La muerte del vampiro (parte final)

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(viene de la parte cuatro)

“Esta confesión será suficiente”, se mostró Contreras satisfecho con lo logrado. De pronto, se puso serio ya que debían tener un buen plan para atrapar a Enio. “Y tú me vas a ayudar”, señaló a Sergio, quien no daba crédito a las palabras del hombre calvo. Gómez se rompía la cabeza pensando cómo engañarían al vampiro, mas Contreras lo tranquilizó con un simple “ya lo verás”.

El detective manejaba el carro con el ceño fruncido. simplemente no entendía cómo se había dejado convencer por Contreras para hacer la captura con tan sólo una jeringa y una corazonada. “Estas criaturas son muy predecibles”, dijo el hombre calvo, para quien estudiar durante treinta años las rutinas era la clave de que Enio aparecería en el lado sureste de la ciudad.

Lllegados al punto, el hombre calvo miró para la esquina: “ahí está”, murmuró. En efecto, una mujer esperaba en el paradero sola… aunque no por mucho porque percibieron el arribo de El Maestro. Contreras le dio un apretón de manos al detective. “No creo que sobreviva, así que me despido”, habló el hombre calvo. Gómez le sonrió y súbitamente sus ojos se nublaban al caer adormilado.

Contreras se apresuró y quiso atacar con la jeringa a Enio, quien soltó a su presa y, sujetando del cuello al hombre calvo, gritó: “¿sangre contaminada? ¿ese es tu plan para acabar conmigo?”. El vampiro lo arrojó al piso y quiso ir tras la mujer, pero vio que se le había escapado. “No me quedaré sin comer, así que hoy morirás”, aseguró tajante y mordió al hombre calvo.

Contreras le sonrió cachosamente al tiempo que su vida se apagaba. Se desplomó mientras Enio saboreaba la sangre de su enemigo. Fue entonces que quiso retirarse del lugar y se sintió débil. Cayó de rodillas y vio un papel que sobresalía del saco del finado, el cual leyó y lo dejó atónito en aquel sitio.

Eran las 5:45 am y Gómez despertó del somnífero, viendo por la ventanilla al vampiro, sentado, y a su lado un cuerpo inerte. Corrió y apuntó con su arma a Enio, quien no opuso resistencia. Le entregó el papel al detective y empezó a quemarse con los primeros rayos del sol. Luego que se hizo cenizas, el detective leyó la hoja, la misma que tenía un diagnóstico médico: Contreras estaba enfermo de VIH.

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