JAVIER HERAUD: UN HUMILDE HOMENAJE EN SU MEMORIA

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Javier Heraud
Darío Núñez Sovero

Parece que fuera ayer, hacia 1959, cuando los diarios cubrían una fatal información que enlutó la inteligencia del país. Javier Heraud había sido abatido en el río Madre de Dios por balas disparadas por efectivos de la Guardia Republicana cuando discurría en una modesta balsa por sus aguas enrojecidas con la sangre de nuestro poeta joven. Según noticiaban, no hicieron caso a la bandera blanca que ondeaban los abatidos.

Algunos años más adelante, hacia 1963, en los pasillos de la Universidad de Trujillo algunos jóvenes estudiantes de Literatura distribuían un panfleto firmado por el que luego fuera galardonado con el Nóbel de Literatura, Pablo Neruda, en el que relataba que antes de partir a Cuba, adonde viajaba para prepararse como guerrillero, Heraud convocó a todos sus amigos a su domicilio y los invitó, presagiando que ya no iba a volver, a que se lleven los libros que quisieran de su rica biblioteca. Para hacerlo decía: “los libros se han hecho para leer”. Ello me recuerda que, efectivamente, así como el billete se ha hecho para circular, los libros existen para ser leídos, no para estar almacenados en los anaqueles domiciliarios. Esta remembranza permanece dentro mío de una manera intacta y es un valioso indicador de la grandeza de este hombre que falleció a la temprana edad de 21 años. Para entonces ya había sido ungido como El Poeta Joven del Perú a raíz de haber ganado un premio con su hermoso e intenso poemario: “El Rio”.

Lo anterior viene al caso por cuanto, en una apreciada visita que me hace el vate jaujino Marx Espinoza Soriano, con motivo de recordarse un aniversario más del fallecimiento de Javier Heraud, me hace entrega de una publicación que ha denominado “Alevosía”, cuyo primer número está dedicado a recordar a este insigne poeta fallecido en estricta observancia de sus ideales de cambio. Debemos extender nuestro reconocimiento a Marx porque rescata del olvido a un hombre que, desde su vigorosa pluma y los sueños que lo llevaron a la muerte, nos dice que con la poesía también se combate. Un hombre que estaba persuadido que este mundo sombrío puede ser cambiado desde las trincheras de su palabra acerada.

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