gotas de agua

se evaporen tan frágiles.

Desaparecen como la paciencia,

que recorre la espera

sin saber si es accidental

o alguna maniobra dilatoria.

El calor corporal aumenta

así como la frustración interna,

pereciendo el cabello mojado

y el sentimiento de esperanza.

No podría vivir así,

seco por fuera, seco por dentro,

atormentado por una hoguera

más calurosa que una estrella.

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Antes de los 28

[Visto: 497 veces]

Nico se sentía desamparado y desolado. En una semana cumpliría veintiocho, pero esto no le causaba ningún tipo de alegría. Todo lo contrario, a cada paso que daba, el peligro se le hacía más evidente. Cualquiera que no lo conociera, pensaría que se trata de alguna paranoia.

Al menos él así lo creía, pero lo sucedido los últimos meses con dos de sus mejores amigos no admitía lugar a sus dudas. Dos entierros de dos muchachos de su generación le habían bastado para quedar perplejo ante lo inexplicable. Más aún cuando, aquella solitaria mañana de invierno, recibió en su celular una llamada de un número desconocido.

“Nico, si quieres una explicación a sus muertes, yo te la puedo dar”, fue el lúgubre mensaje que oyó del otro lado. Algo asustado, Nico preguntó quién llamaba. “Eso no importa: sólo quiero que vayas al frente de tu casa”, respondió el extraño y colgó.

(continúa)

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2013: un cambio no esperado

[Visto: 512 veces]

A diferencia del 2012, el año pasado la estabilidad laboral de la que había gozado se acabó a medio año. Y a pesar que esta situación la tenía prevista desde inicios de año, definitivamente pesó en varios de los posteos. Cierta tristeza  y desánimo se reflejó en las líneas

Sin embargo, el segundo factor que conspiró fue las mejoras implementadas al sistema de posteos, en especial en lo referido a la forma de conectar los enlaces. El desconcierto que me causó, porque muchas veces no estaba seguro si los enlaces estaban bien hechos, fue crucial para prescindir de ellos en los meses sucesivos a este cambio no esperado.

Explicado así el contexto en que me vi sumido durante el 2013, agradezco otra vez a todos los lectores por su preferencia y, señalando las fechas de publicación, los dejo con el acostumbrado recuento del año pasado.

 

Los diez artículos más vistos

1. [03.04.13] Comitiva en Jarumarca (capítulo seis) [219 visitas]

2. [05.02.13] Ecos desde Rasunia (capítulo dos) [126 visitas]

3. [02.02.13] Te devuelvo tu libertad [125 visitas]

4. [17.01.13] Disputa en Los Robles [122 visitas]

5. [08.02.13] Comitiva en Jarumarca [120 visitas]

6. [17.02.13] Comitiva en Jarumarca (capítulo dos) [109 visitas]

7. [22.03.13] Comitiva en Jarumarca (capítulo cinco) [105 visitas]

8. [04.03.13] Disputa en Los Robles (capítulo cuatro) [103 visitas]

9. [12.02.13] Ecos desde Rasunia (capítulo tres) [102 visitas]

10. [10.03.13] Comitiva en Jarumarca (capítulo cuatro) [100 visitas]

 

Los diez artículos de mejor promedio

1. [07.12.13] El viejo en la banca blanca (capítulo final) [0.8491 visitas diarias]

2. [03.04.13] Comitiva en Jarumarca (capítulo seis) [0.7276 visitas diarias]

3. [03.12.13] El viejo en la banca blanca (capítulo ocho) [0.6842 visitas diarias]

4. [29.11.13] Fuego excelso [0.5574 visitas diarias]

5. [20.11.13] El viejo en la banca blanca [0.5571 visitas diarias]

6. [12.11.13] La cueva del duende (capítulo final) [0.5385 visitas diarias]

7. [08.11.13] Disputa en Los Robles (capítulo final) [0.5244 visitas diarias]

