En un tiempo muy lejano, vivía un joven llamado Manuel. Su vida no era tan sencilla como la tuya, no. Había perdido a su familia y, junto con otros jóvenes como él, buscaba salir del infierno en que se encontraba.
El sol quemaba la piel con mucha fuerza, los campos eran áridos y las disputas entre los hombres eran frecuentes. Manuel decidió alejarse de eso y con esos jóvenes vagó por varias zonas del continente, siempre huyendo. Y es que nadie entendía su rebeldía, por lo que los perseguían y los mataban.
“¿Los mataban?”, preguntó el niño, “¿como a los animales del desierto?”. “Sí, se puede decir”, respondió el abuelo con tristeza, y prosiguió su relato: Cansado de esa situación, Manuel entendió que debían defenderse, que otra guerra debía comenzar.