Archivo por meses: abril 2015

Durante el tercer año (capítulo nueve)

[Visto: 447 veces]

(viene del capítulo anterior)

Luego de despedirse de su amiga, Mónica llamó a su enamorado. Le pidió que fuera esa noche a su casa, que necesita hablar con él. Luis pensó que ella se había enterado de algo grave, así que le dijo que estuviera tranquila y que iría esa noche. Mónica se sintió más aliviada con la respuesta y se fue a cambiar de ropa.

Cuando Luis llegó, Mónica lo recibió con un abrazo muy cariñoso, de esos que no recibía hace mucho tiempo. Sintió su ansiedad y le preguntó qué la tiene así. “Sofía no sólo me llamó por una taza de té, también me invitó para un reencuentro”, explicó la joven con algo de miedo. “¿Y cuál es el problema con el reencuentro?”, preguntó él más intrigado.

Mónica le explicó que es para que solamente asistan los integrantes de su promoción. “Anda, ve al evento. Si es por eso, recuerda que yo también tengo mis reencuentros así”, respondió Luis totalmente relajado. Ella quedó agradecida por las palabras de su enamorado, pero igual le dijo que le llamaría ese día para que la recogiera.

(continúa)

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Tatuajes y sombras (capítulo ocho)

[Visto: 542 veces]

(viene del capítulo anterior)

El taxi avanzó por varias cuadras hasta que se detuvo junto a una puerta enrejada que se encuentra a medio abrir. Ella bajó e ingresó en el local, del cual provenía una estruendosa música. Flores, que se había quedado dentro de su auto a algunos metros del lugar, observó la escena con mucho cuidado, intentando comprender qué era aquello.

Dos minutos después, salieron de allí dos hombres. Estaban vestidos de saco y corbata y tenían graves problemas para mantenerse en pie. Se alejaban del local balbuceando canciones con grandes gritos y hacían comentarios obsenos sobre unas mujeres que vieron. “Típico: oficinistas saliendo de un night club”, reconoció el detective a juzgar por su facha y extrovertida actitud.

Se le hacía raro tener que esperar que se retirara del club, así que Flores salió del auto, se desarregló algo la corbata que tenía puesta desde la mañana y caminó decidido hacia el local. Tras cruzar la reja, entró en un jardín principal. Varios hombres, parecidos a los que recién se habían marchado, pululaban en cada rincón del césped.

Pero el estruendoso sonido no proviene de allí, sino de la entrada al primer piso de un edificio, entrada que dos intimidantes vigilantes custodian con indiferencia. Flores se acercó decidido a entrar, y los vigilantes lo detuvieron. “Son cincuenta”, dijo uno de ellos, y el detective actuó muy presto en colocar el billete en su mano.

(continúa)

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El rey Azul (capítulo ocho)

[Visto: 550 veces]

(viene del capítulo anterior)

La noche le fue inexplicablemente tensa para el rey. Eduardo nunca antes imaginó que Azul llegaría al extremo de matar a un súbdito de su corte. Se paso la noche paseando por su aposento hasta que el cansancio lo venció y se quedó dormido. No tardó en venir un sueño a su cerebro. Se veía a sí mismo cabalgando por el prado muy rápidamente.

No podía decir con certeza si persigue o es perseguido, hasta que su caballo se encabrita. Pierde el equilibrio y cae al verde pasto que cubre el llano. Siente brotar de su cabeza la sangre que emana. Está presto a recuperarse cuando un hombre desconocido lo ataca con una espada. Intenta defenderse pero es golpeado con mucha fuerza.

El rey extiende su mano para alcanzar al desconocido, quien alza su espada y dice: “Un solo gemelo”. La espada cae sobre Eduardo, quien despierta sobresaltado de su sueño. El rey recobra el aliento mientras se da cuenta que aún sigue en su aposento. La mañana empieza a apoderarse del recinto.

Petreos entra presuroso en el lugar, disculpándose por entrar así de no ser por los gritos que el rey lanzó en el sueño. “Mi señor, ¿qué sucedió?”, fue lo primero que preguntó el líder del ejército. “Fue un grito de guerra: hoy escribiremos una nueva historia”, señaló Eduardo y le pidió a sus vasallos que lo alisten para la batalla.