8. [05.11.13] El viejo en la banca blanca (capítulo tres) [0.4824 visitas diarias]

9. [15.11.13] Hada (amiga y compañera) [0.4667 visitas diarias]

10. [31.10.13] El sarcófago de la momia [0.4556 visitas diarias]

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El misterio del atrapasueños (capítulo dos)

[Visto: 495 veces]

(viene del capítulo anterior)

Muñecos, carritos y títeres. Todos objetos viejos y ciertamente polvorientos se mostraron ante él sin causarle gran satisfacción. Finalmente, vio un oso de peluche de color marrón, que no estaba sucio, y se lo indicó al juguetero. El viejo hombre respondió con una mueca de desagrado inicial, pero luego se resignó.

Dijo que le costaría unos diez soles, y procedió a envolverlo una vez que Alfredo sacó su billetera y le pagó. Alfredo agradeció y, estaba a punto de irse cuando, el juguetero se apresuró y le tocó el hombro. Esa acción lo sorprendió mucho pero, al voltear, observó que el viejo tenía en sus manos un círculo de estera cruzado por varios hilos de lana.

“Quiero que se lleve esto: es un atrapasueños, para la buena salud”, dijo el juguetero con cierto alivio. A pesar del desconcierto, tomó la bolsa donde se encontraba la reliquia. Alfredo agradeció otra vez, se subió a su auto y se dirigió hasta su casa.

(continúa)

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Tan sólo unos momentos

[Visto: 513 veces]

No supe bien cómo llegué al sitio. Apenas subí al segundo bus, le dije al cobrador que me dejara en el centro comercial. Tras un corto recorrido, me encontré frente a mi destino. Eran las diez y cuarto en mi reloj de pulsera y me quedé esperando junto a la escalera blanca que conduce al segundo piso.

Conforme pasaban los minutos, vi algunas nubes aparecer en el cielo. Sentí que podía llover y yo tan sólo vestido con la camisa blanca y el jeans nuevo. “Desearía haber traído una chompa”, pensé para mis adentros. Como no quería ingresar solo, llamé a mi amiga que me hizo la invitación. “Ya estoy llegando”, dijo mientras algunas sonrisas se escuchaban por el auricular.

Diez minutos más tarde, un taxi paró en la esquina. Ella y sus dos amigas bajaron a pesar de la leve llovizna que se había iniciado. Se le veía elegante con sus jeans pegados, la blusa verde y, sobretodo, con esos adorables zapatos blancos que vestía la última vez que la vi. “Amigo, ¿Cómo estás?”, fue como me saludó apenas me reconoció después de tantos meses.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños

[Visto: 562 veces]

Alfredo cometió el antiguo error de esperar a comprar el regalo de su hijo a última hora. Lucía, su esposa, le comentó que Alonso se encontraba emocionado por su próximo cumpleaños. Y Alfredo, aunque tenía presente la fecha, también se topaba con dificultades en su trabajo. Sin embargo, cuando en la mañana lo había saludado, él le prometió que le buscaría un juguete muy interesante.

Lo cierto es que, por más que intentó salir temprano de su oficina, se encontró con que las muchas tiendas estaban ya cerradas. Menos una. Al doblar por la esquina, una luz sobresalía en la acera izquierda. Estacionó el auto y se dirigió hasta la puerta de vidrio, donde golpeó con insitencia por varios segundos.

“Ya voy”, escuchó una ronca voz que retumbó en sus oídos. Un hombre de unos setenta años apareció caminando con dificultad, arrastrando su pierna derecha. Abrió la puerta y le preguntó al atribulado padre qué estaba buscando. “Busco un juguete para mi hijo”, respondió Alfredo y se lanzó a la búsqueda en los estantes.

