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Justicia para José Elías García Frías
Darío Núñez Sovero
Acaba de ver la luz, en un libro, un prolijo estudio sobre todas las implicancias que significa para la región y, especialmente, para Jauja el Aeropuerto “Francisco Carlé” de Jauja. La autoría corresponde a Carlos Hurtado Ames, a quién desde estas líneas le reiteramos nuestra gratitud, respeto y aprecio por entregarle a nuestro pueblo este don inmenso que significa resumir en una obra la historia que ha posibilitado contar con una infraestructura para la aeronavegación que refuerza el orgullo de todos quienes hemos nacido aquí.
El autor nos recuerda, con una sólida y probada argumentación, que Jauja siempre ha respondido a sus retos de progreso con el esfuerzo solidario de su gente, sin extender genuflexamente la mano esperando el apoyo gubernamental o de otro orden. Que fueron nuestros mayores, generosos patriarcas, padres, etc., quiénes, con la soberbia conducción de sus líderes, supieron encauzar obras y gestas que han dejado su impronta en la historia local y nacional. Y en este orden de la navegación aérea la historia de Jauja se repitió, primero en la construcción del campo “Leticia” en los parajes en los que actualmente se ubican el Estadio Monumental y el Fuerte “Cáceres” y, luego en la construcción de lo que hoy es el Aeropuerto “Francisco Carlé Casset”. El primero surgido en la década del 30 pasado cuando se trató de establecer una cabecera aeroportuaria en el conflicto con Colombia y, el segundo, cuando visionarios como el Dr. José Elías García Frías pugnaron para que Jauja se incorpore al circuito de las modernas vías de comunicación como una de las formas de lograr su desarrollo; no se olvide que para entonces, 1949, Jauja ya contaba con vías terrestres, ferroviarias y necesitaba la vía aérea.
Hurtado Ames rinde un homenaje a tan preclaro médico neumólogo García Frías, pues le dedica la obra, al igual que al R.P. Francisco Carlé, Párroco de Jauja y al Dr. Virgilio Reyes, Alcalde de Jauja de entonces. Es más, en la interioridad del libro, por reiteradas veces nos recuerda que la idea del aeropuerto fue de él y que posterior a esta concepción fue convocado nuestro “Taita” Pancho. Por ello es interesante leer que en estos veteranos pro hombres de Jauja hubo una ejemplar división del trabajo: al Dr. García Frías le correspondió la concepción, estudios y medición de terrenos de lo que hoy es nuestro aeropuerto; al R.P. Carlé la convocatoria “desde el pulpito” a los barrios de Jauja y pueblos de la provincia para realizar “las jornadas de Setiembre” (al decir de Pedro Monge, Secretario del entonces Comité) y al Alcalde Reyes proveer los elementos físicos, técnicos y logísticos para trabajar en el campo. Resultado de este feliz acuerdo fue que en 23 días de faenas diarias el pueblo de Jauja culminó el ripiado y aplanamiento de nuestro campo aéreo, en cual fue inaugurado el 27 de Setiembre del año 1949, con el decolaje de dos naves: una de la empresa TAM (Transportes Aéreos Militares) y otra de la Empresa Los Andes, ante la algarabía de una enorme multitud congregada y proveniente de todos los confines de la región, que no quería perderse lo espectacular de tal aterrizaje.
Lo que no está bien precisado, y así lo admite el autor, es cómo se concibió la idea de contar con actual aeropuerto. Hurtado fundamenta su versión en una publicación hecha por el jaujino Abilio Verástegui y en dos versiones orales hechas por el Dr. Neri Cordero y el profesor Carlos Mandujano. Los tres coinciden en decir que hubo intervención de dos elementos militares vinculados a la fuerza aérea y en eso no les falta razón. Donde no se ponen de acuerdo es en decir que eran enfermos del pulmón y que, en gratitud y una vez sanados, sugirieron buscar un lugar donde establecer el aeropuerto. Según Carlos Hurtado se trata de los comandantes de la FAP Alejandro Valderrama y Arturo Leca, siendo que al día de la inauguración el primero ofició de padrino y la esposa del segundo tuvo el amadrinamiento (p. 22).
A este respecto, en reciente encuentro con Hurtado, me he atrevido a relatarle lo que en mi adolescencia escuché en Trujillo de labios de mi tío, Godofredo Bonilla Monge, quien laboró en el Sanatorio Olavegoya en el tiempo en que el Dr. García Frías era Director y del cual era uno de sus más entrañables amigos. Me dijo que en Jauja había una enferma del pulmón cuyo esposo, un alto oficial, llegaba periódicamente en avioneta para visitarla. En uno de sus aterrizajes, en el campo Leticia, tuvo serios problemas que lo asustó y llevó a decirle al Director del Sanatorio, Dr. García Frías, la necesidad de contar con otro campo de aterrizaje en Jauja, ofreciéndose a colaborar para concretar este hecho. El Dr. García hizo suya la sugerencia pero inmediatamente se problematizó al darse cuenta de que sin el apoyo de la comunidad era inútil emprender esa empresa. Allí surgió la idea de compartir con el “Taita” Pancho esta inquietud, por cuanto él tenía una reconocida ascendencia en toda la provincia y sabía que nadie podía resistirse a su convocatoria. Es de este modo como nuestro Párroco se involucra en el proyecto. Esto, tácitamente, lo reconoce Hurtado Ames cuando cita en el libro de su autoría, que en el almuerzo que el Comité Pro Aeropuerto celebró en el primer aniversario de inauguración, y en el discurso de orden Pedro Monge expresa que “la idea de la construcción del aeropuerto se la debemos íntegramente al Dr. García Frías” (p.22). Hoy sé que el militar aludido es el Comandante Leca, su esposa la madrina y su colega el comandante Valderrama. Ellos constituyen el andamiaje personal sobre el que se sustentó la idea de tener nuestro aeropuerto.
Estos son algunos aspectos que quería relevar, rescatar y reforzar la presencia de un personaje como el Dr. García Frías en la historia de Jauja. Dicho profesional se retiró de Jauja sin ninguna estridencia, con la misma humildad con la que llegó pese a los pergaminos que le conferían el hecho de haber estudiado en Alemania. Años más tarde alcancé a leer su placa profesional en un edificio del centro de Lima entre Colmena y Wilson. Allí se perdió su rastro. Personalmente, rindo mi admiración a este foráneo que gravitó enormemente entre nosotros. Jauja le debe mucho.
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