A más 4,000 metros sobre el nivel del mar, el agua se congela, el frío arrecia y las condiciones de pobreza son, por decirlo menos, escalofriantes. A esa altura y más, todos estos factores se combinan y nos alarman: 140 niños muertos en lo que va del año en las zonas altoandinas por causa de la neumonía. Ya había ocurrido una situación similar el 2008, pero la lección no ha sido aprendida.
Mientras el Gobierno central y los gobiernos regionales se tiran la pelota, argumentando unos el desembolso de las partidas correspondientes y la poca eficiencia de las regiones de la alta sierra, y retrucando otros la falta de mayor personal médico y la insuficiencia del dinero otorgado, más de 13 mil niños padecen de los inicios de esta enfermedad que podría acabar con sus vidas si es que se sigue esperando que sea “oficialmente” temporada de invierno.
En estos días que tan estresados hemos estado con la gripe A H1N1, no nos olvidemos de ese otro Perú, que por lejano nos parece de pronto tan ajeno, y se les pueda colaborar para paliar en parte su desgracia. Y a las instancias de gobierno, pedir su pronta reacción ante esta problemástica que adquiere tonos de tragedia.