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ENTREVISTA AL PADRE JOSÉ CHUQUILLANQUI YAMAMOTO

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Padre José Chuquillanqui
Darío Núñez Sovero

Es la mañana del viernes 16 y he decidido hacerle una entrevista al R.P. José Chuquillanqui, luego de que RPP diera los resultados del Premio Integración del 2012 donde le han concedido una Mención Honrosa. El bus, pesadamente, va devorando las alturas de los cerros de La Molina y siento que la hora convenida nos va venciendo. Sin embargo, cuando llego, avisto en la puerta de la Parroquia de Manchay su figura y luego de un apretón de manos que sella un cordial saludo me invita a pasar y entramos a un compartimiento austero desde donde, presumo, dirige el cúmulo de sus actividades. Al parecer todo está allí: su escritorio, su computadora, sus libros, unos sillones para conversar y, frente a el, un crucifijo atento a sus oraciones. Mientras desde el muro del frente una imagen de la Virgen del Rosario me mira, ensayo estas preguntas:

El Premio Integración acaba de otorgarle una mención honrosa por su labor en Manchay, ¿Cuáles son sus impresiones?

En primer lugar, me siento muy contento de haber compartido la nominación de los doce finalistas (de un total de 272 propuestos) con otro sacerdote de esforzada labor; el Padre José Ignacio Mantecón, “Padre Chiqui”. Me dio mucha alegría, también, saber que Monseñor Raúl Chau estaba integrando el jurado calificador, en representación de la Iglesia de Lima.

En este contexto, siento que este Premio ha puesto (y pone) en valor el trabajo silencioso de muchos catequistas, sacerdotes, religiosos y religiosas en muchos rincones del país. Por otro lado, Manchay ha representado de algún modo a las miles de comunidades del país que sufren diversas necesidades y requieren ser escuchadas.

Debo precisar que la labor sacerdotal es una especial consagración a la atención pastoral en la comunidad, por este motivo, ni al “Padre Chiqui” ni a mí nos corresponde esperar reconocimiento o retribución. El trabajo y dedicación por un mundo más justo es nuestro deber.

En segundo lugar, estoy gratamente sorprendido con los proyectos ganadores; dos de ellos en zonas rurales; y otro de una excelente motivación juvenil. Ciertamente la riqueza de nuestro país está en su gente, su fe que mueve montañas y su profunda convicción de alcanzar el desarrollo, la justicia y esperanza. Y esto sucede con Manchay, tierra noble y generosa, cuyos hijos y líderes conformamos un solo engranaje cuando queremos alcanzar un resultado exitoso.

Vimos en este proceso el respaldo de algunas figuras públicas, así como de sus paisanos jaujinos y la población de Manchay.

Me siento complacido y más que todo, agradecido con las muestras de afecto recibidas a lo largo del proceso de elección de los ganadores de este Premio. Muchas veces me ha ganado la emoción al leer o escuchar testimonios hermosos, desde Manchay, Jauja, varios puntos del Perú e incluso el extranjero. Algunos de ellos me han hecho recordar la apacibilidad de mi niñez y juventud en mi natal Jauja.

Asimismo, expreso mi agradecimiento a los líderes de opinión encabezados por Raúl Vargas, por sus generosas palabras.

Este cariño no hace más que comprometer mi trabajo y dedicación por Manchay, la tierra que me acogió desde hace 16 años y a la que debo mi crecimiento personal y profesional; y por Jauja, mi pedacito de cielo que acunó mi niñez y forjó mi personalidad, que con su clima vitalizante y sus aires oxigenaron mi corazón y fortalecieron mi espíritu de servicio.

¿Algo más que agregar, Padre José?

Aprovecho esta feliz ocasión para dirigirme a mis paisanos jaujinos en esta hora especial para nuestra tierra, y decirles que no hacen falta más palabras para expresar lo que siento por ella.

Citando a dos ilustres peruanos, lumbreras del siglo XX, les recuerdo:

“Pero, la lucha requiere sudor, mas no sangre. Trabajo mancomunado, más no insurrección. Ideas y no violencia. Héroes de la paz y no de la discordia. ¡Vida y no muerte!” y “Todo aquel que intente atentar contra nuestra unidad, enemigo de nuestra causa es”.

A cada uno de mis paisanos los encomiendo a nuestra Virgen del Rosario y les reitero que los llevo en mi corazón porque han comprometido mi recuerdo y oración. Finalmente, quiero expresar mi agradecimiento a todos los medios de comunicación por que muestran a Manchay como un modelo comunitario de trabajo y superación de desafíos.

Por todo ello, con la humildad de mis palabras más simples y el sentimiento más diáfano de mi interioridad, quiero decirles a todos mi gratitud que se expresa en un claro compromiso de serles recíproco y estar atento a todas sus circunstancias para poder devolverles mi aprecio.

¡VIVA MANCHAY!
¡VIVA JAUJA!

Mientras iba respondiendo a mis preguntas ha ido recibiendo numerosas llamadas y advirtiendo que le estoy restando su valioso tiempo, me pongo de pie y presto me despido. Antes de salir me da su bendición y me hace entrega de una agenda como obsequio. Le agradezco y desbordo la puerta pensando en lo valioso del tiempo que me toco compartir con un jaujino de verdad. Hasta pronto Padre José.

