Archivo de la categoría: Relatos por Entregas (serie uno)

Relatos literarios escritos por entregas

El misterio del atrapasueños (capítulo siete)

[Visto: 460 veces]

(viene del capítulo anterior)

Después de otro día complicado en el trabajo, Alfredo ingresó cansado a la casa. Vio que Alonso estaba sentado en el sofá de la sala, lo saludó sin ánimos y caminó directo hacia su habitación. Cuando quiso ingresar, sintió cómo el niño apretó su pierna con un ansioso abrazo. Eso lo hizo recordar su promesa.

Tomándolo de la mano, Alfredo ingresó al dormitorio de su hijo y miró hacia el oso, que estaba recostado sobre la cama. “Hey oso, quiero que dejes tranquilo a Alonso. Él no te ha hecho nada”, dijo con tono firme. Luego volteó donde Alonso y señaló que todo estaría bien. “Gracias papá”, lo abrazó el niño y se fue a dormir.

Alfredo también le agradeció y se fue a su habitación. Como Nora ya estaba durmiendo, con cuidado se cambió e ingresó en la cama. No habían pasado ni diez minutos descansando, cuando soñó que el peluche se abalanzó sobre él, sus garras lo herían muy fuerte. Entre sueños lanzó un grito. Nora se despertó alborotada por el escándalo generado.

“¿Qué es lo que te pasa?”, preguntó ella sin entender lo sucedido. “Lo siento mi amor, una pesadilla, ya vuelvo”, dijo Alfredo y caminó hasta el baño. Aún algo somnoliento, abrió el grifo y se echó agua a la cara. Mientras más atento se sentía, se percató con estupor los arañazos que tenía en todo su cuerpo.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo seis)

[Visto: 472 veces]

(viene del capítulo anterior)

Alfredo recordó haber estado acostado con el peluche, así que dedujo que en algún momento lo dejó caer y se sintió tranquilo que su esposa lo recogiera. Pasado el reproche, disfutó del desayuno que le había servido su esposa y llevó al colegio a Alonso, quien lo miró con cara de asustado durante el trayecto.

“¿Qué es lo que te sucede?”, preguntó el padre al ver su miedo. “El oso me visitó anoche”, respondió el niño mirándolo con los ojos bien abiertos. Contó que, en la noche, la puerta de su habitación se abrió con cierta lentitud. Alonso abrió los ojos y pudo ver, en medio de la oscuridad, cómo el peluche asomó su cara por detrás de la puerta y lo miró con furia.

Dijo que se tapó con las sábanas, pensando que iría a buscarlo, pero pasaron unos minutos  nada sucedió. Para cuando asomó otra vez la cabeza, la puerta de su cuarto estaba cerrada otra vez. Aunque impactado por el relato, Alfredo no le creyó a su hijo y pensó que sólo había tenido una pesadilla.

Lo dejó en la entrada del colegio y se despidió con una promesa: “Cuando vuelvas, buscaremos a ese oso y le diremos que te deje tranquilo”, afirmó Alfredo con una gran sonrisa.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo cinco)

[Visto: 505 veces]

(viene del capítulo anterior)

Habían transcurrido un par de semanas en total normalidad, hasta que un día, al regresar de la oficina, Alfredo se percató que el peluche yacía detrás de uno de los muebles de la sala. Lo recogió, se dirigió hacia el cuarto de Alonso y le preguntó por qué el oso estuvo en aquel rincón.

“Es que me aburrí de jugar con él”, respondió el niño con toda franqueza. “Ya hablamos de esto, que cuidarías de los…”, señaló el padre pero fue duramente interrumpido. “¡Esto no pasaría si me regalaras lo que quiero!”, gritó el niño y, acercándose a Alfredo, le quitó el peluche y lo tiró al piso otra vez.

Luego, Alonso tomó la caja donde estaba el circuito ferroviario y lo volvió a armar. Mientras esperaba la llegada de su esposa, Alfredo se llevó al oso hasta su habitación. “Si sólo pudieras sentir, quizá y mi hijo te trataría de otra manera”, dijo mientras le limpia el pelaje con sus manos. Cansado por el día, Alfredo se quedó dormido con el peluche en sus brazos.

