Durante el tercer año (capítulo trece)

[Visto: 459 veces]

(viene del capítulo anterior)

“¡Eres un tarado!”, se envalentonó Mónica y le lanzó tremenda cachetada al atrevido. Pedro, ingratamente sorprendido, se quedó tendido con la cara ardiendo, mientras ella salía del departamento hacia la calle, donde paró el primer taxi y huyó.

Luego de decirle al taxista la dirección de su casa, buscó en su celular. Había varias llamadas de Luis, así que lo llamó. Por más que insistió, no contestó a sus llamadas. “¿Qué estará pensando?”, se preguntó al tiempo que el taxi llegó a su casa. En la puerta, encontró a su enamorado sentado en la entrada. Ella se alegró al verlo y quiso saludarlo, pero él no está de buen humor.

Mónica le preguntó que sucedía. “Anoche te llamé y no contestaste, te fui a buscar a la discoteca y tu amiga Sofía me dijo que te fuiste con Pedro a su casa. Quiero saber si es cierto”, señaló Luis con un tono de voz calmado, pero con los ojos furiosos. Una furia que hizo sonrojar a Mónica, que no supo qué decir.

(continúa)

El rey Azul (capítulo doce)

[Visto: 363 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Para contarte sobre Petreos, debo retroceder algunos días”, dijo Azul al abdicado rey. Las primeras conversaciones se dieron luego del primer acercamiento entre el líder tribal y Eduardo. Petreos no quedó muy convencido entonces y buscó asociarse a los rebeldes.

“Se le pidió una prueba de lealtad convincente y cumplió con ello”, señaló Azul refiriéndose a la emboscada donde terminó muerto el consejero real. Aquella vez, dentro de la carpa, Petreos selló su pacto con el príncipe gemelo, quien tuvo que golpearlo un poco para que aparezca como si hubiese sido maltratado como escarnio.

“Y ahora estás aquí, sin escapatoria”, sentenció Azul mientras Eduardo empieza a sentir una profunda decepción. Después el gemelo añadió: “Pero es justo que reclames el reino, así que he decidido que mañana luches conmigo en un duelo”. Eduardo se sorprendió con la declaración pero aceptó de inmediato: sabe que es su última opción de quitarle la vida a su rival.

(continúa)

Tener permiso

[Visto: 429 veces]

Quisiera tener permiso

para dichas tres palabras

expresarme con nobleza,

y para abrazarte fuertemente.

Me gustaría tener prudencia

para hablarte en un momento

de aquello que he vivido

y para administrar los silencios

de aquello que he sufrido.

En fin, yo pediría

dos minutos a tu lado,

pero hoy ya no puedo,

hoy mi mente no me deja.

Porque el tiempo de indiferencia

me ha acogido con cariño,

una vida de soltería

que hace olvidar tu ausencia.

 

Tatuajes y sombras (capítulo once)

[Visto: 344 veces]

(viene del capítulo anterior)

Nikki se acercó hasta el extremo del escenario y empezó a contornearse con sensualidad. Los excitados espectadores comenzaron a regalarle silbidos y piropos subidos de tono mientras esperan el próximo trago que les traiga la mesera.

Ella se sentía libre y desenfadada hasta que su mirada se topó con la del detective. Como uno más de los concurrentes, iba a colocar unos cuantos billetes sobre el escenario para que Nikki los recogiera, pero era tan sólo un trampa porque él ya la había reconocido.

Ella cerró su baile y bajó del escenario buscando refugiarse pronto en uno de los camerinos. No llegó muy lejos: Flores la alcanzó y le dijo que era hora que viniera con él. Laura, ya sin su peluca azul de Nikki, avisó a los de seguridad para que lo sacaran del lugar. Flores espera la trifulca que va a comenzar.

(continúa)

Durante el tercer año (capítulo doce)

[Visto: 367 veces]

(viene del capítulo anterior)

Llegó el momento en que Mónica se sintió muy cansada, y le pidió a Pedro que se fueran de allí. Lo último que recordó fue a él acomodándola en el asiento de un taxi y sentándose a su costado. Al minuto siguiente, ella estuvo completamente dormida.

A la mañana siguiente se despertó con mucha dolor en la cabeza. Su primera preocupación fue buscar la puerta del baño, pero no sabía cómo ubicarse. Sólo sabía que está en una cama y hay alguien aun durmiendo a su costado. No sólo se da cuenta que se trata de Pedro sino que ella está desnuda.

Un tanto desesperada por lo que pudo haber ocurrido, Mónica empieza a recoger su ropa, que está tirada cerca de la cama. Se viste de nuevo lo más rápido que puede, agarra su cartera y empieza a buscar su celular, cuando él se despierta. “¿Te vas tan pronto?, preguntó Pedro dibujando en su rostro una amplia sonrisa.

