Archivo por meses: agosto 2009

Un grosero argumento

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Súbitamente, Jorge Glenni, el asesino confeso de Marco Antonio Gallego, “recordó” que el famoso estilista, en el momento del crimen, admitió tener SIDA. Desde que se conoció el resultado de la autopsia de Gallego, la prensa especuló que con este dato Glenni – bajo la estrategia de defensa de su abogado – cambiaría su versión inicial sobre lo ocurrido aquella noche de julio, con el fin de variar el móvil del asesinato y, por ende, recibir una pena menor a la cadena perpetua: esta última condena aplicable de hallarle culpable de homicidio posterior al robo.

Ni en las más denigrantes argumentaciones que observé en algunos capítulos de la serie estadounidense “La ley y el orden” pude imaginar tan grosera estrategia, que sobrepasa la ficción, por parte del defensor del joven criminal. Si bien en un juicio se busca saber la verdad sobre hechos, es probable que, a falta de detalles completos, se busque completarlos con versiones “verosímiles” (es decir, que parecen verdaderas y son creíbles).

Lo cierto es que con esta infidente información que rompió la Ley de Confidencialidad, la cual data de la década pasada y otorga el derecho exclusivo de revelación al portador del SIDA sobre su estado de salud, Marco Antonio no puede descansar en paz: su asesino utiliza tal revelación para librarse del justo castigo que debiese recibir. Sigue leyendo

Pa’ que veas, broder

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Jorge despierta después de un rato. Como cada jueves, el aburrimiento lo mata de sólo saber que, más tarde, no hay nada que hacer. Coge el control remoto del televisor y hace un zapping rápido de canales hasta que encuentra una película interesante. De pronto, Pablo, su hermano, ingresa al cuarto y observa la pantalla. “Es 11:14, hora de morir”, comenta Jorge. “Ya la vi. Empieza bien y termina mal”, refuta Pablo. Su hermana les pasa la voz: son las 8 y está sirviendo la cena.

Pablo sale primero: “¿Qué, no vas?”, inquirió. “Ya voy, que venga el reclame”, responde el otro. Jorge se acuerda de ayer en la noche, cuando fueron a tender la ropa recién salida de la lavadora en la azotea. Vio como Pablo volaba en colocar las camisas y polos en los alambres, para luego bajar a toda carrera. cuando terminó su labor, Jorge descubrió que su hermano le había cambiado el programa y se había posesionado del control. “Que tal mataperrada”, susurró. Tras un par de minutos, salió del cuarto con el as en la manga.

La cena discurró tranquila en medio de la ensalada de palta con cebolla, la huancaína, los chismes de su hermana -“y eso que no te conté la última, hermanito”- y los comentarios de papá y mamá. Ya por terminar la sopa de fideos, Jorge volteó la vista a Pablo quien, apurado, comió la última papita de un bocado, se levantó y salió disparado de la mesa. Tranquilo, Jorge llevó los platos al lavadero, los lavó y se dirigió al cuarto. Pablo quiso preguntar, “¿Dondé está el…?”, pero quedó corto. Su hermano le mostró el dispositivo que, oculto, había permanecido en su casaca. “Pa’ que veas, broder”, dijo Jorge, cambiando de canal. Sigue leyendo

Ataque terrorista en San José de Secce revela urgente necesidad de coordinación en fuerzas armadas y policiales

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Lo ocurrido el último fin de semana en el poblado de San José de Secce termina por confirmar lo observado en los últimos meses en el tema del combate a la subversión: la facción senderista del VRAE, liderada por los hermanos Quispe Palomino, debido al control que ejerce en las rutas y las actividades relacionadas con el tráfico de drogas en la zona, ha terminado su etapa de rearme. Esto los ha impulsado a una fuerte campaña de adoctrinamiento en aquella zona de mergencia.

En lo que a la actuación del Estado concierne, se revela la falta de coordinación entre las FFAA y la Policía Nacional para trabajar una estrategia conjunta, para Ayacucho y alrededores, orientada a combatir las dos cabezas del mismo problema, es decir el narcotráfico y los remanentes terroristas. A ello se aúna las cada vez más sospechosas fallas de comunicación de los aparatos de inteligencia entre los distintos estamentos de la seguridad nacional: es ilógico que los infomes de inteligencia salgan a la luz después de los atentados habiendo cambiado hasta cinco veces de ministro del Interior.