Para cuando despertó, notó que el peluche estaba encima de la cómoda de la habitación. Volteó en la cama y saludó a Nora, que también se despertó. “Gracias por poner el oso allí”, señaló Alfredo con alivio. “Es lo menos que podía hacer si lo dejaste tirado en el piso”, dijo ella en tono de regaño y salió hacia la cocina.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo cuatro)

[Visto: 466 veces]

(viene del capítulo anterior)

Ahora, era el turno del padre. Alfredo le entregó su regalo aún con cierto nerviosismo por todo lo que había tenido que pasar por su olvido. Con esa misma rapidez, Alonso rompió la envoltura y descubrió el oso de peluche. Con evidente desconcierto, lo tomó entre sus brazos con tibieza.

A pesar de ello, agradeció a mamá y papá por los presentes. Luego de estar jugando un rato, empezó a bostezar y Alfredo le pidió que se fuera a acostar. Alonso obedeció, se despidió de ellos y se llevó el oso para su habitación. Su papá le deseó las buenas noches una vez que lo vio dentro de la cama y cerró la puerta.

Con mucho cansancio, Alfredo caminó hasta su habitación. Nora ya lo estaba esperando y, cuando cerró la puerta, comenzaron los reproches. “En serio, ¿otro peluche? Tú sabes muy bien cómo va a terminar esto”, le gritó su mujer con marcado fastidio. Alfredo no sabía cómo contentarla, hasta que prometió que le ayudaría a Alonso a cuidar el oso. Sólo así ambos se fueron a dormir.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo tres)

[Visto: 455 veces]

(viene del capítulo anterior)

Nora, la esposa de Alfredo, salió a recibirlo apenas se dio cuenta que entraba por la calle. “¿Conseguiste el regalo?”, preguntó ella mirándolo muy ansiosa. Y no era para menos, porque había tenido que soportar los berrinches de Alonso por la incomprensible demora de su papá.

Alfredo respondió afirmativamente, le entregó el atrapasueños y le pidió que lo colocara sobre la puerta principal de la casa. Alonso, mientras tanto, cambió de ánimo cuando vio a su papá entrar y se abalanzó sobre él. Ambos se abrazaron y Alfredo le deseó un feliz cumpleaños. “¿Y dónde está mi regalo?”, preguntó el niño saltando de un lado a otro.

“Primero apaguemos las velas de la torta”, señaló el papá con una gran sonrisa. Nora encendió las velas del pastel que ya los esperaba en la sala, y los tres cantaron con gran alegría. A continuación, Nora le entregó a su hijo una caja envuelta. Alonso la abrió con mucha rapidez: el circuito ferroviario con trencito y baterías incluidos lo puso muy contento.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños (capítulo dos)

[Visto: 486 veces]

(viene del capítulo anterior)

Muñecos, carritos y títeres. Todos objetos viejos y ciertamente polvorientos se mostraron ante él sin causarle gran satisfacción. Finalmente, vio un oso de peluche de color marrón, que no estaba sucio, y se lo indicó al juguetero. El viejo hombre respondió con una mueca de desagrado inicial, pero luego se resignó.

Dijo que le costaría unos diez soles, y procedió a envolverlo una vez que Alfredo sacó su billetera y le pagó. Alfredo agradeció y, estaba a punto de irse cuando, el juguetero se apresuró y le tocó el hombro. Esa acción lo sorprendió mucho pero, al voltear, observó que el viejo tenía en sus manos un círculo de estera cruzado por varios hilos de lana.

“Quiero que se lleve esto: es un atrapasueños, para la buena salud”, dijo el juguetero con cierto alivio. A pesar del desconcierto, tomó la bolsa donde se encontraba la reliquia. Alfredo agradeció otra vez, se subió a su auto y se dirigió hasta su casa.

(continúa)

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El misterio del atrapasueños

[Visto: 559 veces]

Alfredo cometió el antiguo error de esperar a comprar el regalo de su hijo a última hora. Lucía, su esposa, le comentó que Alonso se encontraba emocionado por su próximo cumpleaños. Y Alfredo, aunque tenía presente la fecha, también se topaba con dificultades en su trabajo. Sin embargo, cuando en la mañana lo había saludado, él le prometió que le buscaría un juguete muy interesante.

