Lo ocurrido el último fin de semana en el poblado de San José de Secce termina por confirmar lo observado en los últimos meses en el tema del combate a la subversión: la facción senderista del VRAE, liderada por los hermanos Quispe Palomino, debido al control que ejerce en las rutas y las actividades relacionadas con el tráfico de drogas en la zona, ha terminado su etapa de rearme. Esto los ha impulsado a una fuerte campaña de adoctrinamiento en aquella zona de mergencia.
En lo que a la actuación del Estado concierne, se revela la falta de coordinación entre las FFAA y la Policía Nacional para trabajar una estrategia conjunta, para Ayacucho y alrededores, orientada a combatir las dos cabezas del mismo problema, es decir el narcotráfico y los remanentes terroristas. A ello se aúna las cada vez más sospechosas fallas de comunicación de los aparatos de inteligencia entre los distintos estamentos de la seguridad nacional: es ilógico que los infomes de inteligencia salgan a la luz después de los atentados habiendo cambiado hasta cinco veces de ministro del Interior.
De no ser porque los efectivos de la DINOES habían sido relevados por nuevo personal hace casi un mes, se habría tenido que lamentar un número mayor de fallecidos que los 3 policías y las 2 civiles que perecieron dentro de la base contrasubversiva durante dicho enfrentamiento. Dando la contra a lo declarado por Ollanta Humala, Sendero sigue siendo una amenaza y es la poca presencia de los programas sociales y estrategias inclusivas la semilla que dificulta su derrota final.