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JAUJINO PRESENTE EN ESCENARIO NACIONAL: EL R.P. JOSE CHUQUILLANQUI YAMAMOTO Y EL PREMIO INTEGRACIÓN

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Votación Integración RPP

Darío Núñez Sovero

A escasos días de que se defina la décimo segunda jornada del Premio Integración que patrocina Radio Programas del Perú y estando nominado entre los doce finalistas el R.P. José Chuquillanqui Yamamoto los recuerdos desfilan por nuestra memoria y una fuerza inmanente me obliga a escribir estas líneas.

Conocí al que hoy es el R.P. Párroco de Manchay desde su cuna. El nació en Jauja, en la casona que se ubica en el Jr. Grau N° 812. Sus padres, Mines y Lucía, desde su niñez, tuvieron el acendrado afán de darle una esmerada educación al igual que a sus hermanos Rosario, Mirtha, Luis e Isabel. De aquella tarea formativa resaltó el cultivo de altos valores de los que destaca la solidaridad y el amor al prójimo. Sus abuelos, José Yamamoto e Isabel “Mamichaco” Horita, llegaron al Perú desde Hiroshima – Japón y desde el inicio tuvieron que desplegar una intensa labor, habiendo sido los forjadores de otro valor de inmensa utilidad que el Padre José asimiló con cuidadoso interés: el trabajo. Destaco estos hechos para explicar, mucho tiempo después, la gran transformación habida en Manchay sobre estos pilares fundamentales: solidaridad, amor al prójimo y trabajo.

Ya adolescente, las aulas josefinas fueron una gran escuela socializadora y en ellas hizo aflorar otra condición innata propia de sus ancestros orientales: el liderazgo. Fue, en esa condición, brigadier general del centenario colegio jaujino e inmediatamente después marchó al seminario para dejar traducir su vocación por el sacerdocio. En aquellas aulas religiosas templó su carácter estoico tras una formación profesional de rigor espartano y un indesmayable cariño por el estudio. Así es como, al final, se consagró sacerdote y dio su primera misa en la Iglesia Matriz de Jauja. Es arrobador escucharlo cuando entablamos amenas charlas con él. Saber de su agradecimiento para sus padres, maestros y en especial para su guía espiritual: Monseñor Vallebuona (+) y la forma como ha alternado con Papas y otras autoridades eclesiásticas tanto en Roma como Lima.

Igual de conmovedor es, escucharle la gratitud y reciprocidad que guarda para con las personas que le han ayudado al esforzado trabajo desarrollado en su parroquia, así como también la grandeza de su espíritu de no esconder algún rencor o atisbo de animosidad contra quienes alguna vez trataron de torpedear su labor y su honorabilidad. ¡Cuánta humildad lleva su humanidad!

Luego de haber desempeñado numerosos cargos religiosos en Jauja y Huancayo, hace 16 años, le encomendaron una labor especial: asumir la Parroquia de La Molina, Cieneguilla y Manchay. Pudo muy bien, elegir como sede de su labor la comodidad de las dos primeras, pero no: decidió establecerse en Manchay porque sentía que allí era más importante su labor y su apostolado debía hacerse sobre los más pobres y necesitados. Sobre esa inmensa masa humana de desplazados por el terrorismo y la violencia de esa época. Esa decisión, sabia y serena, fue capital para los destinos de esa comunidad. ¿Qué ha cambiado en Manchay? La respuesta es obvia: todo. Ese inmenso arenal horadado, cual paisaje lunar, por la angurria de los que extraen materiales de construcción es ahora un lugar de apacible tranquilidad y properidad donde discurren modernas pistas, hay agua potable y desagüe, colegios parroquiales, Instituto Superior, Centros de Conciliación, Iglesia, Capillas, Clínica, comedores, hogar de ancianos, campos de deporte y recientemente, por versión directa del Cardenal Cipriani, se ha anunciado la entrada en servicios de un Centro de Clausura de Monjas y Hospital. Solo nuestro sacerdote podrá explicar el éxito de este sorprendente cambio, por nuestra parte aventuramos que uno de los ejes de su acción ha sido el haber seleccionado un excelente equipo de trabajo, que funciona con la precisión de un reloj y la eficiencia de una maquina de última generación, sumado a la gran capacidad movilizadora de un guía espiritual hacia su grey.

Presidentes de la República, Alcaldes de Lima, autoridades, ciudadanos notables, instituciones de bien nacionales e internacionales, etc., todos convergen en Manchay para brindar su aliento y apoyo a la gran tarea transformadora de ese lugar. Por su lado, el R.P. José, no se cansa de brindar su reconocida hospitalidad a tan distinguida embajada y a todos cuantos tocan su puerta. Por ello, quienes nos preciamos de compartir su amistad, deseamos que la comunidad nacional lo unja con el Premio Integración, que bien merecido lo tendrá. Por nuestra parte, desde esta andina Jauja, alentamos porque uno de nuestros paisanos, que está en el pináculo,reciba este reconocimiento, otorgando especial prestigio a nuestra tierra.

Finalmente, pueden votar por el R.P. José, dándole link a la imagen que se publica en el presente post, muchas gracias.

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