Archivo de la categoría: Relatos por Entregas (serie uno)

Relatos literarios escritos por entregas

Disputa en Los Robles (capítulo doce)

[Visto: 673 veces]

(viene del capítulo anterior)

Luego de algunas horas, el capataz mandó a Lucho a ducharse; mientras, fue a hablar con el patrón para comentarle sus impresiones. “No lo lleves, no está del todo listo”, insistió con dureza. “Te entiendo, pero las decisiones las tomo yo”, dijo Rodolfo fumando su puro con extrema tranquilidad.

Al salir de la ducha, Lucho se encontró con una sorpresa: un saco oscuro, una camisa blanca y jeans nuevos descansaban sobre su cama. Una vez vestido salió hasta la sala a esperar al patrón. Tras unos minutos de espera, apareció Rodolfo por allí. “Bien muchacho, nos vamos”, dijo brevemente el patrón.

Lucho se atrevió a preguntar por qué iba desarmado. “Te quedarás en la camioneta vigilando”, respondió el patrón, al tiempo que González y otros dos hombres aparecían por detrás. El joven abrió la puerta y vio a Constanza. “Ya me siento más segura”, dijo la chica sonriéndole coqueta.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo once)

[Visto: 629 veces]

(viene del capítulo anterior)

González lo llevó hasta las caballerizas. Allí había una cerca donde colocó algunas botellas como blancos. “Intenta derribar esas botellas”, dijo el capataz y alejó a Lucho como unos veinte metros de la cerca. Dominado por los nervios iniciales, los disparos del joven se fueron totalmente desviados.

“Muchacho, veo que tendré harto trabajo contigo”, dijo González, acercándose al joven con cara de preocupación. El capataz le hizo el ademán y Lucho le entregó el arma. Se paró con una pierna delante de la otra y miró hacia una de las botellas. Luego, extendió el brazo y apuntó: fue el primer disparo e impactó destrozando el centro de la botella.

“Es así como se hace un buen disparo”, señaló el capataz y le entregó otra vez el arma. Lucho respiró hondo y se colocó justo como había hecho González. Falló la primera bala, falló también la segunda. La tercera destruyó el pico de la segunda botella.

Lucho se alegró de haber acertado, pero miró a González y vio el fastidio en su cara. Le recordó que otros acertaban al primer disparo: “para entonces, ya estarás muerto”, aseveró el capataz y le ordenó que siguiera practicando.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo diez)

[Visto: 608 veces]

(viene del capítulo anterior)

Ambos pasaron un par de horas haciendo el hueco lo más grande posible. “Ya está”, afirmó González sentir que era del tamaño adecuado. Le pidió a Lucho que tomara un extremo de la bolsa y la depositaran dentro. Con mucho esfuerzo, el joven levantó el extremo señalado y dejó caer la bolsa en el hueco.

“Pésimo, ¿qué es esto?”, preguntó de forma retórica el muchacho. González, que de sarcasmo no entendía mucho, lanzó de frente: “es uno de los guardaespaldas del patrón, murió ayer”. Lucho se quedó pálido, pero el capataz le confirmó que si lo mandaban a la ciudad, era para resguardar a Rodolfo.

“Ayer fue este pobre hombre, mañana puedes ser tú”, respondió González con una sonrisa chueca que le dejó a Lucho una mala impresión. Terminaron de lampear la tierra y el capataz le dio al muchacho una pistola: “es hora de practicar”.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo nueve)

[Visto: 730 veces]

(viene del capítulo anterior)

Constanza abrazó al muchacho con demasiada intensidad. Él la miró con ternura y acercó sus labios para poder besarla. Ella se fijó en sus intenciones y, tras al inicio, le dio un suave y breve beso. Lucho iba a darle otro beso, pero ella se negó. “Uno por vez”, le indicó Constanza con una sonrisa.

Ella le ayudó a levantarse, le secó las lágrimas y lo acompañó hasta la casa grande. Al llegar a las habitaciones se despidieron y cada uno se fue por su lado. Lucho continuó con su faena en el campo, hasta que Rodolfo lo volvió a llamar varias semanas después.

“Necesito que me acompañes a la ciudad, ve con González para que te dé tus instrucciones”, fue lo poco que dijo el patrón al ver entrar al joven en su oficina. Se dirigió donde González, el capataz, con el recado del patrón.