Lo cierto es que, por más que intentó salir temprano de su oficina, se encontró con que las muchas tiendas estaban ya cerradas. Menos una. Al doblar por la esquina, una luz sobresalía en la acera izquierda. Estacionó el auto y se dirigió hasta la puerta de vidrio, donde golpeó con insitencia por varios segundos.

“Ya voy”, escuchó una ronca voz que retumbó en sus oídos. Un hombre de unos setenta años apareció caminando con dificultad, arrastrando su pierna derecha. Abrió la puerta y le preguntó al atribulado padre qué estaba buscando. “Busco un juguete para mi hijo”, respondió Alfredo y se lanzó a la búsqueda en los estantes.

(continúa)

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Disputa en Los Robles (capítulo final)

[Visto: 422 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Lucho, ¿qué estás haciendo? ¡Vámonos ya!”, le rogó la mujer esperando que recapacitara. Lucho aseguró el percutor y, de pronto, le entró la duda: ¿valdría la pena dejar vivo a su tío, sabiendo que continuaría con su cacería?

Rodolfo se levantó sorpresivamente y se abalanzó sobre su sobrino. El joven despertó de su distracción y disparó. El patrón se sorprendió al sentir el disparo, se tocó en el lugar de la herida y luego se desplomó. Detrás de él, González aparecía con su arma aún humeante.

“Tu disparo se desvió por poco, no tienes de qué preocuparte”, dijo el capataz y llevó a Constanza hasta su lado. “Mi hija es tu misión ahora”, señaló González y les pidió que huyeran de allí. Lucho tomó su mano y ambos salieron del establo.

Subieron en la camioneta y dejaron Los Robles por última vez. Constanza miró hacia atrás y lloraba por la suerte que correría su padre. “Tranquila corazón, lo apoyaré con todo lo que pueda”, afirmó el joven y sonrió, convencido que lo volverían a encontrar.

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Disputa en Los Robles (capítulo veinticuatro)

[Visto: 429 veces]

(viene del capítulo anterior)

Tras unos segundos de indecisión, los dos hombres se abalanzaron uno contra el otro. Rodolfo tomó la iniciativa y, con toda su corpulencia, pechó a Lucho, quien trastabilló y terminó en el piso. Lo golpeó en el suelo pero, antes que recibiera un golpe de gracia, el joven tomó un poco de tierra y la lanzó hacia la cara de su tío.

La sorpresiva treta hizo retroceder a Rodolfo, y esto aprovechó bien Lucho, que agarró moral y empezó a sacudir la cara del patrón con varios certeros y violentos puñetazos. Rodolfo cayó semiinconsciente y sangrante sobre el suelo.

Su mirada se fijó en el revólver que le había devuelto, lo retiró de la funda y apuntó hacia su tío, que aún se mantenía echado y jadeando en aquel lugar. Constanza, que se había quedado inmóvil junto a González, se le acercó corriendo y lo jaló de un brazo para que se fueran de allí. “Necesito verlo de frente, una vez más”, dijo el joven en tono firme e impasible.

(continúa)

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Disputa en Los Robles (capítulo veintitrés)

[Visto: 500 veces]

(viene del capítulo anterior)

Rodolfo le preguntó hacia dónde se dirigían. “Ya lo sabrás”, fue la breve respuesta de Lucho y siguió conduciendo, hasta llegar a la hacienda. Apenas notó su presencia, González abrió el portón y los dejó pasar.

“González, ¡ayuda, ayuda!”, gritó Rodolfo a ver pasar a su capataz. Entonces notó que no le hacía caso y cayó en cuenta que era cómplice de su sobrino. Sintiéndose abandonado, él se desmoronó en el asiento, esperando que Lucho hiciera su siguiente paso.

“Llegamos tío”, avisó el joven. Apagó el motor y bajó de la camioneta. A su vez, Rodolfo también salió y vio que se había estacionado junto al establo. Lucho condujo a su tío dentro del mismo y lo puso frente a él. Allí los esperaban Constanza y González, quien cargaba un arma.

Una vez allí, Lucho dijo que quería proponerle algo. “Quiero una pelea justa, a puño limpio: si yo gano, liberas a Constanza y a González”, afirmó el joven. Rodolfo preguntó qué pasaría si él ganaba. Lucho le entregó el revólver y señaló: “haz lo que tengas que hacer”.

(continúa)

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