(continúa)

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Durante el tercer año (capítulo ocho)

[Visto: 481 veces]

(viene del capítulo anterior)

La salida al cine fue un éxito y Luis y Mónica vivieron las siguientes dos semanas con una sensación renovada de que las cosas están mejor que nunca. O quizá fue exceso de confianza que lo dijeran. Lo seguro es que nunca imaginaron que una invitación pondría, una vez más y para siempre, su mundo de cabeza.

Sofía, una de las mejores amigas de Mónica, la llamó antes del fin de semana. Quería verla para compartirle sus entretenidos planes. Mónica aceptó de buen gusto y se encontró con su amiga en un café cerca de su casa. “Amiga, ¿cómo has estado?”, fue lo primero que ella dijo luego de verla llegar y darle su respectivo abrazo que le quita la respiración.

Luego de beberse unos sorbos de su café, Sofía fue directo al tema: “Pues estoy juntando a la gente del cole para un reencuentro”. Ahora la emocionada era Mónica, quien le dijo que contara con su asistencia. Y casi de inmediato sacó su celular de su cartera. “¿Qué haces?”, le preguntó su amiga al ver que digita un número.

Mónica señaló que quería avisarle a Luis para que la acompañara ese día. “No amiga, es una fiesta sólo para la promo”, señaló Sofía algo severa. La cara de Mónica dejó en claro que los problemas iban a surgir.

(continúa)

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Tatuajes y sombras (capítulo siete)

[Visto: 472 veces]

(viene del capítulo anterior)

Han pasado varias noches y Flores ha ido recopilando las pistas en torno a Laura. Puso a trabajar a algunos informantes para poder ubicar alguna casa donde estuviese alojada. Uno de ellos lo llamó para darle una dirección. Apenas recibió el dato, se apresuró en ir a buscarla. Silva le pidió acompañarlo.

“Lo siento compañero. Esto es personal”, dijo el detective y salió de la comisaria. Condujo sigiloso su vehículo y lo estacionó en la acera de frente. Miró por la ventana. Una simple casa de fachada color verde es la breve descripción que logra autenticar. Observa algunas luces que provienen de las ventanas del segundo piso.

De pronto, las luces de la casa se apagan. Flores actúa con cautela y agacha un tanto su cabeza sin perder de vista la puerta de la casa. Ya no le queda duda: quien sale por la puerta es Laura. Lo concretamente sospechoso es que viste un ceñido vestido negro. Flores siente como si contuviera la respiración hasta que ella logra subir a un taxi en busca de su destino. Viendo al taxi alejarse, el detective enciende el motor del auto y empieza a seguirla.

(continúa)

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El rey Azul (capítulo siete)

[Visto: 517 veces]

(viene del capítulo anterior)

La determinación de Azul al ejecutar al consejero, infundió temor en Petreos. Montó en su caballo y miró cómo se desangra el desafortunado. Junto con los demás miembros de la comitiva, cabalgó raudamente de regreso al reino. Cabalgó con mucha tensión, como si los rebeldes estuvieran detrás de él.

“Abran las puertas”, gritó el líder al llegar hasta las puertas del castillo. Los soldados se apresuraron al escuchar su voz, y las abrieron. Sorprendido por lo que estaba ocurriendo, el rey Eduardo preguntó el por qué. Petreos se acercó hasta él y Eduardo pudo ver que algunas partes de la vestimenta que cubría sus piernas tienen manchas rojas.

“Mira las manchas y dime si esa es la sangre de tu consejero”, respondió Petreos haciendo obvia la respuesta. El rey vio que no había forma de someter a los rebeldes por las buenas y que la única opción era aniquilarlos. Eduardo le pidió que dirigiera al ejército desde la primera línea. “Tú y yo juntos, desde la primera línea”, señaló Petreos y Eduardo consintió con firmeza, con el objetivo de obtener venganza.

(continúa)

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Nueva oportunidad

[Visto: 443 veces]

Permanezco hoy alejado

mirando de reojo

cómo es que haces las cosas,

cómo las impulsas.

Me animas a que venga,

que te dé una mano,

que sin mi ayuda no es posible

que puedas avanzar más.

No te escucho,

no te atiendo,

es mi indiferencia

que vence tu  llamado.

Pero es como búmeran

que me ataca sin querer,

pues me llena de tristeza

mi extraño proceder.

A pesar de todo,

vienes y me confortas

me devuelves tu amistad.

Yo espero y confío

en que esta oportunidad

no la voy a desaprovechar.

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