(viene del capítulo anterior)
“Lo recuerdas, ¿verdad?”, Alisa habla detrás mío y un nombre se le escapa. “Markus”, me llama y la incertidumbre se desvanece. Me acerco a ella. La abrazo. La beso. Alisa me sonríe. No deja de mirarme por haberme recuperado. Hasta aquí la parte cursi…
“Me he perdido estos cinco años”, le comento aún aturdido por los recuerdos que siguen volviendo a mi memoria. “Desde tu desaparición no dejé de buscarte, pero era difícil: había que saldar la deuda primero”, señaló Alisa y me mostró las amplias cicatrices de su espalda, aquellas marcas que sólo la tortura le podía dejar.
“¿Quién era el cliente?”, pregunta Markus cada vez más enojado. “Aquel que nos tendió la trampa y me apartó de tu lado”, respondió Alisa con un semblante duro y homicida. “¿Tienes un plan para hallarlo?”, señaló Markus decidido. La fría sicaria sonrió maléfica: “Pues claro. ¿Cuándo le hacemos una visita?”.