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Tan sólo quedo atónito
al mirar para atrás
y ver que mis pasos
no seguían mi ruta.
Los escombros de la vida
que día a día acumulé
en el olvido padecían
de mi pasado acusador.
Más que tristeza, es honda pena
del actuar indiferente,
la felicidad hecha añicos
por ese martillo crepitador.
Aquel lastre que hoy cargo
me invitó a reflexionar,
y hoy ando en el camino
de vida buena comenzar.