La corrupción más allá de la percepción

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Hace unos días publiqué un post en relación con el índice de percepción de la corrupción. Pues bien, he tenido la oportunidad de leer un artículo de opinión publicado en el diario El País de España por Emilio Sánchez Ulled, titulado La ciénaga de la corrupción. En dicho artículo, el autor, presidente de la Unión Progresista de Fiscales y Fiscal Anticorrupción en Barcelona, explora y trata de describir el terreno real de la corrupción, aquel que trasciende el terreno de la pura percepción.

Comienza su artículo con un golpe contundente: “Hemos asistido al afloramiento de repugnantes ejemplos de corrupción pública, germinados en esa zona en la que confluyen el desarrollo de las políticas públicas y la actividad económica privada, zona que corre el riesgo de convertirse en una auténtica ciénaga”. Desde el inicio nos manifiesta que eso que él llama ciénaga se ubica en la zona en que se intersecan las políticas públicas y la actividad económica privada. Es decir, no se trata de un patrimonio exclusivo del sector público, sino que, por el contrario, es un constructo producido por la “colaboración” de funcionarios corruptos y agentes económicos privados corruptos también, en el que se comprometen una serie de intereses de alto nivel.

Sánchez concluye que “estamos ante un fenómeno que va más allá de la tradicional mordida, es algo distinto y más sutil. Algo que presenta dimensiones cualitativa y cuantitativamente muy peligrosas y, desgraciadamente, también cierta vocación estructural. Se trata de corrupción de alto nivel, de la utilización ilícita de las potestades, la información -privilegiada- y los recursos públicos para aplicarlos a finalidades particulares, individuales o corporativas, propias o ajenas, siempre en perjuicio del interés general. No es algo que deba sorprendernos especialmente a estas alturas del desarrollo político-social, pero lo cierto es que hasta ahora su verdadera magnitud resultaba inversamente proporcional a su visibilidad para los ciudadanos”. Ojo, se trata de un país europeo (España), ubicado en el puesto 32 del Índice de percepción de la corrupción. Y, de manera concluyente, este Fiscal nos manifiesta que esta faceta nueva de la corrupción es, en términos generales, imperceptible para la población.

Es más identifica algunas formas en que se presenta este nuevo fenómeno: “Ya conocemos prácticas que son verdaderos “clásicos” en la materia: la facturación por servicios inexistentes o descaradamente inútiles -informes o estudios, por ejemplo-; la interposición de sociedades pantalla destinadas a hinchar o rellenar los costes de una determinada actuación pública, o a justificar una subvención; el desvío de dinero público a entidades -muy señaladamente fundaciones- vinculadas a formaciones políticas y a su puro servicio más que al de las finalidades formales de aquéllas; la degeneración de los convenios de colaboración entre entidades públicas y privadas -urbanísticos, por ejemplo- a fin de encubrir simples procesos de enriquecimiento”.

En este tiempo el Perú tiene una nueva oportunidad para despegar. Estemos atentos para que la corrupción no gane espacio y sea la verdadera beneficiada

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