Convulsa sigue siendo la situación en el poblado arequipeño de Chala por el paro minero que se ha endurecido en dicha zona. Las seis muertes ocurridas en el fin de semana (4 mineros baleados cuando la policía intentaba desbloquear por segunda vez la vía, un mototaxista y una pasajera varada que sufrió un infarto) muestran una situación tensa que en cualquier momento puede salirse de control si es que no se establece un diálogo franco entre las partes.
La paralización, que responde al rechazo al decreto de urgencia que prohíbe la utilización de herramientas que suponen un daño al medio ambiente en la minería informal, pone trabas a un acuerdo entre el Gobierno central y estos mineros por la intransigencia vista (el primero quiere que se levanten los bloqueos primero, y los segundos que se solucione antes su reclamo), que hace recordar los penosos incidentes de Bagua.
Mientras tanto, el agua y los alimentos empiezan a escasear, y la incomodidad de los viajantes aumenta mientras se espera que lleguen pronto los vuelos de emergencia de la FAP. Así que más allá de saludar la breve tregua de dos horas para la movilización de los transportes varados, ¿es necesario que tengan que haber muertes primero para entender que hay que conciliar ciertos puntos de la problemática minería informal? Espero que la cordura impere y se arrive a compromisos que viabilicen la solución de este escenario.