Leslie abre la puerta y no encuentra a nadie, salvo el arreglo floral que habían dejado. Se aprestó a pasarlo adentro, cuando unos arbustos sonaron. “¿Quién anda ahí?”, preguntó algo temerosa. Una silueta salió detrás del jardín y empezó a correr. Leslie lo reconoció: “Bruno, espera”. Bruno G se detuvo.
Ni siquiera sabía bien por qué razón, pero en su corazón cierto sentimiento paró su marcha. Leslie se acercó y lo abrazó con ternura. Bruno, ya un tanto embobado, empezó a juguetear con la cabellera de Leslie y, cuando ella levantó la mirada, le dio un beso que le pareció eterno.
El joven quedó un poco extrañado por su comprensible pero inusitada actitud. Luego de unos segundos, retrocedió su cara y esbozó una leve sonrisa, mientras pensaba cómo rayos había sucedido aquello, eso que en su mundo nunca logró que ocurriera, y menos con una chica tan linda. Ella lo miró de nuevo y tomándolo de la mano le dijo “¿vienes?”. Intuyendo que la noche sería larga, Bruno la siguió…