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Si pudiera hablar
sintiendo que escucharías,
si pudiera esperar
sabiendo que vienes;
no estaría parado aquí
en el borde del acantilado,
mirando siempre fijo
al horizonte del mar.
Como antes tus pasos,
tan suaves al andar,
me señalaban tu presencia
para poder conversar.
Como entonces tus labios,
tan tibios al besar,
me mostraban tu cariño
y me volvía a enamorar.
Ya no estás, ya no más,
te fuiste sin hablar,
te fuiste sin besar,
y solo me decidiste dejar.