La caída de Toño (capítulo trece)

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(viene del capítulo anterior)

“Ya lo tengo ubicado”, fue lo primero que dijo Torres cuando llamó al taita. “Bien hecho. Ahora, has lo que tienes que hacer”, fue la escueta respuesta del delincuente, que Torres no dudó en aceptar. Esperó que se apagaran las luces de la casa y se acercó con mucho cuidado hasta la puerta. La forzó un poco y la puerta se abrió con un tenue pero percepctible rechinar.

Las tablas de madera en el piso tampoco lo ayudaron. Todos esos ruidos pusieron de sobreaviso a Toño, quien escapó por la puerta de atrás hacia su escondite seguro. Su salida fue tan silenciosa que el policía pensó que se había equivocado de lugar. Volvió sobre sus pasos y se dirigió otra vez hacia la puerta principal.

El salir hacia afuera fue su último error. Dos policías lo esperaban y procedieron a detenerlo con bastante rudeza. Torres trató de defenderse señalando que también era policía, hasta que apareció el comisario. “¿Reconoces tu voz?”, dijo y reprodujo el audio de su conversación con el taita.

Atrapado por la evidencia, Torres se derrumbó y dejó que lo arrastraran hasta el patrullero. Mientras tanto, el comisario ordenó que buscaran en los alrededores. “Busquen con atención: estoy seguro que el objetivo está cerca”, mandó a sus subordinados y estos comenzaron a registrar la zona.

(continúa)

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