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Carlos H. Hurtado Ames
Los Xauxas fue el grupo étnico que tuvo centro de poder en el valle de Yanamarca y en la parte norte del valle del Mantaro en la actual provincia de Jauja. Cronológicamente se les puede incluir dentro del llamado Intermedio Tardío o Segundo Regionalismo, entre los 1000 a 1460 d. C. Fue el grupo étnico más importante de la región que se suele denominar como del Mantaro, lo que se comprueba al ver los centros arqueológicos que han quedado en la actualidad y que marcan una clara diferencia de desarrollo con los grupos étnicos del sur del valle del Mantaro, conocidos como Huancas, y con los Taramas, de Tarma.
1. Aclarando las confusiones
Durante mucho tiempo, Xauxas y Huancas han sido confundidos constantemente, tanto en la literatura arqueológica como histórica, principalmente por la similitud observada en su cultura material, como la construcción de estructuras de piedra de planta circular como viviendas, la localización de sus asentamientos en cumbres de cerros y partes elevadas sobre el valle y el uso de géneros similares de cerámica. Sin embargo, todas las informaciones históricas y las investigaciones arqueológicas indican que se trata de grupos distintos.
Esta construcción histórica local ha tenido importantes repercusiones en la memoria histórica de la región. Un ejemplo es la muy difundida idea de un denominado “Reino Huanca”, que supuestamente sería el gran antecesor antes de la llegada de los incas a la zona. Se trata de una inventiva que tiene un punto de partida en los trabajos del historiador Waldemar Espinoza Soriano, quien formuló la idea de un grupo étnico denominado como los huancas común a toda la región, que habría tenido una capital y un rey, con poderes omnímodos y cuyo nombre se ignora. Debido, quizás, a que se trataba de un argumento que se adaptaba perfectamente a las necesidades explicativas de una colectividad en crecimiento y formación, como lo era Huancayo en la década de los setentas del siglo XX y, por ajustarse, además, a ciertos intereses políticos de ese lugar, la idea caló hondo. Un ejemplo son las frases de “Nación Huanca” o “Construyendo el futuro de la Nación Huanca”, derivaciones directas de esta construcción del pasado. Como es evidente, ello ha creado una serie de malos entendidos y falsas lecturas del ayer y tergiversaciones que aquí no dilucidaremos, pero que conviene diferenciar de lo que realmente ha sido el pasado prehispánico en la región.
En este sentido, una lectura cuidadosa de las fuentes históricas muestra el panorama real de las situación que se vivía en la zona antes de la llegada de los incas, sumado a los aportes realizados por la arqueología y la lingüística, a partir de lo cual se puede establecer que los xauxas era un grupo totalmente distinto de los huancas. Por ejemplo, una observación inicial del cronista Pedro Pizarro indica que: “Estos naturales de Xauxa son dos parcialidades, unos llaman Xauxas, y otros Huancas (…) Los Xauxas traen unas fajas coloradas alrededor de las cabezas, de anchor de una mano; los Huancas las traen negras”.
Por su parte, los informantes que respondieron al interrogatorio hecho por Andrés de la Vega en 1582, y que se conoce como la “Descripción de Xauxa”, contenida en las Relaciones Geográficas de Indias, señalaron que:
“[…] antes del Inca, nunca fueron sujetos a nadie, más de que en cada uno destos repartimientos tuvieron y conocieron por sus señores á los indios más valientes [y] traían guerra unos con otros por adquirir más tierras, y no salían fuera deste valle á pelear, sino era, dentro del valle, los de la una banda del rio que por él pasa con los indios de la otra […]”;
La sugerencia a un clima de fragmentación en esta última fuente es clara. El Inca Garcilaso de la Vega da cuenta de una situación similar: “[…] con ser todos de una nación, tenían bandos y pendencias sobre las tierras de labor y sobre los términos de cada pueblo […]”; e indica que por ello, los incas dividieron la región en tres parcialidades, que fueron Hanan Huanca, Lurin Huanca y Hatun Xauxa, con el fin de poner fin a estas disputas.
Como es de suponer, este clima de división en los pueblos del valle era una realidad cuando llegaron los españoles, por lo que es claro que ello era parte de una situación anterior a la presencia de los incas. De acuerdo a estas fuentes, al menos como se aprecia en la “Descripción de Xauxa”, no hay evidencia de ninguna unidad política traducida en la figura del un reino. Más bien, como se ha visto, por lo menos hubo dos grupos de importancia, que eran los Xauxa y los Huanca.
La investigación arqueológica también va por este sentido. Por ejemplo Terence D´Altroy (1992), señala lo siguiente:
Contrariamente a los reportes de un reino Wanka unificado [se refiere a las afirmaciones de Espinoza Soriano], los datos arqueológicos señalan la existencia de un conjunto de numerosas unidades políticas en competencia dentro de la región. Lo que ocurre es que, simplemente, una identidad étnica común no implica necesariamente una unificación política. El poder sociopolítico en la sierra central en el Intermedio Tardío estuvo dividido entre numerosas unidades políticas autónomas, aunque las sociedades de la región se estaban volviendo cada vez más centralizadas y estratificadas.
Como ya se ha dicho al inicio, los Xauxas se habrían ubicado en el actual valle de Yanamarca y en la parte norte del valle del Mantaro. Los restos arqueológicos que han quedado de este grupo étnico, hacen pensar que se trataba del más importante de los grupos humanos existentes en la región cuando llegaron los incas. Debido a esta importancia, han merecido el interés de uno de los proyectos arqueológicos más importantes y de más largo aliento que se han realizado en el Perú, tal como es el caso del Upper Mantaro Archaeologicas Research Project (UMARP), quienes han realizado uno de los trabajos más serios hasta ahora existentes sobre esta parte de nuestra historia, estableciendo una periodificación regional sobre la base de las distintas fases arqueológicas que lograron identificar, con la denominación de “Wanka”. Parte de sus investigaciones se han difundido, últimamente, a partir del importante volumen editado por el Centro de Estudios Históricos “Julio Espejo Nuñez” denominado Los Xauxas, territorio e historia (2010), de los profesores Lucio Villanes, Henoch Loayza y Luis Cáceres.