“Primero que nada, necesito que me ayudes a cargar esta bolsa”, y le señaló la bolsa negra que estaba a sus pies. Ambos llevaron el pesado bulto y un par de palas hasta una zona distante de la casa grande. “Hora de cavar”, dijo González soltando la bolsa y horadando la tierra alrededor.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo ocho)

[Visto: 607 veces]

(viene del capítulo anterior)

Habían pasado unas tres semanas desde que su padre lo dejó en la hacienda, y Lucho seguía pensando en él como el primer día. Más aún porque no recibió ninguna comunicación suya en ese tiempo. Él sólo se había dedicado a arar los campos para la próxima siembra.

Tras una agotadora jornada, donde incluso regresó ciertamente magullado a eso de las ocho de la noche, su tío Rodolfo lo invitó a conversar a la sala. Lucho, que ya se había aseado, vestido y cenado un suculento plato, aceptó la plática con cierta extrañeza.

“Hablé con tu padre antes de que se fuera… y no creo que vaya a regresar”, habló Rodolfo con cierta ambigüedad. El joven le reclamó el porqué de sus palabras. “Recibí esta carta ayer”, dijo su tío entregándole el sobre con la misiva, la misma que estaba dirigida a su nombre.

Rodolfo se retiró de la sala y lo dejó a solas. Lucho abrió la carta… pero no terminó de leer. A mitad de texto, salió corriendo de allí en dirección al establo. Se encogió a un lado y comenzó a llorar amargamente frente a los caballos.

Constanza, que estaba cerca de allí, al escuchar el llanto se dirigió al establo. Vio a Lucho y se arrodilló ante él. “¿Qué es lo que te pasa?”, le preguntó ella intentando comprender. “Por favor, sólo dame un abrazo”, pidió el muchacho muy dolido de enterarse que su padre está muriendo.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo siete)

[Visto: 668 veces]

(viene del capítulo anterior)

Todos ellos se dirigieron hasta la entrada de la hacienda. Ya Santiago estaba por irse, cuando su hijo le contuvo y convenció de quedarse hasta mañana. Santiago aceptó. “Menos mal, porque ya te tenía un cuarto preparado”, sonrió alegre don Rodolfo y pasaron dentro de la casa.

Una vez en la sala, Rodolfo se despidió de su hermano y su sobrino y se fue con Constanza a dormir. Jacinta guió a Santiago y Lucho hasta su habitación y les deseó buenas noches. “Buenas noches”, dijo Santiago a su hijo una vez que estuvo dentro de su cama.

En la otra cama de la habitación, Lucho no podía dormir pensando en las palabras de Constanza. Finalmente lo venció el sueño y sólo se percató de la mañana cuando sintió unos rayos de sol entrando por la ventana alta. Miró a su diestra pero su padre ya no estaba en la otra cama.

A la carrera, el joven se cambió de ropa y se dirigió al comedor. Sólo encontró a Jacinta, quien le indicó la entrada de la hacienda: alcanzó a su padre y su tío que ya esperaban el bus interprovincial. “No te preocupes hijo, veré al médico y volveré en unas semanas”, lo calmó Santiago y lo abrazó con una honda emoción, antes de subir al bus.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo seis)

[Visto: 699 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Constanza, ¿no te…?”, intentó preguntar el muchacho antes que ella lo interrumpiera y le pidiera que guardara silencio. Ella lo llevó hasta la caballeriza, y una vez allí, se disculpó por su ruda petición. “No quería que tu tío nos oyera”, se justificó la joven.

Lucho le preguntó si Rodolfo le había hecho daño. “No, de hecho me trata muy bien, pero me siento como en una jaula de oro”, respondió ella con tono triste. La joven le contó que ella vivía desde hace unos cinco años en la hacienda, cuando Rodolfo la separó de su madre.

No había sido sino hasta hace unos meses que se convirtió en su esposa. “Pero no fue por amor, sino en gratitud a todo lo que él me ha dado”, afirmó Constanza, mostrando una mueca de decepción. Lucho se acercó a ella y colocó su brazo detrás de su cuello.

