Los días de un hombre invisible (capítulo tres)

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(viene del capítulo anterior)

Ezio llegó al rato a su depa. Se encerró dentro de su cuarto, sacó un cigarrillo de la casaca, lo encendió y se inclinó sobre la pared. Poco a poco se derrumbó hasta que su espalda tocó el piso. “¿Por qué? ¿Por qué no puede ignorarme?”, gritó con fuerza y lloró amargamente durante un largo rato.

Aunque le agrada su compañía, sabe que no está bien que ella se le acerque. Sólo viviendo marginado puede evitar que sus poderes sean centro de atención, que sea atacado… o que ella sea atacada.

Finalmente saca fuerzas de flaqueza y se para. Coge el periódico que ha dejado olvidado sobre su cama en la mañana. “Desconocido viola a tres mujeres”, fija su mirada en ese título. “Es hora de acabar con esa lacra”, piensa para sí mientras el humo del cigarrillo se extingue por fin.

(continúa)

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