(viene del capítulo anterior)
A la mañana siguiente, César llamó a Camila para saber cómo se encuentra. Ella se disculpó con él, no había sido su intención dejarlo plantado. “Tu tía me comentó que habías tenido un problema familiar, por eso saliste de pronto”, preguntó el joven.
Ella se quedó en silencio un rato. Luego suspiró y le contó lo ocurrido. Sus padres se habían reunido con Camila para anunciarle que viajarían en un par de días al extranjero. “Me voy a vivir con ellos, siempre lo habíamos deseado”, dijo Camila estas últimas palabras como si no las sintiera cercanas. Como si una pesadilla hubiera surgido frente a ella.
A pesar del impacto de la noticia, César se contuvo y la felicitó por la noticia. “Pues espero que te vaya muy bien”, fue la breve respuesta del joven, quien cortó la llamada porque no podía contener la tristeza. Sintió que, para Camila, sólo había sido una situación temporal de su vida, un actor secundario de un breve momento.
Ya no tenía por qué estar más. Ya Camila consiguió lo que le era suficiente. Y, definitivamente, el pacto de necesidad se ha roto.