Según datos del último censo realizado por el Instituto Nacional de Estadística e Informática, viven en la capital 1’373,810 personas en condición de pobreza, lo que representa el 18% de la población limeña. De este porcentaje, el 50% se concentra en los distritos de San Juan de Lurigancho, Ate-Vitarte, Villa María del Triunfo, Comas, San Martín de Porres y Villa El Salvador. Los dígitos porcentuales aumentan hasta 31.1% en el caso de Puente Piedra, mientras que las 219,533 personas en este estado convierten -en números absolutos- a SJL en el distrio con el mayor número de pobres en Lima.

Según reseña El Comercio en su edición dominical, algunos indicadores de la calidad de vida son alarmantes: en Ventanilla se verifican 31.4% de hogares con viviendas cuyas características físicas son inadecuadas, así como 60.2% de familias sin agua de red o pozo, y en Puente Piedra vive un 70% sin ningún seguro de salud (en otros distritos pobres esta carencia es superior al 53%). Algunas voces consultadas por el diario señalan incluso que la valla de pobreza -canasta alimentaria de S/.229- sería corta, dado que ese parámetro fue fijado en el 2007 (es decir, no considera la inflación aproximada de 6.5% del 2008).

Como se recalca, más allá del número de pobres, sus problemas como la alta incidencia de enfermedades por mala nutrición así como la falta de acceso a los servicios de salud y educación, son preocupantes. Todos estos hechos redundan en el componente psicológico de este sector de la población ya que ser pobre en Lima resulta más doloroso que en las zonas rurales de provincias debido a que están más proclives a comparar su situación con la de otros.

Ante este panorama, la pregunta es la siguiente: