Archivo por meses: diciembre 2014

La caída de Toño (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

Los policías comenzaron la búsqueda sin mucho éxito. Toño se quedó muriendo de frío y, sobretodo, de incertidumbre, hasta las cuatro de la mañana, cuando el cielo empezó a ponerse más claro. “¡Aquí, aquí!”, gritó uno de ellos y entró un grupo en el escondite para verificar su identidad. Una vez que lo reconocieron, dieron aviso al comisario para que se acercara.

Se presentó ante Toño y le dio la mano. “Sr. Aguilar, sepa que pondremos todo nuestro esfuerzo para atrapar a los asesinos de Trelles”, afirmó y le pidió que subiera al patrullero para trasladarlo hasta la ciudad. Los policías se daban vivas por el deber cumplido, mientras el comisario salía a la carretera en su auto rumbo a la ciudad.

O al menos eso pensaba Toño, quien aprovechó para mirar otra vez el papel que encontró en su vieja casa. En él se halla escrito un consejo de su padre: “Cuando las cosas salgan muy bien, desconfía mucho”. Se lo había escrito hace muchos años cuando perdió la casona en La Huella y tuve que mudarse lejos de allí.

Y esa misma sensación tenía ahora, cuando el comisario salió de la carretera y se dirigió por algunas calles inhóspitas. Pronto, llegó hasta una cuadra, donde un auto oscuro lo esperaba. Toño vio cómo uno de los asesinos baja del auto junto con un viejo caballero. Se dio cuenta que había sido llevado donde el taita, y que este es el momento de su caída.

 

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Indiscretos (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

Esa noche, el celular de Casiopea no deja de sonar. El rumor se ha extendido a la mayoría de sus amigas, poniéndola seriamente hastiada. “Ya basta por favor, ¡no quiero hablar del tema!”, le responió agresivamente a una de ellas y cortó sin chistar. Alberto, que la había acompañado a su casa otra vez, se sorprendió de su actitud y se dirigió hacia la cocina.

Ella, sintiéndose mal por lo ocurrido, empezó a llorar y tapó su cara con sus manos. Luego de algunos minutos, sintió la mano de Alberto sobre su hombro derecho. Ella bajó sus manos y lo miró. Él me mostró presto a consolarla y le trae un vaso con agua. Casiopea sonrié un poco y bebe unos sorbos. Él se sienta a su lado y le acaricia sus cabellos. “No importan los demás. Sólo hazle caso a tu corazón”, fue su escueta frase de aliento para Sio. 

Sio se acercó a él y lo abrazó con mucha fuerza. Luego lo miró y se confesó: “sí, quiero estar contigo”. Y sin agregar más, lo besó con hartas ganas. Alberto la miró con una sonrisa, la tomó de su mano y le pidió que salieran. Sio le preguntó a dónde la llevaría. “A donde seamos indiscretos”, dijo él y ella sonrió también y le siguió sus pasos.

Caminaron sin rumbo fijo hasta que dieron con un parque poco iluminado. En medio de los arbustos, se besaron otra vez y dieron rienda suelta a su amor. 

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La caída de Toño (capítulo trece)

[Visto: 494 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Ya lo tengo ubicado”, fue lo primero que dijo Torres cuando llamó al taita. “Bien hecho. Ahora, has lo que tienes que hacer”, fue la escueta respuesta del delincuente, que Torres no dudó en aceptar. Esperó que se apagaran las luces de la casa y se acercó con mucho cuidado hasta la puerta. La forzó un poco y la puerta se abrió con un tenue pero percepctible rechinar.

Las tablas de madera en el piso tampoco lo ayudaron. Todos esos ruidos pusieron de sobreaviso a Toño, quien escapó por la puerta de atrás hacia su escondite seguro. Su salida fue tan silenciosa que el policía pensó que se había equivocado de lugar. Volvió sobre sus pasos y se dirigió otra vez hacia la puerta principal.

El salir hacia afuera fue su último error. Dos policías lo esperaban y procedieron a detenerlo con bastante rudeza. Torres trató de defenderse señalando que también era policía, hasta que apareció el comisario. “¿Reconoces tu voz?”, dijo y reprodujo el audio de su conversación con el taita.

Atrapado por la evidencia, Torres se derrumbó y dejó que lo arrastraran hasta el patrullero. Mientras tanto, el comisario ordenó que buscaran en los alrededores. “Busquen con atención: estoy seguro que el objetivo está cerca”, mandó a sus subordinados y estos comenzaron a registrar la zona.

(continúa)

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Sombra del pasado

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Me extraña mucho

verte parada frente a mi,

como si el tiempo ni el espacio

hubieran ya pasado.

Será que estoy confundido,

que estoy soñándote,

pretendiendo olvidar

esta inmensa lejanía.

Y vienen de golpe

los amargos recuerdos,

mis dudas y las riñas

que obligaron a alejarte.

Ahora te veo y te siento,

y no creo que has regresado,

que has vuelto de la nada,

que me buscas nuevamente.

Me acerco a saludarte

y tu ilusión se desvanece,

porque eres sombra del pasado

que siempre quiero recordar.

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Indiscretos (capítulo seis)

[Visto: 466 veces]

(viene del capítulo anterior)

Un rato después, Melisa y Sergio acabaron extenuados sobre la cama de la habitación. Mientras recuperaban el aliento, el silencio se les hizo incómodo a la espera que uno de ellos mencionara a sus amigos. Finalmente, él se decidió a hablar. “Así que a Sio le gusta Alberto”, dijo Sergio observando con mirada de malicia.

Melisa asintió con la cabeza, pero quedó más sorprendida cuando él le comentó que Alberto se había puesto nervioso cuando le habló de Casiopea. “¡No! ¿Es en serio?”, respondió Melisa con mucho énfasis, pues sabía que Alberto no era muy emocional, sino más bien parco y hasta frío. Sergio asintió con la cabeza y unas sonrisas complices surgieron en sus labios.

Meli buscó su celular y, cuando lo encontró, empezó a mandar mensajes a diestra y siniestra. “¿Qué estás haciendo?”, le preguntó Sergio mientras le acaricia la espalda. “Chismeando: nuestros amigos necesitan saberlo”, respondió ella y siguió escribiendo. Sergio no le reclamó nada y continuó haciendole cariñitos.

(continúa)

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