“Hey, hey”, fue despertado el noqueado por la joven. “¿Qué sucedió?”, se sorprendió él. “Un tipo me secuestró y amenazó con matarme si no lo ayudaba a conseguir un auto”, inventó Mirella, con gesto desesperado, “lo siento mucho”.
“¿Y dónde está ese tipo?”, preguntó el conductor. “Justo ha entrado al bar a beber”, le indicó ella, “¿qué quieres hacer?”. “Le daré su vuelto”, respondió vengativo. Mirella y el tipo ingresaron al bar. “Él es”, le indicó ella a un hombre alto y fornido.
A pesar de la apariencia del supuesto secuestrador, el tipo no se amilanó. “Espera aquí”, le dijo, adelantándose hacia el hombre fornido, que departía en una mesa junto a un par de amigos. Sin mediar palabras, el conductor le propinó un derechazo y lo derribó, provocando la reacción de los otros dos.
Se armó una pequeña trifulca, que pronto se extendió a otras mesas. Este momento fue aprovechado por Neto y Jano para pasar desapercibidos por el bar. Alcanzaron a Mirella y se dirigieron a los servicios higiénicos. “No cambias”, una voz familiar le habló a Jano por detrás.