Entre Emi y Rodri: sentimientos a distancia (capítulo final)

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(viene del capítulo anterior)

Tras unas primeras semanas en estado depresivo, la convicción de Emilia en su recuperación fue vital para que el muchacho comenzara con su rehabilitación. “¿Por qué volver a la universidad?”, se preguntó en algún momento sintiéndose derrotado.

“¿Por qué no?”, fue la respuesta que le devolvió Emilia matizada con una sonrisa. Sintió que estaría bien apoyado, aunque no si eso sería suficiente Aquel día que volvió a clases, él estaba reacio mientras Emilia conducía la silla de ruedas en que se sienta.

Rodrigo detuvo la silla antes de que entraran al aula. Temía que lo vieran diferente. Ella se paró frente a frente: “sé que será difícil, pero así como tú me ayudaste, yo te ayudaré”, respondió ella optimista y entraron.

Han pasado dos años. Rodrigo los contó día por día esperando completar todo aquello por lo que había luchado. Es la tarde de la graduación, la antesala de su nueva vida. Como en aquella vuelta a clases, llega en la silla de ruedas empujada por Emilia.

Todos sus compañeros esperan ansiosos las palabras de su discurso. Pero él tiene una sorpresa. Sus manos se apoyan a los lados de la silla y, con cierto esfuerzo, logra ponerse de pie. Emilia, que lo había dejado solo un momento, se acerca rápidamente para evitar una recaída.

No es necesario. Rodrigo puede sostenerse sobre sus piernas, y todos lo ovacionan. Ella, aún asombrada, le preguntó cómo sucedió ello. “Bueno, tuvieron que pasar dos cosas: que hiciera la rehabilitación… y que estuvieras allí motivándome a llevarla a cabo. Esto no lo hice solo. Lo hicimos juntos”, le explicó y se saludaron efusivamente con un beso que les pareció eterno.

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