(continúa)

El rey Azul (capítulo once)

[Visto: 410 veces]

(viene del capítulo anterior)

Eduardo y sus más leales soldados enfrentaron la carga de los dos ejércitos que, luego de algo más de dos horas de lucha, lograron romper su resistencia y conseguir su rendición. El rey fue tomado prisionero y conducido hasta la carpa principal de los rebeldes.

Petreos se encargó de conducirlo hasta la presencia de Azul, quien mostró su beneplácito al ver al capturado. “Mi señor, has conseguido la victoria”, dijo el viejo líder y se abrazó con el príncipe gemelo. “¡Traición, traición!”, gritó Eduardo contemplando con estupor la escena.

Azul se acercó ante el capturado rey y le dijo lo siguiente: “No hubo traición porque Petreos siempre fue leal a mi”. Mientras a Eduardo se le hacía difícil comprender esa idea, Azul recompensó a Petreos por su actuación en la batalla y le pidió que lo viera más tarde. Petreos se retiró de la carpa, quedando los dos hombres en la incómoda situación.

(continúa)

Sinceras ilusiones

[Visto: 391 veces]

Permíteme soñar.

Después de todo este tiempo

déjame plagar la mente

de sinceras ilusiones.

Aun no logro entender

por qué te opones, 

por qué te enfrentas

a que te recuerde bien.

Aun en contra de tus deseos

yo sigo imaginando,

yo persisto en creer

que te volveré a ver.

Y quizá un buen día,

cansada de tu orgullo,

te imagine más alegre

y me vuelvas a amar.

Durante el tercer año ( capítulo once)

[Visto: 513 veces]

(viene del capítulo anterior)

Los tres jóvenes salieron de la casa y se fueron a la discoteca donde les esperaban sus viejas amistades. Mónica se encuentra demasiado emocionada con tanto abrazo que recibe por parte de sus amigas del colegio, a las cuales no veía de hace algunos años.

Ella se siente en las nubes, esperando que nadie la despierte del maravillosos sueño que está viviendo. Y Sofía, ni corta ni perezosa, se encarga de pasarle uno a uno los tragos requeridos para que su ensoñación prosiga. Tanto así que, del baile en grupo del inicio, pasó a encontrarse cara a cara con Pedro.

Tenía sus brazos acariciándole el cuello, muy cerca como para no sentir la palpitación del momento. Él sólo la mira fijamente en espera de la señal que quiere ver. Mónica no se resiste más y acerca sus labios hasta que consigue besarlo. Una y otra vez. Una pausa para tomar aliento. Besarlo una y otra vez. Su mente se nuble pensando en Pedro y olvidando a Luis.

(continúa)

Tatuajes y sombras (capítulo diez)

[Visto: 564 veces]

(viene del capítulo anterior)

“Demos la bienvenida a ¡Sirena!”, anunció una voz detrás de la cortina que cubre el escenario. La mujer sale en medio de la ovación de los hombres que esperan ver su rutina rítmica. Lleva un atuendo con motivos marinos, que no demora en despojarse hasta quedar sólo con su tanga.

El lugar se enciende en pasiones al compás de las contorsiones que realiza, mientras cada uno de los parroquianos le va dejando un billete en la tanga. Sirena termina su baile en medio de largos aplausos y les regala una sonrisa y varios besos volados mientras camina hacia detrás del escenario.

Tan solo Flores siguió un poco frío: se había fijado bien en el rostro de la bailarina… y no era Laura. Mantuvo la misma actitud con las siguientes chicas. Hasta que salió a escena Nikki. El detective no pudo reconocerla de inmediato por los lentes oscuros sobre sus ojos y la peluca color azul que tiene por cabellera.

(continúa)

El rey Azul (capítulo diez)

[Visto: 391 veces]

(viene del capítulo anterior)

Las flechas lanzadas agarraron por sorpresas a varios de los soldados, diezmando a la avanzada y obligando a los sobrevivientes a guarecerse detrás de los árboles. “Petreos, ¡avanza!”, ordenó el rey Eduardo al ver el desastre en que se había convertido.

Pero Petreos no contestó. En su lugar, ordenó  sus caballeros avanzar formando una línea recta en dirección al bosque. La sonrisa del rey se desvaneció al ver cómo los refuerzos se quedan parados a una importante distancia y no hacen nada por ayudarlos.

La lluvia de flechas termina y Eduardo decide retroceder y huir con sus hombres. Llegan hasta la línea de Petreos, pero él no les deja pasar: sus soldados blanden sus espadas como si esperasen un ataque. “¿Por qué Petreos?”, dijo el rey sin entender la actitud de su aliado.

(continúa)