El misterio del atrapasueños (capítulo dos)

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(viene del capítulo anterior)

Muñecos, carritos y títeres. Todos objetos viejos y ciertamente polvorientos se mostraron ante él sin causarle gran satisfacción. Finalmente, vio un oso de peluche de color marrón, que no estaba sucio, y se lo indicó al juguetero. El viejo hombre respondió con una mueca de desagrado inicial, pero luego se resignó.

Dijo que le costaría unos diez soles, y procedió a envolverlo una vez que Alfredo sacó su billetera y le pagó. Alfredo agradeció y, estaba a punto de irse cuando, el juguetero se apresuró y le tocó el hombro. Esa acción lo sorprendió mucho pero, al voltear, observó que el viejo tenía en sus manos un círculo de estera cruzado por varios hilos de lana.

“Quiero que se lleve esto: es un atrapasueños, para la buena salud”, dijo el juguetero con cierto alivio. A pesar del desconcierto, tomó la bolsa donde se encontraba la reliquia. Alfredo agradeció otra vez, se subió a su auto y se dirigió hasta su casa.

(continúa)

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