156 detenidos es el saldo de las protestas ocurridas en diversas localidades del país durante este miércoles 8, la gran mayoría en la ciudad capital, debido a huelguistas que quisieron impedir la libre circulación de transportistas. Para Lima, quedó claro que la plataforma de demandas políticas de la CGTP, que abarca desde la renuncia del gabinete hasta el cambio del modelo económico pasando por -cuando no- un aumento general de salarios y suspensión de los TLC, no van necesariamente acordes con las preocupaciones del limeño común. Además, las medidas del gobierno como poner al ejército de apoyo a la labor policial, la tolerancia de dos horas para llegar al trabajo y, sobre todo, el bono de 20 soles por motivo de movilidad, disuadieron a buena parte de la población a sumarse a las protestas del gremio laboral.
De otro lado, para el interior del país el panorama fue mitad y mitad: Ayacucho, Huancavelica, Puno, Cusco y Arequipa sí acataron su segundo día de paralizaciones. Cabe destacar que dichas protestas fueron convocadas por organizaciones regionales con sus propias agendas departamentales, lo cual habla de una mayor legitimidad de sus reclamos. En tanto que, en Cajamarca, Piura y Tumbes, las actividades no fueron suspendidas y la circulación de vehículos, salvo breves bloqueos, fue normal. Se vuelve a repetir el sentir que proviene desde las últimas elecciones generales: la costa, en especial en el norte, progresista; la sierra sur, reaccionaria.
Por lo señalado antes, parece que el último día de paro, este jueves 9, va a seguir la misma tónica: casi inexistente en la costa norte y con cierta fuerza en la sierra sur. Y sin ser gran observador, queda claro que una movilización de este tipo sólo funciona si la demanda de los gremios coincide con la del ciudadano de a pie. La CGTP tendrá que poner barbas en remojo, mientras que al gobierno central le espera dialogar con los frentes regionales y sintonizar de forma efectiva con las necesidades de los pobladores de estos departamentos.