(continúa)

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El viejo en la banca blanca (capítulo final)

[Visto: 1151 veces]

(viene del capítulo anterior)

Aquella noche, el noticiero televisivo abrió las noticias locales con el doloroso crimen. Si bien la policía logró capturar luego de una balacera al vago, el viejo Erik no soportó la gravedad de sus heridas y falleció unas horas después.

Sentí una amarga tristeza de no haber podido despedirme de mi amigo de otra forma, y me abracé al regazo de mi abuela para esconder aquellas lágrimas que caían por mi rostro. Al día siguiente, fui otra vez hasta la banca blanca donde lo vi tantas veces.

Me senté y una brisa tibia me envolvió, como si unas manos me abrazaran con cariño. Y yo sólo sonreí, sabiendo que era él.

 

Con los años venideros, el barrio se tranquilizó. La policía capturó a varios drogadictos y microcomercializadores, y otra vez los niños volvieron a pasear por el parque. Pero ya no me interesaba estar allí: iba hasta donde estaba enterrado el viejo Erik. Veía su lápida en silencio por unos minutos y luego me sentaba a su lado, tan sólo para decirle: “Hola viejo amigo, ¿cómo te va?”

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El viejo en la banca blanca (capítulo ocho)

[Visto: 498 veces]

(viene del capítulo anterior)

Terminé de hacer rápido mi tarea, y fui como cada tarde a ver a Erik. Como siempre, estaba sentado en la banca, pero la expresión de su rostro había cambiado: se le veía satisfecho. Le pregunté si había solucionado sus asuntos. “Sí niño, ya no te volverán a molestar”, dijo el señor y continuamos con nuestras alegres charlas.

Una vez que anochecía me despedí de él y fui corriendo hasta la panadería. Estaba saliendo de allí, cuando se escucharon un par de disparos. Los clientes se tiraron al piso y yo hice lo mismo, pero me levanté de inmediato para ver qué había sucedido: el vago escapó corriendo por el parque, mientras el viejo Erik se desangraba en el piso.

Yo me acerqué a mi viejo amigo mientras algunos llamaban por el teléfono público a la policía. Le pedí que reaccionara, que no se fuera, pero él no podía hacerme caso. Uno de los paramédicos me tomó suavemente del brazo, mientras ponían a Erik en una camilla y lo subían a la ambulancia.

(continúa)

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Fuego excelso

[Visto: 552 veces]

El solitario hombre

se esforzó tanto

en prender una fogata

en medio de la playa.

Cuando las llamas nacieron,

las miró con atención,

minuto a minuto consumían

las pocas ramas que recogió.

Y al darse cuenta

que las llamas se extinguían,

se concentró en sus pensamientos

y sin dudarlo los arrojó.

El fuego se alzó excelso,

y siguió arrojando

sus dudas, sus recuerdos,

sus ideas y razonamientos.

El incendio se hizo incontenible,

y se arrojó él también,

se hizo uno con el fuego

y al apagarse, él se fue.

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El viejo en la banca blanca (capítulo siete)

[Visto: 444 veces]

(viene del capítulo anterior)

Durante el almuerzo, ni Erik ni mi abuela dijeron nada. Aún así, la expresión en sus rostros era tan elocuente, que seguramente me pedirían una explicación. Así que, como si hubieran tenido una conversa previa, ella se quedó sentada en la mesa y él se acercó hasta mí para hablarme.

El señor Erik fue directo al grano:”Tu abuela me contó sobre tu comportamiento anoche… y quiero saber si te encontraste con ese vago”. Aunque traté de negarlo, era evidente que mi silencio y un leve sudor me delataron. Me eché a llorar y le confesé que le había dado una probada al cigarrillo que me había invitado.

El viejo me abrazó y me aconsejó no volver a hacerlo.  “No, no volverá a pasar”, le dije más tranquilo. Satisfecho con mi respuesta, me acercó hasta mi abuela y se retiró de la casa. “Tengo unos asuntos que atender”, fue su breve excusa, abrió la puerta y se fue.

(continúa)

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