“Si quieres un amigo que escuche tus tristezas, aquí estaré”, dijo él consolándola y esbozando una tenue sonrisa. Constanza agradeció y apreció su gesto. En ese momento, se oyeron los pasos de Rodolfo y Santiago que habían ido a buscarlos. “Ven a despedirte sobrino, tu padre ya se va”, señaló el patrón al encontrarlos.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo cinco)

[Visto: 759 veces]

(viene del capítulo anterior)

Su hermano quedó un tanto sorprendido de ver a una muchachita que, por su edad, bien podría ser la hija de Rodolfo. Mientras, Lucho no entendía nada, sólo que le parecía una señorita muy agraciada. Aun reponiéndose del hecho, Jacinta entró en la sala y avisó a los presentes que la cena ya estaba servida.

A diferencia de lo sucedido en la sala, la cena fue más distendida y algo callada. Lucho, digiriendo con entusiasmo la idea de vivir en la hacienda, comió muy rápido. La risa de su tío fue elocuente cuando llegó el postre y el pobre muchacho se sentía lleno.

“Constanza, acompaña a mi sobrino a conversar afuera”, dijo el patrón y despidiéndose de ella con otro beso. Una vez que los jóvenes salieron de allí, Rodolfo miró seriamente a Santiago. “Admito que me sorprendió tu cambio de actitud hacia mí”, señaló haciendo un gesto adusto.

“Me he visto obligado a hacerlo”, indicó el atribulado padre y cogió su casaca. De uno de los bolsillos extrajo un papel y se lo entregó a su hermano. “Ciertamente, estás muriendo… lo siento hermano”, dijo Rodolfo con el rostro desencajado.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo cuatro)

[Visto: 874 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Jacinta, prepara la cena”, ordenó el patrón al ingresar en la sala. Mientras esperaban que la mesa del comedor estuviera lista, cada uno de ellos se sentó en uno de los cómodos sillones de la sala a hacer un poco de tertulia.

“¿Y sobrino, cómo van los estudios?”, preguntó curioso su tío. Aún nervioso por lo ocurrido en la cerca, Lucho sólo atinó a decir “bien, bien”. Rodolfo carcajeó al escuchar la tímida respuesta del muchacho. “No te preocupes, resolveremos eso en la hacienda muy pronto”, señaló su tío con autosuficiencia.

“¿Me quedaré en la hacienda?”, dijo el joven, sorprendido por lo que oía. Rodolfo asintió y le comentó que habían hablado ligeramente sobre el asunto con su padre en una llamada previa. Fue entonces que una joven de mediana estatura entró en la estancia.

El patrón se levantó al verla y se acercó a saludarla con un beso. Luego puso su mano detrás de su cintura y la guió hasta sus parientes. “Constanza, él es Santiago, mi hermano, y mi sobrino Lucho”, presentó a sus parientes y luego agregó para sorpresa de ambos: “Santiago, sobrino: ella es Constanza, mi mujer”.

(continuará)

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Disputa en Los Robles (capítulo tres)

[Visto: 782 veces]

(viene del capítulo anterior)

Padre e hijo se disponían a entrar en la propiedad cuando dos tipos altos y fornidos los detuvieron. “Vengo a ver a don Rodolfo, mi hermano”, dijo el viejo a los guardias quienes, protegidos por sus rifles, ni se inmutaron por sus palabras.

“Buen hombre, mi patrón no quiere ser molestado ahora”, le increpó uno de los guardias y, cargando su rifle, lo conminó a marcharse. Entonces, todos escucharon una pequeña detonación. Los guardias, asustados, volvieron su mirada hacia la casa: en la entrada, se encontraba parado don Rodolfo.

“Déjenlos pasar”, les ordenó el patrón a los guardias, los mismos que se pusieron a recorrer el perímetro de la cerca. “Santiago hermano, que bueno verte por aquí”, dijo con voz ronca y lo abrazó con cierta efusividad.

“¿Te acuerdas de Lucho?”, le preguntó Santiago luego del saludo. Rodolfo saludó también a su sobrino y rememoró que no lo veía desde que era pequeño. “Pero por favor, pasemos adentro a hablar sobre los planes que te tengo”, señaló el hacendado a Lucho, al tiempo que lo dirigía hacia la casa grande.

(continúa)

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