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Como el calor de la mañana
sometido al viento de otoño,
así muere ya mi impulso,
que no hizo raíz ni fue retoño.
¿Qué me queda por reclamar
si se acabaron mis fuerzas?
¿Qué puedo desear ya
si no me quedan ilusiones?
No soy aquel chico simple
que te iluminó con su luz propia,
se quedó en el pasado dilapidando
su innato potencial.
Hoy sólo queda una sombra,
un espectro gris,
un recuerdo que se desvaneció
sin poderse despedir.