Contenta de su buena fortuna, Pitia se apresuró en recoger las monedas, apagó el fuego con algo de arena y se dispuso a ir a su aposento a guardar el tesoro. Una vez dentro, otra figura encapuchada se le apareció.
“Veo que te han recompensado bien”, dijo la voz femenina. Pitia la reconoció y se acercó a ella para abrazarla. Sin embargo, sintió una punzada en la espalda que la desangraba gravemente. “Dije lo que me pediste”, habló con dificultad la vidente y cayó muerta.
“Y ahora te toca guardar el secreto”, afirmó la desconocida saliendo del aposento. Una vez fuera del lugar, levantó los brazos y recitó un hechizo. Un violento terremoto azotó la región: cuando los peregrinos salieron de sus guaridas, encontraron el antiguo templo convertido en destruidas piedras.