De no ser porque los efectivos de la DINOES habían sido relevados por nuevo personal hace casi un mes, se habría tenido que lamentar un número mayor de fallecidos que los 3 policías y las 2 civiles que perecieron dentro de la base contrasubversiva durante dicho enfrentamiento. Dando la contra a lo declarado por Ollanta Humala, Sendero sigue siendo una amenaza y es la poca presencia de los programas sociales y estrategias inclusivas la semilla que dificulta su derrota final. Sigue leyendo

Historia de Sérvulo (parte cinco)

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(viene de parte cuatro)

El rey vio llegar uno a uno a los pocos guardias heridos. No ver a sus hijos entre ellos le estremeció profundamente, y empezó a llorar. Pasada la medianoche, Rolando bajó de sus habitaciones y salió del castillo. Sólo quería mirar el negro fúnebre de aquella luna menguante. Absorto en sus pensamientos, no oyó llegar al reducido grupo de jinetes que se aproximó hasta donde estaba. “Soy Galías”, habló el jefe del grupo, cuya cabeza estaba cubierta con la capucha negra. “¿Qué has hecho con mis hijos?”, rugió el rey. Los rebeldes descargaron el cuerpo de Legardo y se lo entregaron a su padre, además de un envoltorio enrrollado.

Rolando se apresuró en abrir el envoltorio, encontrando el medallón dorado en forma de disco solar que le regaló a Sérvulo cuando apenas cumplió catorce. “Es la pueba de que tu otro hijo es mi prisionero”, dijo el rebelde y agregó: “Si quieres que siga viviendo, me entregarás tu reino. Sólo así te lo devolveré”. Rolando, doliente por la muerte de Legardo, gritó su desesperación, convirtiendo su deseo de venganza en incontenible. “Mañana, lo único que quiero es acabar contigo”, sentenció el rey. El rebelde quedó un minuto quieto y luego, con la voz entrecortada, señaló a sus hombres: “Marchemos”.

Antes de que pudiera avanzar, Rolando se le acercó y, tirando con todas sus fuezas, arrancó la capucha negra al rebelde. Silente en medio del terreno, Rolando observó aquel rostro y aquellas lágrimas que caían de su adversario, quien se alejaba ya raudamente. Porque, aunque hubiera creido todo lo que le dijo, nunca pudo imaginar que el mensajero que llamase Galías, no era tal. Abrazado al cuerpo de Legardo, volvió de nuevo a derramar algunas lágrimas. Llegado al castillo, ordenó al jefe de la guardia real: “Prepara a tus hombres. Mañana, hay un reino que salvar”.

(continúa) Sigue leyendo

Esfuerzo y resultado

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No siempre lo que miro son brumas tapando mi horizonte. Alguna vez vi al sol tratando de sojuzgar a las fieras nubes del otoño. Es en esos momentos cuando noto que toda la seguridad que muestro a mis creencias se hace añicos. Sería torpe si digo que tal seguridad era ideológica puesto que a nadie hoy en día le interesa fundamentarse en una ideología. Yo tampoco. Sin embargo, me abrazo a la discreta certidumbre sobre lo que tienen que ser y cómo deben ser las cosas.

Porque, opiniones aparte, la contradicción de este mundo sobrepasa todo conocimiento recolectado y estructurado: creemos que podemos vivir de un modo siempre, pero la vida contiene nuestra pretensión y destroza todos aquellos hábitos que un día consideramos imperecederos. Muchas veces las personas se lastiman intentando restaurar épocas perdidas y, otras más, nos emociona saber que el infructuoso resurgir ha creado un nuevo tiempo.

¿Qué sucederá el día que ese esfuerzo se apague o su resultado carezca de sentido? Creo que nadie ha considerado en su total dimensión esa situación; y si esa falta se presenta, es gracias a que ese esfuerzo siempre se renueva y ese resultado siempre satisface. En definitiva, sólo un fin del mundo puede acabar con estos dos factores. Muchos están convencidos, de una u otra forma, que este asombroso e infortunado acontecimiento sucederá pronto. A pesar de ello, no parece que los esfuerzos o sus resultados conduzcan a evitarlo. Eso lo considero penoso y, aún más, amargo. (11-10-2008)

(Esta fue la última reflexión de mi amigo Luis, probablemente la más sombría que hay escrito jamás. Y quizá la más inspiradora, porque me ha impulsado a vivir, vivir en el incesante esfuerzo de escribir el texto que, al ser leído, satisfaga). (02.08.2009) Sigue leyendo