Entre Emi y Rodri: sentimientos a distancia (capítulo nueve)

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(viene del capítulo anterior)

“Logramos evitar que su hijo muera, pero es posible que hayas secuelas”, indicó el doctor mirándolos con cara atribulada. Ellos quedaron angustiados con la noticia y le preguntaron sobre qué consecuencias afrontar. El médico habló con incertidumbre: “esperemos a que su hijo despierte para hacerle una evaluación”.

Rodrigo, aún sedado, fue trasladado en la camilla hasta uno de los cuartos del hospital. Su madre fue la primera en entrar a cuidarlo, mientras que su padre se quedó con Emilia afuera. Ella aún estaba en shock por ver a su amigo en esa situación, y llora amargamente su tragedia. El hombre se le acercó y la abrazó.

“Tranquila niña, mi niño es fuerte, sé que se pondrá bien”, la animó, y le aconsejó ir a su casa a descansar. Emilia se opuso tajantemente en un primer momento, pero el padre la convenció señalando que le avisaría cuando Rodrigo despertara.

Unas horas después, cuando encerrada en su habitación vivía la ansiedad de no saber nada, Emilia recibió la llamada que tanto había esperado: Rodrigo había despertado y preguntó por ella. No perdió tiempo y se dirigió rápidamente al hospital.

Los padres de Rodrigo la esperaban en el pasillo: La madre en silencio, mirando para otro lado. El padre se acercó y le habló: “tendrás que ser fuerte para lo que viene”, le dijo y le abrió la puerta. Emilia entró y vio a Rodrigo dormitar. Se acercó hasta su cabecera. “Rodri, soy yo, Emilia”, habló con voz temblorosa.

Él abrió los ojos y sonrió al verla. Ella se emocionó con el gesto, y derramó algunas lágrimas al preguntarle “¿cómo estás?”. Rodrigo contuvo unos segundos el aliento antes de decirle: “Quiero que me ayudes”. Emilia gustosa aceptó, y quiso saber cómo podía ayudarlo. “Con mis piernas”, confesó Rodrigo y se puso a llorar desconsolado.

(continúa)

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