2. Organización política y vida cotidiana
Los sitios de ocupación que han sido examinados por este grupo de investigación son varios, casi el medio centenar, y se ubican entre los 3500 y 3700 msnm. y en las partes altas o puna, por sobre los 3700 msnm. Es en la denominada fase Wanka II (1350 – 1460 d. C.) que los asentamientos de las partes altas toman mayor dimensión. De todo el conglomerado de asentamientos, en esta fase, al parecer cuatro fueron los centros de mayor rango o cabecera: Tunanmarca, de 25 ha.; Hatunmarca, de 73 ha.; Llamap Shillon, de 20 ha. Estos centros regionales mayores habrían tenido una serie de comunidades satélites, entre las que se encuentran, por ejemplo, Chawin, de 6 ha.; Umpamalca, de 14 ha.; Huajlasmarca, de 4 ha.; etc.
Estos grandes centros regionales mayores no tuvieron parangón en la parte sur del valle, es decir con los Huancas, cuyos restos arqueológicos no presentan el tipo de complejidad y tamaño de los asentamientos Xauxa, lo que sugiere que se trataba de sociedades de menor importancia. Indudablemente, los Xauxas se hallaban en un proceso de crecimiento y complejización que hubiera devenido en un gran señorío, de no ser que fueran conquistados por los incas.
Uno de los Centros Regionales Xauxas que más se ha estudiado es Tunanmarca, que al parecer era el más importante. De acuerdo a las investigaciones del Proyecto Alto Mantaro, se sabe que su ocupación fue entre los años 1280 y 1425 d.C. Todas las edificaciones eran multifuncionales, pues algunas servían como cocina por la presencia de fogones y abundantes restos de ollas, mientras que otras habrían sido dormitorios o depósitos aunque también se han identificado áreas de almacenaje en los patios, hacia algunas esquinas o espacios encerrados en medio de dos construcciones circulares. De igual modo, se sabe que la basura era acumulada hacia algunas de las esquinas del patio o detrás de las viviendas. En su mejor momento debió tener una extensión de 23.1 hectáreas que albergaron entre 7,955 y 13,259 habitantes.
Siguiendo las conclusiones de este mismo Proyecto, Manuel Perales indica que la ciudadela tiene dos murallas defensivas, una que la rodea casi totalmente, y la otra que protege sólo su lado sudoeste. Contiene mayormente recintos circulares agrupados en lo que se denomina como complejo de patio, que se agruparían en dos barrios, acorde con el sistema dual andino en general. Un corredor de diez a treinta metros de ancho separa ambos barrios; éste, a la vez, tiene dos grandes plazas contiguas. La ciudadela tiene un promedio de 174 estructuras circulares por ha., lo que hace un total aproximado de cuatro mil estructuras (Hatunmarca, otro centro regional mayor, sólo tiene cincuenta estructuras por ha.) Ahora bien, la dieta de los habitantes de Tunanmarca era relativamente variada, presentando mayor incidencia en el consumo de maíz, talhui, quinua, papa, oca, olluco y mashua, los cuales eran complementados con la carne de llama, alpaca, cuy, perro, vicuña, guanaco, taruca, venado, ranas, aves silvestres y peces de la zona. Evidentemente, esta imagen puede proyectarse a los demás centros regionales y aldeas satélites, lo que nos da una idea de cómo era la vida cotidiana de los Xauxa.
Ahora bien, cada uno de estos centros regionales era gobernado por “los indios más valientes que hubo”. En el caso concreto de los Xauxas, la “Descripción de Xauxa” menciona a Auquiszapari y Yaloparin. A pesar de que culturalmente eran una unidad, que denominamos como los Xauxas, no lo eran políticamente, por lo que cada centro regional se comportó de manera distinta ante la llegada de los incas. Unos se avinieron pacíficamente y otros se enfrentaron. Hatunmarca es ejemplo de lo primero, mientras que Tunanmarca de los segundo. Salvo en el caso de Huajlasmarca, que se mantuvo incólume hasta la época del virrey Toledo (1570) y amerita un estudio aparte, todos estos centros regionales fueron abandonados cuando los incas los sometieron, mismo que trasladaron el centro del poder a la parte norte del valle del Mantaro, al fabuloso centro administrativo de Hatun Xauxa.
3. Palabras finales
A pesar que hay una especie de discurso histórico oficial que dice que fueron los Chancas quienes ofrecieron la máxima resistencia a la expansión imperial cusqueña, arqueológicamente no hay prueba de ello; no se ha encontrado ninguna evidencia de enfrentamientos ni de que esta sociedad estuviera en condiciones de poder resistir a los incas. La idea de que Pachacuti derrotó a los “aguerridos” Chancas con ayuda de las piedras es una construcción mítica antes que una realidad, lo que era usual en la discursividad histórica que de su pasado hacían los incas. Esto viene a colación porque todos los indicios arqueológicos hasta ahora reportados, parecen indicar que desde su expansión, fue con los Xauxa donde los incas encontraron la principal resistencia. Se trata de un hecho que indudablemente merece un mayor análisis, pero que de ser así, debería ser parte de una reinterpretación de lo que han sido los Xauxas en la historia peruana, hasta ahora ignorados, confundidos y pasados, injustamente y arbitrariamente, a segundo plano en la historia regional y nacional.
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