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SOLILOQUIO CON JAUJA

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Mapa de Jauja que data hacia finales del Siglo XVIII

Darío A. Núñez Sovero

Tal vez los alfabetos no alcancen a ubicar las palabras que te merezcan para describir el cúmulo de emociones que despierta el solo nombrarte. ¡Jauja!, nombre santo, bajo cuya tutela las luces de la aurora me vieron nacer en tu seno.

Hoy, a 485 años de tu fundación, los celajes de tu bóveda de azul  son fuente inspiradora para decirte que pese a tu añeja edad, la hermosura de tu pasado hace que tus hijos vivamos desbordando el pecho de alegría de constatar que nadie como tú para haber vivido tantas glorias juntas. Haber colmado tus páginas de justa gloria.

Solo de mencionarte, afloran en nuestra memoria las heroicidades que dejaron Huáscar y Atahualpa con sus fuerzas guerreras en las pampas de Yanamarca, de cuyo enfrentamiento nos dejaron la leyenda de Kilaco Yupanqui y Cory Coyllor. La manera como la policromía de tu encantador paisaje sedujo a Gonzalo Pizarro para que persuadiera a su hermano Francisco para que, justamente, el 25 de Abril de 1534, fundara su capital de la Gobernación de Nueva Castilla en esta bella geografía de los Hatun Xauxas.

Y la emoción se me inflama al recordar que fuiste la ciudad donde el poder central de la región se asentó y tus primeros pobladores eran hidalgos castellanos que, en sutil convivencia, compartieron tus aposentos con los naturales de nuestra tierra y que de esta conjunción vivencial nació una nación mestiza que ha llenado de heroicidades nuestra historia. Fuiste la madre generosa que inspiró las cruzadas evangelizadoras que salieron desde Ocopa con frailes que enarbolaban el lábaro de la cristiandad y la civilización en nuestra selva peruana. Allí están tus hijos caídos en las gestas de la independencia nacional, allí está el cura Estanislao Márquez quien junto a Alejo Martínez Lira están jurando la independencia nacional el 20 de noviembre de 1820. Están los jaujinos deseosos de forjar una Jauja culta y educada en las mejores escuelas de Europa y el país, con Manuel Teodoro del Valle y Jacinto Ibarra a la cabeza, ¿acaso los primeros centros educativos de la república no nacieron en tu seno? Siento a mi lado, el lejano eco de los patriotas caídos en la Guerra con Chile, los comuneros agrupados en la  aguerrida Tropa de Cáceres ensayando feroz resistencia a las arremetidas del invasor chileno. Me absorbe y arroba el corajudo arrojo patriótico de Alipio Ponce Vásquez en el enfrentamiento contra Ecuador y las luchas aéreas de Hilario Valladares en el Cenepa, también en férrea defensa de la patria.

Me conmueve tu aquiescencia y hospitalidad y me abruma el recuerdo noble del legendario País de Jauja, con Edgardo Rivera relatando el  cosmopolitismo de tus calles abigarradas de ingleses, alemanes, italianos, franceses, rumanos, japoneses; muchos en busca de salud en tu beatífico Olavegoya y otros forjando, con su ejemplo, el amor al trabajo y la prosperidad. De solo nombrarte, Jauja mía, me nubla el recuerdo del año 1947 cuando tus barrios bregaban,  en jornadas diarias, con Tayta Pancho y García Frias a la cabeza, habilitando el campo de nuestro aeropuerto donde ahora aterrizan naves de todos los tipos. Me cautiva tu desprendimiento maternal para dar nacimiento a las provincias de Huancayo, Concepción y Satipo.

Hay en ti, mucha historia. Mis afiebrados recuerdos no alcanzan a cubrir toda ella, pero si quiero decirte (y también a tus hijos) que eres mucho más que tunantada. Que tu presencia en nuestras vidas está más allá del carnaval y que, ahora que estamos en un tiempo que llaman “aldea global”, a tus hijos nos aguardan nuevas luchas. Nos aguarda nuevas jornadas para defender nuestro aeropuerto de la intromisión de quienes quieren relegarla a un segundo plano. Nos aguarda la defensa que tenemos que hacer para mantener la intangibilidad de Marancocha-Monobamba, donde la codicia geográfica del vecino nos quiere arrebatar 14,290 hectáreas. Nos aguardan las luchas para ampliar nuestra infraestructura vial y forjar una provincia integrada y de desarrollo armónico. Luchar por la creación de nuestra universidad, por mejorar las condiciones en que se desarrolla el agro. En fin…, a lo Vallejo: “Hay, hermanos, mucho por hacer”.

¡Feliz día, Jauja amada!